miércoles, 26 de agosto de 2009

Vuelta al trabajo

Agosto agoniza, y para quienes durante las pasadas semanas hemos estado alejados de nuestras tareas cotidianas ha llegado la hora de la vuelta al trabajo, y del consiguiente síndrome postvacacional. Algunos lectores estarán pensando que ellos no han experimentado nunca tal síndrome, ni siquiera en su mínima expresión, y que en realidad desean comenzar a trabajar. Es posible, y puede que se trate de personas muy afortunadas. Aunque también puede tratarse de personas incapaces de desconectar y de disfrutar de sus vacaciones. La verdad es que no soy un experto en ese tema, y sólo podría hablar del mismo como afectado, no obstante parece claro que un buen consejo para evitarlo es realizar, en la medida de los posible, una transición gradual. Es decir, nada de pasar del asueto absoluto a trabajar 12 horas diarias.



Como considero que el mantenimiento de este blog encaja dentro de los que son mis actividades profesionales ha estado cerrado por vacaciones. Y como mi retorno al trabajo ha comenzado esta semana, es hora de ponerlo de nuevo en marcha. Pero siguiendo el consejo de los expertos, lo haré de una forma gradual, y para ello nada mejor que una entrada ligera con algunas de las imágenes tomadas durante el apasionante viaje a través de Tailandia que he podido disfrutar durante este verano.

Más fotos aquí































sábado, 18 de julio de 2009

Cerrado por vacaciones


Durante las próximas semanas me encontraré viajando por el sudeste asiático, y me temo que no podré antender este blog. Por lo tanto, durante ese periodo permanecerá aún más inactivo de lo que ya estaba. Para terminar este curso repesco una de las primeras entradas con la que inicié mi andadura con esta bitácora. Se trata de una entrada con una temática poco psicológica, ya que es la reseña del libro "El vértigo" de Eugenia Ginsburzg en el que relata su paso por el Gulag soviético durante los años 40 y 50 del pasado siglo. (ver aquí)

miércoles, 8 de julio de 2009

Repescando entradas: La derecha es miedosa



Pues sí, sigo muy liado tratando de terminar el trabajo que aún me resta antes de poder irme de vacaciones. Por lo tanto, tengo poco tiempo para actualizar el blog, lo que me lleva a repescar una vieja entrada.


Creemos que somos de izquierdas o derechas por una elección personal basada en reflexiones profundas, o por la influencia de personas cercanas y significativas, o por intereses más o menos egoistas. Lo que no podíamos pensar que es un asunto que tiene que mucho ver con el funcionamiento de la amígdala y con los mecanismos cerebrales que subyacen al miedo. Vivir para ver.

Aquí puedes encontrar la entrada en la que escribo sobre este tema tan intrigante.

miércoles, 1 de julio de 2009

Dinámica de Sistemas y Psicología Evolutiva.


En 1995, cuando preparé el proyecto docente para concursar a la plaza de profesor titular de universidad, decidí que la dinámica de sistemas y su aplicación a la explicación del desarrollo psicológico fuese uno de los temas centrales de mi proyecto. En aquél momento se trataba de un enfoque bastante novedoso en el terreno de la psicología. Nacido en el campo de la ingeniería a finales de los años 50, sus aplicaciones se ampliaron rápidamente a áreas como la física, la economía, la biología o la química. Se trata de un modelo especialmente útil para explicar el funcionamiento de sistemas complejos, y no cabe duda de que el ser humano y su desarrollo lo son.

A mí me resultó tremendamente interesante ese planteamiento teórico, pero creo que al tribunal que valoró mi proyecto docente no tanto (aunque eso no me impidió obtener la plaza), lo que me llevó a pensar que en aquel momento el terreno no estaba abonado aún para que germinaran esas ideas. Mi vaticinio era que en los próximos años íbamos a asistir a un florecimiento de las aplicaciones de la dinámica de sistemas al estudio del desarrollo humano.

No debo ser un buen profeta, ya que han pasado cerca de 15 años, y la situación no ha cambiado demasiado: algunas investigaciones con ese enfoque, entre las que merecen una mención especial los estudios de Esther Thelen sobre el desarrollo motor en la primera infancia, algunos monográficos en revistas importantes (Developmental Review, British Journal of Developmental Psychology), y un puñado de artículos sueltos.

La dinámica de sistemas ofrece algunos conceptos muy útiles para el psicólogo evolutivo, tales como el de la no linealidad y discontinuidad de los procesos, muy interesante para entender las discontinuidades que tan frecuentemente encontramos en el desarrollo infantil ¡Qué sería de la psicología evolutiva sin la existencia de etapas!

O la idea de la auto-organización, es decir, la asunción de que la evolución de un sistema a lo largo del tiempo no está determinada de antemano, sino que emerge de la cooperación entre distintos elementos o subsistemas que pueden combinarse de formas muy diversas.

O el concepto de estados atractores, que indica una tendencia probabilística a que surjan a lo largo del desarrollo determinados patrones de comportamiento, que sin estar determinados o programados genéticamente resultan bastante estables. Por ejemplo, la permanencia de objeto o la configuración de movimientos que adopta el caminar típico de los seres humanos serían atractores muy estables, cuya estabilidad sólo podría ser alterada por circunstancias especiales.

En fín, la dinámica de sistemas ofrece herramientas muy ínteresantes para comprender y explicar cómo tiene lugar el desarrollo motor, socio-emocional y cognitivo del ser humano, pero parece que tendremos que seguir esperando algunos años más para que este enfoque genere más frutos en nuestro campo.

miércoles, 24 de junio de 2009

¿Para cuándo una entrada sobre la resiliencia?


Eso es lo que se estarán preguntando algunos seguidores de este blog, ya que a pesar de que el concepto de resiliencia es uno de los más “in” en el terreno de la psicología, como indican las numerosas publicaciones que tratan de este asunto, aún no he tratado ni tan siquiera de refilón este tema tan popular.

La resiliencia tiene que ver con las diferentes reacciones individuales antes situaciones traumáticas, y quizá su definición más popular sea la de una adaptación positiva a pesar de experiencias de adversidad o trauma. Es decir, aunque hay una importante evidencia acumulada acerca de los efectos negativos que sobre el ajuste psicológico tienen algunas situaciones tales como la pobreza, la muerte de familiares cercanos, o la depresión materna, muchas personas consiguen atravesar estas adversidades sin sufrir secuelas emocionales. Y no siempre se trataría de una recuperación surgida después de un periodo de sufrimiento psicológico, sino que, en algunos casos, los procesos adaptativos podrían entrar en acción desde el primer momento y estos sujetos resilientes permanecerían en niveles funcionales a pesar de las experiencias adversas.

En realidad creo que merece la pena distinguir entre dos enfoques o acercamientos a este concepto, el europeo y el norteamericano. En el primer caso, representado por autores de la escuela francesa como Boris Cyrulnik, la resiliencia puede entenderse como un crecimiento personal surgido a raíz de una experiencia traumática. En esta acepción, quizá la más popularizada, muchos sujetos no sólo no experimentarían daño emocional sino que conseguirían salir fortalecidos de una situación vital estresante, siendo el crecimiento postraumático el rasgo más característico de la resiliencia. Algunos autores han dividido en tres categorías este crecimiento personal: cambios en uno mismo (aumento de la confianza y seguridad en la capacidad para enfrentarse a situaciones difíciles); cambios en las relaciones interpersonales o fortalecimiento de los vínculos con otras personas a partir de la adversidad; y cambios en la filosofía de vida o en las ideas sobre las que se construye la forma de entender el mundo.

La segunda acepción de este concepto suele estar presente en la psicología norteamericana, y tiene un significado similar al de los factores de protección o invulnerabilidad. Se trataría de la idea observada en muchos casos de que no todos los sujetos que atraviesan una situación traumática experimentan daños psicológicos ya que algunos consiguen mantener un buen ajuste emocional, aunque en este caso no es necesario que exista crecimiento personal.

Aunque podríamos pensar que lo que caracteriza a estos sujetos resilientes son ciertos rasgos personales, tales como como una elevada autoestima o una visión optimista de la vida –algo que es cierto-, los factores que determinan la resistencia o incluso el crecimiento personal ante la adversidad no siempre se sitúan en el propio sujeto. En muchos casos se trata de factores externos, como el apoyo parental, una sólida relación de pareja o las relaciones emocionales estrechas con los amigos.

En definitiva, el concepto de resiliencia puede situarse en el ámbito de la Psicología Positiva, y pone de manifiesto que las personas tienen una enorme capacidad adaptativa, y que la falta de duelo o sufrimiento personal tras una experiencia traumática, como la muerte de un familiar, no indica insensibilidad o desajuste emocional sino más bien todo lo contrario, una actitud saludable y positiva ante la vida.

viernes, 19 de junio de 2009

Repescando entradas: El cerebro femenino


Estamos a final de curso, y entre el trabajo atrasado, los exámenes y los fines de semana en busca de algo de frescor playero, queda poco tiempo para mantener un adecuado ritmo de entradas en el blog. Algunos pensaran que tengo mucho morro, pero como lo del blog es una diversión y tampoco se trata de estresarse, voy a repescar algunas de las entradas antiguas que considero interesantes o divertidas. Prometo no abusar.
Comienzo con ésta sobre el cerebro de la mujer, y lo que podría considerarse un nuevo femenismo de nuevo cuño, que en lugar de abogar por la igualdad marca las diferencias entre hombre y mujer para acentuar la superioridad femenina (aquí).

martes, 16 de junio de 2009

La felicidad infantil y la escuela


Hoy se ha presentado un estudio dirigido por Gonzalo Jover, catedrático de pedagogía de la Universidad Complutense de Madrid acerca de la felicidad de los niños y niñas españoles. Lo que he leído en algunas de las informaciones aparecidas en diversos medios de comunicación no me permite sacar una conclusión definitiva acerca del estudio, aunque me parece que, a pesar de su repercusión mediática, se trata de un trabajo modesto. Sin embargo, me ha interesado leer cómo el punto de partida de este estudio es un reciente informe de UNICEF sobre las condiciones de vida de la infancia en países económicamente avanzados. Según este informe, los niños españoles son los más felices sólo por detrás de los de los Países Bajos. Este dato no hace sino confirmar la segunda posición en el ranking mundial elaborado por la ONG Save the Children para evaluar el bienestar de la infancia en 137 países (Child Development Index- ver aquí).

Estos resultados me llevan a pensar que a pesar de los resultados no demasiado favorables del informe PISA, podemos presumir del buen nivel que nuestros niños y niñas alcanzan en indicadores tan importantes, como son estos referidos al nivel de bienestar y felicidad. Si estos datos los unimos a los que indican que, a pesar de sus buenos resultados en el informe PISA, los adolescentes finlandeses muestran unas tasas de suicidio muy elevadas, tenemos que pensar que la realidad es más compleja de lo que parece a primera vista, y que ni nuestro sistema educativo es tan desastroso, como a veces se nos quiere hacer ver, ni en Finlandia es oro todo lo que reluce.
Es cierto que los niveles de felicidad de los niños no dependen de forma exclusiva de lo que ocurre entre los muros del colegio, puesto que la familia contribuye de forma fundamental al bienestar infantil, y tanto la felicidad española como la infelicidad finlandesa, puede depender de muchos factores ajenos a la escuela. Así, el estudio presentado hoy encuentra que los niños identifican la felicidad sobre todo con una vida familiar plena y con tener amigos. Pero también habrá que reconocer que el rendimiento escolar se ve influido por variables extra-escolares.

Pero centrándonos en la responsabilidad que el sistema educativo puede tener sobre ambos aspectos, rendimiento académico y felicidad personal, hay que decir que la escuela debería fijarse entre sus objetivos la promoción de estas dos dimensiones, y no centrarse de forma exclusiva en lo académico. Lograr un equilibrio entre ambos no es una tarea sencilla, y aunque no es un debate nuevo, no debemos olvidar que la escuela también debe contribuir de forma decisiva al desarrollo socio-emocional de niños y adolescentes. Ya sé que a algunos lenguaraces, con poca experiencia y formación en estos asuntos pero que tratan de sentar cátedra desde su ignorancia, esto le parecerá una auténtica gilipollez, pero en mi opinión una sociedad sana no sólo necesita de niños y adolescentes con conocimientos de lengua y matemáticas, sino de ciudadanos felices y satisfechos que puedan contribuir al desarrollo de la sociedad en la que viven.

martes, 9 de junio de 2009

La infancia en fotos

Muchas de las entradas de este blog tienen a la infancia como motivo principal, esta también. Sin embargo, en este post voy a escribir poco y voy a dejar que hablen por sí solas una serie de imágenes que muestran a niños y niñas de distintos países a lo largo del último siglo. Son instantáneas tomadas por algunos de los mejores fotógrafos que hemos tenido, como Robert Doisneau, David Seymour, W. Eugene Smith o Sebastiao Salgado. Estas fotografías nos suscitan emociones ambivalentes y nos revelan que la historia de la infancia oscila entre momentos de enorme felicidad y de mucho sufrimiento, y es que la algunas de estas fotos nos permiten asomarnos a historias muy desgraciadas que nos hacen sentir vergüenza por la comodidad y la opulencia de la vida de nuestros hijos.







sábado, 6 de junio de 2009

Exposición a los media y problemas en la infancia y adolescencia



Tengo que reconocer que a veces siento unas enormes ganas de darle toda la razón a quienes, como Steve Pinker y Judith Harris, piensan que los padres ejercen una escasa influencia sobre las características psicológicas y conductuales de sus hijos. El motivo no es otro que la enorme cantidad de amenazas que se ciernen sobre niños y adolescentes, según los profesionales de la psicología nos encargamos de inventariar: el consumo de drogas, la violencia, la comida basura, el sexo, los videojuegos, la televisión…Entiendo que muchos padres y madres se sientan totalmente abrumados ante tantas amenazas y no sepan cómo defender a sus retoños, y también comprendo que algunos empiecen a estar hasta las narices de tanto psicólogo agorero y abracen ideas innatistas que les liberen de tanta responsabilidad:”Si depende de los genes no tendré que preocuparme tanto de cómo proceder con mis hijos”

Y comento lo anterior porque leo en ScienceDaily la reseña de un artículo publicado en JAMA sobre cómo la facilidad de acceso a los media aumenta el riesgo para desarrollar numerosos problemas de salud. En ese artículo el profesor de la Universidad de Nuevo Mexico, Victor C. Strasburger, explica cómo cada vez es más frecuente que los niños tengan un fácil acceso a videojuegos, Internet, DVDs y televisión, ya que cada vez es mayor el número de menores que disponen de estos aparatos en su propia habitación y que pasan más de 6 horas diarias en contacto con estos divertimentos de nueva generación.

El problema, según argumenta el doctor Strasburger, es que hay una clara evidencia empírica acerca de la influencia que el acceso a los media tiene sobre muchos trastornos propios de la infancia y adolescencia. Por ejemplo, la relación entre el consumo de televisión o videojuegos y la conducta agresiva está muy bien documentada. Aunque habría que precisar que esta relación se da sólo cuando el contenido de juegos y programas es violento. También se apuntan en el artículo otros riesgos como la influencia que el visionado de escenas de cine o televisión en las que se consume tabaco u otras drogas tiene sobre la iniciación en este hábito. Lo mismo puede decirse del sexo. O cómo los trastornos de la alimentación han aumentado de forma dramática en algunos países como consecuencia de la introducción de series americanas en la programación de TV. O la relación entre la obesidad y los anuncios sobre comida basura que asaltan la tranquilidad de nuestro salón.

En fin, un buen ramillete de amenazas que penetran en nuestro hogar a través de los canales más variados, y que supone que madres y padres tengamos que supervisar de cerca muchas de las actividades que nuestros hijos realizan en su tiempo de ocio.

La verdad es que no sé cómo tranquilizar a cualquier padre inquieto ante tanto peligro potencial, puesto que la evidencia apuntada por Strasburger parece inapelable. No obstante, creo que a veces a muchos psicólogos y educadores se nos va la mano en esa apelación que hacemos a la importancia de la supervisión parental. O si no juzguen ustedes mismos echándole un vistazo al artículo en ScienceDaily (aquí), seguro que notan como empiezan a temblarles las piernas según avanza la lectura.

martes, 2 de junio de 2009

Genes y redes sociales


Hay que reconocer que los estudios de los profesores James Fowler y Nicholas Christakis, de las universidades de San Diego y Harvard respectivamente, no dejan indiferente. En una entrada anterior nos referimos a sus hallazgos sobre como se contagia la felicidad (ver aquí), aunque también son conocidos sus investigaciones sobre como se propagan a través de las redes sociales la obesidad o el tabaquismo. Ahora muestran en un nuevo estudio que la facilidad para hacer amigos y construir redes sociales amplias está influida por factores genéticos.

El diseño utilizado por Fowler y Christakis es uno de los más empleados en el campo de la genética de la conducta, el estudio de gemelos. Se trata de un método clásico que ya fue empleado por Galton en 1876, y que consiste en la comparación del parecido entre gemelos idénticos o univitelinos y gemelos distintos o bivitelinos. Ambos tipos de gemelos nacen en el mismo momento y suelen compartir experiencias prenatales y familiares, sin embargo, mientras que los primeros son genéticamente iguales, los segundos comparten aproximadamente un 50% de sus genes. Cabe esperar que si la herencia genética afecta a una determinada característica o rasgo conductual o psicológico los gemelos idénticos se parecerán más entre sí que los distintos. Es decir, la mayor similitud de los primeros no sólo será física.

Pues bien, el estudio, realizado sobre 1100 parejas de gemelos adolescentes, encontró que los gemelos idénticos tienden a ocupar posiciones similares en las redes sociales, algo que no ocurre con los gemelos fraternos. Así, los profesores diferencian entre dos tipos de sujetos, a grandes rasgos, aquellos que tienden a mostrar una gran sociabilidad y a situarse en el centro de amplias redes sociales (sujetos eje), y quienes, por el contrario se muestran menos sociables y son menos populares (sujetos periferia). Pues bien, el ser eje o periferia es algo que parece venir en nuestros genes. Entiendo que algunos lectores que hayan invertido una gran cantidad de dinero en que su psicoanalista descubra cuáles son las raíces de su introversión o timidez se sentirán incómodos ante estos datos. No obstante, pueden ver el lado positivo del asunto: aún están a tiempo de ahorrarse mucho dinero.

Hay un aspecto de estos resultados que requieren de explicación, ¿si la capacidad de construir redes sociales tiene un evidente valor adaptativo y contribuye a la supervivencia del individuo y de sus genes (proporcionando protección, información, recursos), cómo es que este rasgo no ha sido seleccionado y existen tantas diferencias individuales?

La respuesta la proporcionan los mismos investigadores cuando explican que la sociabilidad no siempre tiene que ser adaptativa, ya que su valor para la supervivencia dependerá de factores contextuales. Por ejemplo, ante una epidemia o pandemia, es evidente que aquellos sujetos que se mantengan en la periferia de las redes sociales tendrán menos probabilidad de contagiarse (Estoy seguro de que el lector atento encontrará más situaciones en las que la introversión puede venir muy bien: más tiempo para leer, para arreglar el jardín…). Ello explicaría el mantenimiento de esos rasgos conductuales, aparentemente desadaptativos.

Para terminar, me gustaría hacer referencia a las habilidades de Fowler y Christakis para vender su producto, a pesar de que estos afamados investigadores no aportan nada nuevo acerca de los procesos psicológicos que median la relación entre genes y construcción de redes sociales. Hace más de 20 años que existen datos que indicaban una heredabilidad importante de rasgos como la sociabilidad y la introversión, sin embargo, ningún estudio previo había tenido tanto impacto en los medios de comunicación. Debe ser que estos investigadores son sujetos ejes y los anteriores eran sujetos periferia.

¿No será que Fowler se asemeja a alguien famoso?


James Fowler ............................................. Kevin Spacey

jueves, 28 de mayo de 2009

Activos para el desarrollo adolescente



En varias entradas anteriores me he referido a la visión excesivamente dramática de la adolescencia y a las consecuencias que se derivan de esa tendencia a ver siempre el vaso medio vacío. Una de esas consecuencias es el fomento de un modelo de intervención centrado en el déficit, de características similares al modelo médico tradicional, y que considera que la ausencia de problemas es un buen indicador de un desarrollo adolescente saludable. Así, el vocabulario que suele usarse para hablar de desarrollo y salud adolescente está plagado de términos que indican la no existencia de trastornos o conductas de riesgo. Así, un chico o una chica saludable es aquél que no consume drogas o alcohol, y no se implica en actividades antisociales o en prácticas sexuales sin protección

Este vocabulario es fiel reflejo de ese modelo o paradigma centrado en el déficit, los riesgos, la patología y sus síntomas, y con escasísimas referencias a competencias, optimismo, expectativas de futuro o relaciones significativas. Así, de acuerdo con este paradigma, la investigación se dirige a denominar, contar y reducir la incidencia de los riesgos y las conductas poco saludables, y el desarrollo juvenil positivo es considerado como la ausencia de conductas negativas o problemáticas. Esto lleva a un mayor seguimiento de las conductas negativas que de las positivas y a un menor interés, con la consiguiente menor inversión de recursos, en el estudio y la promoción de comportamientos positivos.

Si el modelo del déficit está centrado en identificar los problemas y desajustes, el modelo del Desarrollo Positivo Adolescente (ver aquí), además de definir las competencias que configuran un desarrollo saludable, lleva asociado el concepto de recursos o activos para el desarrollo (developmental assets). Este concepto fue propuesto por el Search Institute (Scales y Leffert, 1999), y se refiere a los recursos personales, familiares, escolares o comunitarios que proporcionan el apoyo y las experiencias necesarios para la promoción del desarrollo positivo durante la adolescencia.

En los modelos centrados en el déficit se habla de factores de riesgo, que son aquellas circunstancias que hacen más probable la aparición de un trastorno o enfermedad, por lo que su ausencia contribuye a mejorar la salud. Sin embargo, la ausencia de un factor de riesgo no tiene porque llevar a la promoción de la competencia del sujeto. Igualmente, un factor de protección, aunque evita el surgimiento de la patología tampoco implica un mejor desarrollo positivo. Sin embargo, los activos sí son factores que promueven la competencia, el desarrollo y la salud de las personas.

La propuesta del Search Institute incluye un total de 40 recursos o activos, 20 de estos recursos son externos y se refieren a características de la familia, la escuela o la comunidad en la que vive el adolescente, como la existencia de apoyo y límites, la seguridad, la presencia de modelos adultos positivos o la influencia positiva del grupo de iguales. Otros 20 recursos son internos, es decir son características psicológicas o comportamentales del adolescente, como, por ejemplo, una alta autoestima, la responsabilidad personal, las expectativas de futuro o la capacidad para tomar decisiones.

En la actualidad estamos comenzando a analizar los datos de un estudio en el que hemos partido de este modelo, y en el que intentamos conocer cuáles son los activos más importantes para la promoción del desarrollo adolescente. Haste el próximo otoño no tendremos los resultados, pero mientras tanto podéis encontrar un avance del modelo aquí:

Oliva, A., Hernando, A., Parra, A., Pertegal, M. A., Ríos, M. y Antolín, L. (2008). La promoción del desarrollo adolescente: Recursos y estrategias de intervención. Sevilla: Consejería de Salud de la Junta de Andalucía . (descargar aquí).

lunes, 25 de mayo de 2009

EUREKA


Sentado frente a la pantalla del ordenador rememoras cómo años atrás comenzaste a pensar sobre este estudio. Ha sido un arduo camino de varios años lleno de retos y dificultades: las primeras lecturas sobre el tema, las elucubraciones que cuajaban en hipótesis, la redacción de proyectos, la búsqueda de fondos, los interminables trámites burocráticos…Y, finalmente, el pistoletazo de salida que trajo consigo una actividad frenética alrededor del reparto de tareas, la preparación de instrumentos, el estudio piloto, el muestreo, los contactos, la recogida y picado de datos, es decir, todo lo que conlleva una investigación de cierto calado. Durante todos estos años has tenido decenas de reuniones con el grupo de investigación,que quedan reflejadas en un buen montón de actas, han surgido problemas de todo tipo y habéis preparado incontables documentos. Pero, al fin, ha llegado el momento decisivo y delante de ti tienes un diagrama diabólico, con flechas y figuras elípticas y rectangulares, que recoge algunas de las hipótesis del estudio. Has construido la sintaxis, y sólo tienes que presionar una tecla para ver si los datos recogidos confirman estas hipótesis. Dudas unos segundos pues temes que el esfuerzo de tanta gente sea en parte en vano, pero, “alea jacta est”, cierras los ojos, cruzas los dedos y corres el programa. En un par de segundos la pantalla te da una repuesta casi inmediata: el modelo ajusta. ¡Eureka!, no estás tan emocionado como Arquímedes, y tampoco sales desnudo a la calle de pura excitación. Pero sientes que la dopamina fluye por tu circuito mesolímbico. Parece mentira pero una de tus intuiciones parece ser cierta. Sí, la intuición, ese desprestigiado recurso, que lejos de ser un pensamiento inacabado es la cristalización de muchos años de experiencia. Y es que estás a punto de cumplir 51 años, y de ellos la mitad los has pasado dedicado a esta tarea de buscar respuestas a algunas preguntas.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Se presenta el Manifiesto pedagógico “No es verdad”


Parece que el manifiesto “No es verdad” sigue su curso, y esta misma semana se vestirá de largo. Así, el próximo sábado 23 de mayo saldrá publicado en El País, y el jueves 28 de presentará en Madrid (Salón de Actos de CCOO, c/ Lope de Vega, 40) en un acto que contará con la presencia de Francesco Tonucci. La presentación en Sevilla tendrá lugar el día 1 de junio en el salón de actos de la flamante nueva Facultad de Derecho.

El manifiesto trata de rebatir la idea, muy extendida, de que la escuela española se está deteriorando a pasos agigantados. Opinión que ni es nueva ni exclusiva de nuestro país.

En él se recogen muchas ideas interesantes, como que no es verdad que la escuela no funcione como debiera debido a la introducción de innovaciones metodológicas, ya que, muy al contrario, la escuela sigue anclada en métodos y contenidos del pasado: transmisión directa de contenidos inconexos, desfasados e irrelevantes, aprendizaje mecánico y repetitivo, evaluación selectiva y sancionadora, etc. También argumenta en contra de que los alumnos de ahora sean peores que los de antes; o que hayan bajado los niveles de exigencia, ya que, muy al contrario, los contenidos tienden a aumentar de un año al siguiente.

En fin, un documento interesante que ha abierto un duro debate en los ámbitos educativos de nuestro país. En una entrada anterior nos hemos referido al manifiesto (ver aquí).

jueves, 14 de mayo de 2009

Abortar a los 16


Por fin el Gobierno se ha atrevido a modificar la ley que regula la interrupción voluntaria del aborto, y hoy mismo el Consejo de Ministros ha aprobado el cambio legislativo. Ya era hora. La ley anterior databa de 1985, un momento histórico en el que nuestra democracia era aún joven, y La Iglesia seguía manteniendo esa manía alimentada durante casi 40 años de dictadura de querer influir en las decisiones de los gobiernos de turno, como si todos los ciudadanos de este país fuesen borregos de su rebaño, y como si el reino de su Dios fuese de este mundo.

Como ya comenté en una entrada anterior (ver aquí), me preocupaba que la modificación de la ley no llegase a incluir la posibilidad de que las chicas mayores de 16 años pudiesen abortar sin tener que solicitar el consentimiento parental. La verdad es que no me parecía sensato que la Ley de Autonomía del Paciente, aprobada en 2002 y que permitía a las menores de 16 y 17 años tomar decisiones de forma autónoma sobre cualquier tipo de prestación sanitaria o intervención quirúrgica, estableciese algunas excepciones como la posibilidad de abortar. La razón es que, como he expuesto de forma reiterada en diversas entradas, un adolescente de 16 años o más tiene una capacidad cognitiva similar a la de una persona adulta. Al menos eso indica la evidencia empírica existente sobre este asunto.

Afortunadamente, esa restricción por edad se ha suprimido, y las chicas de 16 años o más no necesitarán el consentimiento parental para interrumpir voluntariamente su embarazo. Como yo suponía, y seguramente el gobierno también, este aspecto de la nueva ley es el que más rechazo está generando entre la opinión pública. Los argumentos en contra de la ampliación referida a la edad de la mujer que decide abortar no termino de entenderlos, y la verdad es que me gustaría conocerlos con más detalle. Sin embargo, llevo un par de días escuchando argumentos tan sólidos como estos: “es una auténtica animalada”, “es una salvajada”, “eso no hay quien lo entienda”. Algunos/as se aventuran algo más: “pero cómo va a pasar una chica por esa situación sin sus padres”.

Ya comenté hace unas semanas en este mismo blog que la ley no impedirá que la chica aborte en compañía de su padre, de su madre, y hasta de sus abuelos y vecinos, si lo considera oportuno. Pero, a partir de ahora, será ella quien decida qué hacer con su vida, sin que unos padres ilusionados por tener nietos tomen la decisión por ella. Aunque sospecho que, por fortuna, en muchas ocasiones las chicas consultarán con sus familiares una decisión tan importante para una mujer como es la interrupción de un embarazo no deseado. Y esto ocurrirá sobre todo en aquellas familias en las que exista una buena relación entre padres e hija, y la revelación de asuntos personales por parte de la adolescente sea algo frecuente.

Por lo tanto, un buen consejo para aquellos padres que no quieran verse apartados de tan importante decisión es que mantengan una buena relación con sus hijas, marcada por el apoyo, el afecto, el intercambio de ideas, el fomento de su autonomía y el respeto a sus decisiones. Cuando estos ingredientes estén presentes es más que probable que la chica hable con sus padres de su estado.

Tal vez, algún perspicaz lector encontrará una clara contradicción entre estos argumentos a favor de la capacidad de una menor para tomar decisiones con respecto a su embarazo, y mi defensa de la Ley de Responsabilidad Penal del Menor. Es posible, pero esta contradicción no es menor que aquella en la que incurren quienes consideran a una menor como suficientemente responsable como para ir a la cárcel pero inmadura como para poder abortar.


¡Ah!, se me olvidaba comentar que la ley no obliga a abortar a ninguna mujer, ya sea mayor o menor de edad. Se trata de una decisión libre y voluntaria.

domingo, 10 de mayo de 2009

Sobre el papel de los padres en el rendimiento escolar de sus hijos


Hace unas semanas la Fundación de Cajas de Ahorro presentó en Madrid el estudio Educación y Familia: los padres ante la educación general de sus hijos en España, realizado por los profesores de la Universidad Complutense Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez. El estudio recoge la opinión de padres y madres a partir de 820 encuestas, y aunque se trata de una investigación modesta, ofrece algunos resultados interesantes. Por ejemplo, según este estudio, los padres que se implican más en la educación tienen hijos que obtienen mejores calificaciones. Bien, ya sé que no es ninguna novedad, pero está bien disponer de más datos que destaquen el importante papel que desempeñan los padres.
Otro resultado de esta investigación puede parecer algo más sorprendente: contrariamente a lo que algunos piensan, cada vez son más los padres y madres que se implican de forma activa en la educación de sus hijos. Así, cuando se comparan los datos de este estudio con los de otro realizado en el año 2000, se observa un significativo aumento de la participación parental en tareas como apoyar en las tareas escolares o acudir a reuniones con los profesores. Por lo tanto, volvemos a encontrar alguna evidencia que contraría las ideas de que los mundos de la escuela y la familia se están resquebrajando y de que “cualquiera tiempo pasado fue mejor”.

Desde este blog me gustaría ofrecer algunas sugerencias que pueden ser de interés para padres y madres que quieran ofrecer ese apoyo a sus hijos, pero que no tengan claro cómo hacerlo, especialmente para quienes tienen hijos que se encuentran al comienzo de la educación secundaria, ya que a medida que niños y niñas van cumpliendo años sus madres y padres pueden tener más dudas sobre cómo ayudarles.


Algunas cosas que podéis hacer:

Mantened contactos con el centro escolar. Existen diferentes formas de hacerlo, desde hablar con el tutor/a, colaborar con el centro, o participar en los órganos de gestión como el Consejo Escolar o las AMPAS.

Hablad con vuestro hijo o hija de las cosas relacionadas con el colegio. De las asignaturas y actividades, de sus compañeras y compañeros, del profesorado... Es importante que sienta que os interesáis por lo que vive en el instituto.

Ayudadle a organizar su tiempo. Muchas veces no obtienen el máximo rendimiento de sus horas de estudio porque no saben cómo hacerlo. Madres y padres nos interesamos, pero a veces no vamos más allá del “trabaja duro”, y no les explicamos cómo hacerlo. Ayudadle a organizar su tiempo libre y supervisad su trabajo.

Prestad atención durante todo el curso a su trabajo y su rendimiento escolar, y no sólo cuando llegan las notas al final de cada trimestre.Mostraros atentos ante una disminución en su rendimiento. Las malas notas pueden significar muchas cosas: poco esfuerzo, desinterés, problemas personales –peleas con los compañeros o un desengaño amoroso- o dificultades de carácter más cognitivo, como problemas de comprensión lectora o con las matemáticas. Escuchad sus razones del suspenso, hablad con su tutor o tutora, no dramaticéis y animadle a seguir trabajando.

Apoyadle en las tareas escolares. Podéis hacerlo de distintas formas: ayudándole en tareas concretas cuando no entiende algún problema, cuando necesita ayuda para estudiar algún contenido, sugiriéndole dónde puede encontrar información... Preguntadle por lo que está estudiando, revisad sus esquemas y resúmenes..., pero ¡ojo!, no hagáis sus tareas. Es él o ella quien tiene que trabajar. Podéis darle vuestro apoyo y consejo, pero sin duda, el principal esfuerzo es suyo.

Motivadle y fomentad su interés. Hacedle ver lo importante que es lo que aprende en la escuela, y no sólo porque le va a servir en el futuro, sino que los contenidos escolares tienen un sentido y una utilidad aquí y ahora. Por ejemplo, la importancia que tienen los idiomas para navegar por internet, o la historia para entender los problemas sociales actuales.

Aportadle material y situaciones que favorezcan su aprendizaje. Es importante pueda disponer de recursos educativos como libros u ordenador. Igualmente, es fundamental hablar con vuestro hijo o hija sobre temas sociales, culturales e interpersonales y planificar algunas salidas o visitas de carácter cultural a museos, cines o conciertos.

Facilitad un ambiente de apoyo y confianza. Un contexto familiar positivo, en el que se combinen las exigencias con el apoyo, es fundamental para el buen ajuste escolar.

lunes, 27 de abril de 2009

Sobre la Ley de Responsabilidad Penal del Menor


Esta tarde al salir de un centro comercial una señora de mediana edad, con aspecto de tener mucho tiempo para dedicárselo a sí misma, me abordó con una amplia sonrisa de dientes blanquísimos para solicitar mi firma en contra de la Ley de Responsabilidad Penal del Menor. Cuando le comenté que no pensaba firmar en contra de lo que me parecía buena ley, cambió su sonrisa por una mirada de incredulidad, para ir apartándose después con algo de temor, como si tuviese delante de sí al mismísimo Jack el Destripador.

Supongo que hasta el momento de encontrarse conmigo habría recogido un buen montón de firmas, lo que explicaría su estupor ante mi negativa. La verdad es que no me extraña. Vivimos en un mundo muy globalizado y en el que los medios de comunicación tienen tanta presencia que un hecho ocurrido en cualquier lugar del primer mundo –lo que suceda ocurra en el tercero es otra cosa- nos llega como si hubiese acontecido en nuestro mismo vecindario, y nos genera la misma sensación de inseguridad. Los medios de comunicación tienen un efecto multiplicador que amplifican la percepción del riesgo real que corremos, de forma que vivimos permanentemente instalados en un estado de miedo. Miedo a la delincuencia juvenil, a la violencia sexual, a los inmigrantes, a las drogas, a la fiebre porcina, a las bandas albano-kosovares…Y cuando el miedo se instala en nuestros mecanismos cerebrales, termina por alterar la objetividad de nuestros juicios, condiciona nuestras relaciones con quienes nos rodean e influye en las políticas que apoyamos.

Creo que por eso, una ley progresista y que conlleva una serie de medidas reeducativas o rehabilitadoras, como la Ley de Responsabilidad Penal del Menor, ha llegado a generar tanto rechazo en una sociedad que no es excesivamente conservadora, ¿o tal vez sí? Es evidente que esta ley puede ser mejorada, sobre todo en lo que se refiere a su implementación: más recursos, personal mejor formado en los centros de internamiento, atención a los menores de 15 años no imputables y a sus familias, endurecimiento en el caso de delitos muy violentos, etc. Sin embargo, mejorar la ley no significa que deba ser retirada. Se me ocurren algunas razones a favor de su mantenimiento.

  1. Muchos adolescentes presentan déficits en el autocontrol de sus impulsos agresivos y falta empatía, lo que está relacionado con una sobreactivación de la amígdala y un escaso desarrollo órbito-frontal. Estos mecanismos cerebrales están en pleno proceso de maduración durante la adolescencia y muestran una gran plasticidad, por lo que la reclusión en centros reeducativos ofrece una magnífica oportunidad para el desarrollo de estos mecanismos relacionados con el autocontrol. En cambio, en un contexto hostil, como es la cárcel, es más que probable que la amígdala, y el sistema de ataque-huida, se mantengan en una situación de hipervigilancia poco propicia para el desarrollo de los circuitos de autorregulación. Es decir, no sólo desaprovecharemos la ocasión para influir en la maduración prefrontal, sino que contribuiremos a fortalecer la propensión a la criminalidad.
  2. Aunque factores genéticos y temperamentales desempeñan un papel importante en la criminalidad, hay una importante evidencia empírica que destaca la influencia de factores familiares, entre los que destacan la negligencia parental y los malos tratos físicos. Es decir, muchos de estos jóvenes delincuentes han tenido contacto con el sistema policial y judicial de la Administración, sin que antes los servicios de protección a la infancia hayan intervenido para impedir esos malos tratos, que a la postre han generado en el menor un comportamiento agresivo y delictivo. O sea, no les hemos protegido cuando debíamos hacerlo y ahora nos protegemos de ellos. ¡Muy bonito!, como diría mi abuela.
  3. Aunque no sea el argumento principal, también merece la pena hablar de motivos económicos, ya que aunque a corto plazo la rehabilitación en centros de internamiento bien dotados sea cara, a largo plazo supondría un ahorro para el Estado, ya que la cárcel implica una alta tasa de reincidencia. Ello conlleva un mayor gasto, tanto por el daño derivado de los sucesivos delitos como por el coste que supone el internamiento durante muchos años en periodos intermitentes.
  4. Tendemos a dividir la sociedad en víctimas y verdugos, en lobos y corderos, y naturalmente ni nosotros ni nuestros hijos estamos en el lado oscuro. Pero, como indican muchos estudios, los delitos menores cometidos por adolescentes son relativamente frecuentes, y nada nos debería llevar a pensar que nuestros hijos están exentos de entrar en contacto con el sistema judicial. En ese caso, ¿querríamos para nuestros hijos una ley severa y represiva o una ley rehabilitadora?

    Una última pregunta para concluir esta entrada, que ya va siendo más larga de lo habitual: ¿tienen tasas más bajas de criminalidad países que como Estados Unidos aplican a los menores penas similares a las de los adultos?

miércoles, 22 de abril de 2009

Influencias genéticas sobre el apego desorganizado o no resuelto


Aunque existe una abundante evidencia empírica que indica que el tipo de apego (seguro, ambivalente, evitativo o desorganizado) se construye en las interacciones que tienen lugar en la primera infancia entre el bebé y sus cuidadores, cada vez son más los datos que apuntan a la influencia de factores genéticos. Esta influencia no resulta sorprendente, ya que los genes están relacionados con el temperamento y el comportamiento del menor, lo que a su vez puede condicionar el trato por parte de sus cuidadores, es decir, lo que en genética de la conducta se denominan correlaciones reactivas entre genes y ambiente.

En una entrada anterior ya hicimos referencia a la asociación que algunos genes como el DRD2 y el HTRA mostraban con el tipo de apego adulto (ver aquí). Ahora, un estudio que acaba de publicar Developmental Psychology (aquí), viene a aportar más datos sobre esta influencia genética, en este caso sobre el apego inseguro desorganizado, o no resuelto (unresolved), que es como se denomina a este tipo de apego en sujetos adultos. Este estilo de apego, claramente desadaptativo, suele tener como antecedentes una situación prolongada de malos tratos, y los sujetos que muestran este estilo presentan desorientación y confusión en los procesos de razonamiento a la hora de interpretar distintas experiencias de pérdidas y traumas infantiles. El hecho de que algunos estudios hubiesen encontrado muy poca coincidencia entre hermanos en este modelo de apego sugería que el medio familiar compartido (shared environment) no parecía ser determinante del mismo, y apuntaba a la posibilidad de que la variabilidad genética fuese una fuente potencial de influencia del apego desorganizado.

El estudio que comentamos se llevó a cabo sobre una muestra de 86 sujetos adultos que habían sido adoptados durante su primer año de vida, y que fueron entrevistados mediante el Adult Attachment Inventory (Inventario de Apego Adulto) y sometidos a análisis de ADN. El gen analizado en esta ocasión fue el transportador de la serotonina (5-HTTLPR), que es un neurotransmisor implicado en la regulación emocional, por su relación con la reactividad de la amígdala.

Los resultados indicaron que una variación alélicas de dicho gen aumentaba de forma significativa la probabilidad de presentar un modelo de apego no resuelto. El hecho de que no se hallaran relaciones significativas entre las variaciones de dicho gen y algunas características temperamentales y psicológicas induce a pensar que tal vez no fueran los rasgos temperamentales del sujeto los que influyesen sobre el estilo de crianza parental, lo que a su vez llevaría a la desorganización del apego. Es decir, el papel mediador del temperamento en la relación entre genes y apego, no quedó demostrado. Ello lleva a los autores a preguntarse acerca de los mecanismos que subyacen en la relación entre la variante alélica corta del 5-HTTLPR y el apego no resuelto.

Una posibilidad es que los circuitos implicados en la regulación emocional, en cuyo desarrollo dicho gen desempeña un importante papel, se encuentren deteriorados. Estos circuitos, que integran a la amígdala y zonas medial y ventral de la corteza prefrontal, regulan la apreciación emocional de algunas experiencias o recuerdos de la infancia, lo que puede hacer que estos sujetos muestren una elevada intensidad afectiva en las conversaciones acerca de ciertas experiencias infantiles de pérdidas y rechazos que son propias del Adult Attachment Inventory. Ello hará más probable que estos individuos sean clasificados como “no resueltos”.

Por lo tanto, parece que más que las experiencias vividas en la infancia, es la defectuosa elaboración emocional posterior de dichas experiencias lo que hace que presenten un modelo de apego inseguro no resuelto.En fin, un estudio bastante interesante, no tanto porque demuestre las influencias genéticas sobre este tipo de apego, sino porque sugiere un interesante mecanismo neuropsicológico como el responsable de dicho déficit socio-emocional.

domingo, 19 de abril de 2009

Cuando la pareja se rompe: afrontando la separación


Cada vez es más frecuente que en algunas familias las desavenencias conyugales terminen en divorcio. Y más allá de sus propias emociones y dificultades, a muchas madres y padres les preocupan mucho los efectos y consecuencias que la separación puede acarrear sobre sus hijas e hijos. No todos los chicos y chicas viven la experiencia del divorcio de sus progenitores de la misma forma, porque dependerá de sus propias características personales y de otros aspectos como los recursos económicos, los amistades que tengan, etc. En este sentido, la edad de las hijas e hijos es crucial para que la adaptación a la nueva situación sea más o menos rápida. Son las niñas y los niños en edad preescolar los que sufren más alteraciones a corto plazo. Probablemente porque les cuesta más trabajo entender que su madre y su padre siguen siendo sus padres aunque no sigan juntos. Además, comprenden peor lo que ha provocado la ruptura y tienden a culparse a sí mismos.

Los chicos y chicas adolescentes suelen adaptarse más fácilmente a la nueva situación, ya que son más capaces de entender los motivos de la separación y la situación emocional por la que atraviesan sus progenitores. No obstante, cuando la separación se produce durante la adolescencia temprana (11-13 años), coincidiendo con los cambios físicos y sociales propios de esta etapa, puede generar mucho estrés en el chico o la chica adolescente, y los padres deberán mostrar especial cuidado para evitar los consecuencias negativas para el menor derivadas de una separación mal llevada. Para facilitar al adolescente esta transición los padres pueden seguir algunas indicaciones muy sencillas:

· Informar juntos a las hijas e hijos de la separación, ofreciéndoles una explicación acorde con su edad de los motivos que han llevado a la pareja a tomar tal decisión.

· Tener previstos todos los cambios que se van a producir en la vida de los hijas e hijos, comunicándoselos desde el primer momento. La separación de la pareja debería alterar lo menos posible su experiencia escolar y sus relaciones sociales.

· No forzar a las hijas e hijos para que tomen partido por el padre o la madre, mostrando una actitud de respeto mutuo y evitando transmitirles una visión negativa del otro.

· Nunca culpabilizar a hijas e hijos de la decisión, ni permitir que ellos mismos se culpabilicen. Explicarles que la separación tiene que ver con la relación de pareja, no con la relación con las hijas y los hijos.

· Es muy importante que, a pesar de la separación, hijos e hijas sigan manteniéndo el contacto con el padre y la madre, independientemente de quien se quede con la custodia legal.

Si además de la separación tiene lugar la formación de una nueva familia, como consecuencia de un nuevo emparejamiento de alguno de los padres, la situación puede ser algo más complicada, aunque ese asunto lo trataremos en otra entrada.