En una entrada anterior hacíamos referencia al papel que desempeñan algunos genes en el desarrollo de un tipo de apego claramente desadaptativo como es el apego desorganizado. En esta ocasión nos referiremos a los hallazgos de un reciente estudio que ha aportado evidencia empírica acerca de la implicación genética en el estilo de apego adulto. Es cierto que algunos estudios realizados en el campo de la genética de la conducta no habían encontrado rastros de influencias genéticas sobre el apego infantil, y la mayor parte de la variabilidad era explicada por factores ambientales: el entorno de crianza experimentado por el niño, y más concretamente la relación establecida con el cuidador principal. Pero también hay que mencionar la evidencia sobre las contribuciones genéticas al estilo de apego halladas en estudios con adultos. Una gran parte de estos estudios con adultos han usado el Experience of Close Relationships inventory (Brennan et al, 1998), que evalúa dos dimensiones en las relaciones de pareja, ansiedad y evitación; la primera claramente vinculada al apego inseguro ambivalente y la segunda al apego inseguro evitativo. He usado este cuestionario en algún estudio y ha funcionado relativamente bien.
Un estudio reciente (Gillath, Shaver, Baek y Chun, 2008) ha analizado el papel que algunos genes, sobre los que existe cierta evidencia de que están implicados en las relaciones sociales y afectivas, desempeñan en el desarrollo del apego adulto. En concreto se consideraron algunas versiones de tres genes, uno claramente relacionado con los receptores de la dopamina (DRD2), que está vinculada a algunas conductas sociales disfuncionales; el segundo gen estudiado está relacionado con los receptores de serotonina, neurotransmisor implicado en el comportamiento social y en algunos trastornos afectivos, como la depresión y (HTR2A). El tercer gen guardaba relación con los receptores de oxitocina, cuyo papel en los vínculos afectivos está más que demostrado (OXTR).
Un estudio reciente (Gillath, Shaver, Baek y Chun, 2008) ha analizado el papel que algunos genes, sobre los que existe cierta evidencia de que están implicados en las relaciones sociales y afectivas, desempeñan en el desarrollo del apego adulto. En concreto se consideraron algunas versiones de tres genes, uno claramente relacionado con los receptores de la dopamina (DRD2), que está vinculada a algunas conductas sociales disfuncionales; el segundo gen estudiado está relacionado con los receptores de serotonina, neurotransmisor implicado en el comportamiento social y en algunos trastornos afectivos, como la depresión y (HTR2A). El tercer gen guardaba relación con los receptores de oxitocina, cuyo papel en los vínculos afectivos está más que demostrado (OXTR).
El estudio se llevó a cabo sobre 147 estudiantes universitarios con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años. Los participantes cumplimentaron el ECR inventory –para evaluar la ansiedad y la evitación en las relaciones afectivas-, el Big Five Inventory –como medida de la personalidad- y, además, proporcionaron muestras de saliva que fueron sometidas a análisis de ADN. Los resultados indicaron que, una vez controlados los efectos de la personalidad, se hallaron relaciones significativas entre polimorfismos de los genes relacionados con la captación de la dopamina y la serotonina y las dos dimensiones del apego adulto. Así, la ansiedad en el apego era más alta entre quienes tenía dos copias del alelo A1 del gen DRD2, mientras que un patrón de alelos del gen HTRA, relacionado con la captación de la serotonina, era más frecuente entre los sujetos evitativos. En el caso del gen vinculado con los receptores de oxitocina, la relación no fue significativa.
Los resultados del estudio sugieren que algunos genes o polimorfismos genéticos predisponen a los individuos a desarrollar un tipo concreto de inseguridad en el estilo de apego: ansiosa o evitativa. No obstante, no contradicen los datos de la literatura empírica sobre apego referente al papel fundamental que desempeña la relación temprana con el cuidador principal en el desarrollo del estilo de apego. Por otra parte, es muy probable que estos polimorfismos genéticos influyan en la actitud y comportamiento del niño, lo que condicionaría la conducta del cuidador hacia el menor y, por lo tanto, el apego establecido. Finalmente, merece la pena señalar que los datos disponibles hasta el momento indican una mayor influencia genética sobre el apego adulto que sobre el infantil, lo cual no resulta extraño si tenemos en cuenta que algunos estudios longitudinales han encontrado que factores genéticos influyen diferencialmente sobre rasgos concretos de personalidad a diferentes edades. No obstante, el tipo de instrumento usado para evaluar el apego en la infancia (Situación del Extraño) y en la adultez (ECR Inventory o Adult Attachment Inventory) puede estar relacionado con la mayor heredabilidad encontrada tras la adolescencia.
Gillath, O., Shaver, P. R., Baek, J.M & Chun, D. S. (2008). Genetic correlates of Adult Attachment Style. Personality and Social psychology Bulletin, 34, 1396-1405.
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