Resulta más que evidente que hay muchos tipos de madres y padres. Basta pensar en personas de nuestro círculo próximo y encontraremos una gran diversidad: afectuosos, estrictos, pasotas, sobreprotectores, desorientados, despistados, razonables, etc. El listado podría ser interminable, no obstante, los psicólogos venimos usando desde hace algún tiempo una tipología que ha tenido bastante aceptación: democráticos, autoritarios, permisivos e indiferentes. Después de varias décadas de estudios sobre este tema, la evidencia empírica apoya claramente la idea de que uno de estos cuatro estilos parentales de crianza favorece el desarrollo y el ajuste de los hijos más que los otros. Como ustedes ya habrán imaginado, se trata del estilo democrático, etiqueta que reservamos a aquellos padres que son cariñosos, muestran su apoyo al menor, supervisan y ponen límites a su comportamiento y promueven su autonomía. La importancia del estilo parental para el desarrollo y el ajuste de los hijos no se limita a la infancia, ya que durante la adolescencia, especialmente en su primera etapa, la influencia de los padres sigue siendo muy acusada.
Es cierto que no faltan críticos a esta influencia, y autores como Judith Harris y Steve Pinker la han negado insistentemente, otorgando a los padres una escasa capacidad para influir sobre sus hijos. No obstante, y aunque algunos rasgos de la personalidad infantil parecen tener una importante influencia genética, hoy por hoy los resultados de la investigación son concluyentes e indican que el estilo parental va a determinar en gran medida el ajuste y el comportamiento de niños y adolescentes (aquí). Así, podemos decir que mientras que el estilo democrático suele tener como consecuencia chicos y chicas más ajustados y felices, los hijos de padres autoritarios –mucho control y poco afecto y promoción de autonomía- suelen desarrollar problemas emocionales y tener baja autoestima, y los de padres permisivos –mucho afecto y poco control- problemas comportamentales. Sin ninguna duda, la situación más desfavorable es la de los niños y adolescentes con padres indiferentes, que ni controlan ni proporcionan apoyo y afecto.
Es cierto que no faltan críticos a esta influencia, y autores como Judith Harris y Steve Pinker la han negado insistentemente, otorgando a los padres una escasa capacidad para influir sobre sus hijos. No obstante, y aunque algunos rasgos de la personalidad infantil parecen tener una importante influencia genética, hoy por hoy los resultados de la investigación son concluyentes e indican que el estilo parental va a determinar en gran medida el ajuste y el comportamiento de niños y adolescentes (aquí). Así, podemos decir que mientras que el estilo democrático suele tener como consecuencia chicos y chicas más ajustados y felices, los hijos de padres autoritarios –mucho control y poco afecto y promoción de autonomía- suelen desarrollar problemas emocionales y tener baja autoestima, y los de padres permisivos –mucho afecto y poco control- problemas comportamentales. Sin ninguna duda, la situación más desfavorable es la de los niños y adolescentes con padres indiferentes, que ni controlan ni proporcionan apoyo y afecto.
Durante la infancia, no resulta fácil evaluar el estilo parental, ya que el método más utilizado en la investigación, el cuestionario o entrevista a los padres, se ve demasiado afectado por la deseabilidad social, y la mayoría de padres y madres responden tratando de dar una imagen muy favorable de sí mismos: todos son superdemocráticos. La observación del estilo parental tampoco está libre de problemas metodológicos.
En cambio, durante la adolescencia la cosa es menos complicada, ya que la mayor madurez de los menores permite que sean ellos mismos quienes proporcionen la información acerca de los estilos educativos de sus padres.
La mayoría de cuestionarios existentes suelen evaluar las dos dimensiones fundamentales del estilo parental: el afecto y el control. Sin embargo, existen otras dimensiones que también es preciso tener en cuenta a la hora de definir el estilo de padres y madres. Con la finalidad de superar ese inconveniente hemos elaborado un cuestionario fácil de aplicar a adolescentes para que ellos mismos valoren 6 dimensiones del estilo de sus padres: afecto, control conductual, control psicológico, promoción de autonomía, revelancia y humor. El cuestionario ha mostrado una buena validez y las dimensiones consideradas se relacionaron de forma significativa con diversos indicadores del ajuste emocional y comportamental de los adolescentes que lo cumplimentaron.
En siguientes entradas seguiremos tratando el tema de los estilos parentales. Si te interesa el cuestionario mira aquí.