miércoles, 24 de febrero de 2010

¿ERES UNA MADRE O UN PADRE DEMOCRÁTICO?


¿Tienes un hijo o una hija en la adolescencia temprana y quieres saber si tu estilo educativo es democrático?
A continuación aparecen una serie de situaciones que probablemente te sean familiares. Señala si ante ellas crees que sueles comportarte como el padre/madre "a" o como el "b".

1. Después de clase tu hijo llega a casa enfadado, dice que no tiene hambre y se encierra en su cuarto. ¿Qué crees que harías?
a. Dejo que se desahogue, ya se le pasará el enfado.
b. Intento hablar con él, y le animo a que me cuente por qué está enfadado.

2. Los sábados, tu hija debe llegar a casa antes de las 2 de la madrugada, pero anoche llegó pasadas las 4. Es domingo por la mañana, tú...
a. La dejas por imposible, siempre hace lo que le da la gana.
b. Le preguntas por qué llegó tarde, le explicas que estabas muy preocupado y le pides que no vuelva a hacerlo más.

3. Tu hijo lleva unos días muy triste. Te ha confesado que ha roto con su novia, y se encuentra destrozado porque nunca querrá a nadie como quiere a esta chica. ¿Qué harías?
a. Le dices que ya se le pasará. Le insistes en que no vale la pena estar triste por eso, que la vida ya le enseñará cuales son los problemas de verdad.
b. Le animas a que te hable de sus sentimientos y lo escuchas de verdad, dándole importancia lo que está viviendo.

4. Es sábado por la mañana, día de hacer las tareas de la casa. Tu hijo dice que hoy no puede hacerlas porque juega un partido de fútbol y que ya limpiará su cuarto por la tarde.
a. Le dices que limpiar su habitación es una obligación, así que hasta que no limpie no puede irse.
b. Le pides que se comprometa de verdad a hacerlo por la tarde. Llegasteis a un acuerdo y mantener limpia su habitación es su obligación.

5. Tu hijo llegó anoche bastante mareado, evidentemente había bebido porque andaba dando tumbos y no paraba de hablar. Hoy es domingo y es la hora del almuerzo, así que tu:
a. Olvidas el tema, beber es normal, de hecho, a su edad tú también lo hacías.
b. Le preguntas dónde estuvo por la noche, y qué había bebido. Intentas hacerle ver que beber alcohol en exceso es peligroso.

6. Una amiga te ha dicho que ayer vio a tu hija de 14 años besándose con un chico en un parque. En cuanto tu hija llega de clase
a. La castigas y le dices que es muy joven para andar ya besándose con chicos.
b. Le preguntas si es cierto lo que te ha dicho tu amiga, y, si es así, te interesas por saber quién era ese chico.

7. La misma discusión de siempre con tu hijo: quiere que le compres una moto.
a. Tú te niegas a comprársela, es peligroso y punto.
b. Después de escucharle le explicas las razones por las que no se la quieres comprar.

8. Tu hija está cansada de las clases de inglés y de música. Quiere dejarlas porque no tiene tiempo para estar con sus amigas y prefiere apuntarse a un gimnasio.
a. Le dices que de dejar las clases ni hablar. Si quiere, puede apuntarse al gimnasio, y a las amigas ya las verá en el fin de semana.
b. Le hablas de la importancia que tienen los idiomas hoy en día y tratas de convencerla para que no lo deje. En cualquier caso, tratas de llegar a un acuerdo con ella.



Corrección
Las opciones tipo b son las que corresponderían a un estilo democrático. Cuantas más opciones tipo b hayas elegido, más democrático es tu comportamiento
.

martes, 16 de febrero de 2010

Desarrollo psicológico en las nuevas estructuras familiares


En una entrada anterior hice referencia a un estudio sobre diversidad familiar que las universidades del País Vasco y Sevilla habíamos llevado a cabo (ver aquí). Este estudio ponía de manifiesto que otras estructuras familiares diferentes a la tradicional (monoparentales, homoparentales, adoptivas, reconstituidas o múltiples) podían ser contextos tan favorables o más para el desarrollo de niños y niñas. El estudio había sido financiado por la Fundación BBVA que había decido no publicarlo, probablemente porque los resultados no fueron de su agrado.

En la actualidad estamos tramitando su publicación a través de los servicios de publicaciones de las universidades vasca e hispalense, pero mientras tanto, un resumen de dicho estudio constituye uno de los capítulos del libro “Desarrollo psicológico en las nuevas estructuras familiares”, que hemos coordinado el profesor Enrique Arranz y yo mismo y que acaba de publicar la editorial Pirámide.

En este texto, en el que también escriben especialistas pertenecientes a cuatro universidades españolas y al mundo profesional de la intervención familiar, se presenta una panorámica actualizada sobre los conocimientos acerca de las relaciones entre las nuevas estructuras familiares y el proceso de desarrollo psicológico en la infancia y la adolescencia. En sus capítulos se abordan las fortalezas y debilidades de las familias monoparentales, adoptivas, recurrentes a las técnicas de reproducción asistida y homoparentales. También se presentan los recursos de evaluación e intervención disponibles hoy día ante la diversidad familiar.

En definitiva, un libro que puede resultar de interés para aquellos profesionales que trabajan en el campo de la intervención familiar y que deseen actualizar sus conocimientos sobre diversidad familiar.

sábado, 6 de febrero de 2010

Deseo sexual masculino y deseo sexual femenino


Las opiniones acerca de las diferencias en deseo sexual de hombres y mujeres oscilan entre el tópico, que atribuye a los varones un deseo más intenso, y lo políticamente correcto, que niega la existencia de diferencias. Se trata de un asunto interesante al que los investigadores han prestado poca atención, de tan entusiasmados como han estado analizando los riesgos y peligros asociados a la sexualidad más que las vivencias o los aspectos positivos vinculados a la misma. En este post trataré de exponer algunas ideas sobre este apasionante tema.

Cuando se habla de deseo sexual, se suele hacer referencia a dos fenómenos que no son totalmente equivalentes: la propiocetividad, o la urgencia a buscar e iniciar actividad sexual, y la receptividad o excitabilidad, que sería la capacidad para mostrar interés por el sexo ante ciertos estímulos facilitadores. La evidencia empírica indica que mientras que la propioceptividad se mostraría muy dependiente de los niveles hormonales (testosterona en el varón y estrógenos y testosterona en la mujer), la excitabilidad es relativamente independiente de los niveles de hormonas gonadales, y por ello estaría presente en los años que preceden a la pubertad.

Es bien sabido que las mujeres tienen niveles más bajos de andrógenos, y que experimentan unos niveles elevados de estrógenos sólo durante algunos días del mes. Por el contrario, los hombres tienen niveles más constantes y más altos de andrógenos. Aunque ello ha llevado a muchos autores a sugerir que los hombres muestran un mayor deseo sexual, tal vez sea más correcto apuntar a que las diferencias son de carácter cualitativo, ya que las mujeres presentarían un deseo sexual no menos intenso sino menos constante, puesto que aparecería con mucha intensidad pero sólo en algunos momentos del ciclo menstrual. En esos días la mujer mostraría tanta urgencia como el hombre a buscar contactos sexuales, pero en los restantes su deseo sería menos propioceptivo y más receptivo o dependiente de la estimulación externa.

Esto podría explicar por qué la situación y el contexto parecen desempeñar un papel más importante a la hora de estructurar los deseos y conductas sexuales de las mujeres, que mostrarían una mayor plasticidad sexual que los hombres. Por esta plasticidad quiero decir que la sexualidad femenina es más maleable y cambiante, más responsiva a factores sociales, culturales e interpersonales, más sujeta a cambios en respuesta a circunstancias externas y más variable a lo largo del ciclo vital. No es extraño, si tenemos en cuenta esta dependencia contextual, que los consistentes mensajes que aún suelen recibir las niñas, por parte de instituciones religiosas o educativas, los mass media, o incluso las familias, con respecto a lo inapropiado que resulta el mostrarse sexualmente activas tenga consecuencias negativas sobre cómo viven su sexualidad. Por poner sólo un ejemplo, la disfunción sexual más frecuente entre las mujeres estadounidenses es la ausencia de deseo sexual, reconocida por una de cada tres mujeres de más de 18 años.

Otra interesante diferencia cualitativa entre sexos es que esta mayor plasticidad femenina hace que las mujeres muestren una mayor capacidad que los hombres para experimentar patrones de atracción bisexual, pues entre ellas es mucho más probable la coexistencia de deseo hacia el mismo y hacia el otro sexo. Muchas mujeres experimentan esta atracción por personas de su mismo sexo en algunos momentos de sus vidas y no describen esta atracción como una fase temporal, sino como una experiencia surgida en unas circunstancias concretas con una persona en particular, lo que apunta claramente a esa mayor plasticidad.

Pues bien, teniendo en cuenta estos datos ¿quién se atreve a defender la superioridad del deseo sexual masculino? Yo desde luego no.