miércoles, 24 de junio de 2009

¿Para cuándo una entrada sobre la resiliencia?


Eso es lo que se estarán preguntando algunos seguidores de este blog, ya que a pesar de que el concepto de resiliencia es uno de los más “in” en el terreno de la psicología, como indican las numerosas publicaciones que tratan de este asunto, aún no he tratado ni tan siquiera de refilón este tema tan popular.

La resiliencia tiene que ver con las diferentes reacciones individuales antes situaciones traumáticas, y quizá su definición más popular sea la de una adaptación positiva a pesar de experiencias de adversidad o trauma. Es decir, aunque hay una importante evidencia acumulada acerca de los efectos negativos que sobre el ajuste psicológico tienen algunas situaciones tales como la pobreza, la muerte de familiares cercanos, o la depresión materna, muchas personas consiguen atravesar estas adversidades sin sufrir secuelas emocionales. Y no siempre se trataría de una recuperación surgida después de un periodo de sufrimiento psicológico, sino que, en algunos casos, los procesos adaptativos podrían entrar en acción desde el primer momento y estos sujetos resilientes permanecerían en niveles funcionales a pesar de las experiencias adversas.

En realidad creo que merece la pena distinguir entre dos enfoques o acercamientos a este concepto, el europeo y el norteamericano. En el primer caso, representado por autores de la escuela francesa como Boris Cyrulnik, la resiliencia puede entenderse como un crecimiento personal surgido a raíz de una experiencia traumática. En esta acepción, quizá la más popularizada, muchos sujetos no sólo no experimentarían daño emocional sino que conseguirían salir fortalecidos de una situación vital estresante, siendo el crecimiento postraumático el rasgo más característico de la resiliencia. Algunos autores han dividido en tres categorías este crecimiento personal: cambios en uno mismo (aumento de la confianza y seguridad en la capacidad para enfrentarse a situaciones difíciles); cambios en las relaciones interpersonales o fortalecimiento de los vínculos con otras personas a partir de la adversidad; y cambios en la filosofía de vida o en las ideas sobre las que se construye la forma de entender el mundo.

La segunda acepción de este concepto suele estar presente en la psicología norteamericana, y tiene un significado similar al de los factores de protección o invulnerabilidad. Se trataría de la idea observada en muchos casos de que no todos los sujetos que atraviesan una situación traumática experimentan daños psicológicos ya que algunos consiguen mantener un buen ajuste emocional, aunque en este caso no es necesario que exista crecimiento personal.

Aunque podríamos pensar que lo que caracteriza a estos sujetos resilientes son ciertos rasgos personales, tales como como una elevada autoestima o una visión optimista de la vida –algo que es cierto-, los factores que determinan la resistencia o incluso el crecimiento personal ante la adversidad no siempre se sitúan en el propio sujeto. En muchos casos se trata de factores externos, como el apoyo parental, una sólida relación de pareja o las relaciones emocionales estrechas con los amigos.

En definitiva, el concepto de resiliencia puede situarse en el ámbito de la Psicología Positiva, y pone de manifiesto que las personas tienen una enorme capacidad adaptativa, y que la falta de duelo o sufrimiento personal tras una experiencia traumática, como la muerte de un familiar, no indica insensibilidad o desajuste emocional sino más bien todo lo contrario, una actitud saludable y positiva ante la vida.

viernes, 19 de junio de 2009

Repescando entradas: El cerebro femenino


Estamos a final de curso, y entre el trabajo atrasado, los exámenes y los fines de semana en busca de algo de frescor playero, queda poco tiempo para mantener un adecuado ritmo de entradas en el blog. Algunos pensaran que tengo mucho morro, pero como lo del blog es una diversión y tampoco se trata de estresarse, voy a repescar algunas de las entradas antiguas que considero interesantes o divertidas. Prometo no abusar.
Comienzo con ésta sobre el cerebro de la mujer, y lo que podría considerarse un nuevo femenismo de nuevo cuño, que en lugar de abogar por la igualdad marca las diferencias entre hombre y mujer para acentuar la superioridad femenina (aquí).

martes, 16 de junio de 2009

La felicidad infantil y la escuela


Hoy se ha presentado un estudio dirigido por Gonzalo Jover, catedrático de pedagogía de la Universidad Complutense de Madrid acerca de la felicidad de los niños y niñas españoles. Lo que he leído en algunas de las informaciones aparecidas en diversos medios de comunicación no me permite sacar una conclusión definitiva acerca del estudio, aunque me parece que, a pesar de su repercusión mediática, se trata de un trabajo modesto. Sin embargo, me ha interesado leer cómo el punto de partida de este estudio es un reciente informe de UNICEF sobre las condiciones de vida de la infancia en países económicamente avanzados. Según este informe, los niños españoles son los más felices sólo por detrás de los de los Países Bajos. Este dato no hace sino confirmar la segunda posición en el ranking mundial elaborado por la ONG Save the Children para evaluar el bienestar de la infancia en 137 países (Child Development Index- ver aquí).

Estos resultados me llevan a pensar que a pesar de los resultados no demasiado favorables del informe PISA, podemos presumir del buen nivel que nuestros niños y niñas alcanzan en indicadores tan importantes, como son estos referidos al nivel de bienestar y felicidad. Si estos datos los unimos a los que indican que, a pesar de sus buenos resultados en el informe PISA, los adolescentes finlandeses muestran unas tasas de suicidio muy elevadas, tenemos que pensar que la realidad es más compleja de lo que parece a primera vista, y que ni nuestro sistema educativo es tan desastroso, como a veces se nos quiere hacer ver, ni en Finlandia es oro todo lo que reluce.
Es cierto que los niveles de felicidad de los niños no dependen de forma exclusiva de lo que ocurre entre los muros del colegio, puesto que la familia contribuye de forma fundamental al bienestar infantil, y tanto la felicidad española como la infelicidad finlandesa, puede depender de muchos factores ajenos a la escuela. Así, el estudio presentado hoy encuentra que los niños identifican la felicidad sobre todo con una vida familiar plena y con tener amigos. Pero también habrá que reconocer que el rendimiento escolar se ve influido por variables extra-escolares.

Pero centrándonos en la responsabilidad que el sistema educativo puede tener sobre ambos aspectos, rendimiento académico y felicidad personal, hay que decir que la escuela debería fijarse entre sus objetivos la promoción de estas dos dimensiones, y no centrarse de forma exclusiva en lo académico. Lograr un equilibrio entre ambos no es una tarea sencilla, y aunque no es un debate nuevo, no debemos olvidar que la escuela también debe contribuir de forma decisiva al desarrollo socio-emocional de niños y adolescentes. Ya sé que a algunos lenguaraces, con poca experiencia y formación en estos asuntos pero que tratan de sentar cátedra desde su ignorancia, esto le parecerá una auténtica gilipollez, pero en mi opinión una sociedad sana no sólo necesita de niños y adolescentes con conocimientos de lengua y matemáticas, sino de ciudadanos felices y satisfechos que puedan contribuir al desarrollo de la sociedad en la que viven.

martes, 9 de junio de 2009

La infancia en fotos

Muchas de las entradas de este blog tienen a la infancia como motivo principal, esta también. Sin embargo, en este post voy a escribir poco y voy a dejar que hablen por sí solas una serie de imágenes que muestran a niños y niñas de distintos países a lo largo del último siglo. Son instantáneas tomadas por algunos de los mejores fotógrafos que hemos tenido, como Robert Doisneau, David Seymour, W. Eugene Smith o Sebastiao Salgado. Estas fotografías nos suscitan emociones ambivalentes y nos revelan que la historia de la infancia oscila entre momentos de enorme felicidad y de mucho sufrimiento, y es que la algunas de estas fotos nos permiten asomarnos a historias muy desgraciadas que nos hacen sentir vergüenza por la comodidad y la opulencia de la vida de nuestros hijos.







sábado, 6 de junio de 2009

Exposición a los media y problemas en la infancia y adolescencia



Tengo que reconocer que a veces siento unas enormes ganas de darle toda la razón a quienes, como Steve Pinker y Judith Harris, piensan que los padres ejercen una escasa influencia sobre las características psicológicas y conductuales de sus hijos. El motivo no es otro que la enorme cantidad de amenazas que se ciernen sobre niños y adolescentes, según los profesionales de la psicología nos encargamos de inventariar: el consumo de drogas, la violencia, la comida basura, el sexo, los videojuegos, la televisión…Entiendo que muchos padres y madres se sientan totalmente abrumados ante tantas amenazas y no sepan cómo defender a sus retoños, y también comprendo que algunos empiecen a estar hasta las narices de tanto psicólogo agorero y abracen ideas innatistas que les liberen de tanta responsabilidad:”Si depende de los genes no tendré que preocuparme tanto de cómo proceder con mis hijos”

Y comento lo anterior porque leo en ScienceDaily la reseña de un artículo publicado en JAMA sobre cómo la facilidad de acceso a los media aumenta el riesgo para desarrollar numerosos problemas de salud. En ese artículo el profesor de la Universidad de Nuevo Mexico, Victor C. Strasburger, explica cómo cada vez es más frecuente que los niños tengan un fácil acceso a videojuegos, Internet, DVDs y televisión, ya que cada vez es mayor el número de menores que disponen de estos aparatos en su propia habitación y que pasan más de 6 horas diarias en contacto con estos divertimentos de nueva generación.

El problema, según argumenta el doctor Strasburger, es que hay una clara evidencia empírica acerca de la influencia que el acceso a los media tiene sobre muchos trastornos propios de la infancia y adolescencia. Por ejemplo, la relación entre el consumo de televisión o videojuegos y la conducta agresiva está muy bien documentada. Aunque habría que precisar que esta relación se da sólo cuando el contenido de juegos y programas es violento. También se apuntan en el artículo otros riesgos como la influencia que el visionado de escenas de cine o televisión en las que se consume tabaco u otras drogas tiene sobre la iniciación en este hábito. Lo mismo puede decirse del sexo. O cómo los trastornos de la alimentación han aumentado de forma dramática en algunos países como consecuencia de la introducción de series americanas en la programación de TV. O la relación entre la obesidad y los anuncios sobre comida basura que asaltan la tranquilidad de nuestro salón.

En fin, un buen ramillete de amenazas que penetran en nuestro hogar a través de los canales más variados, y que supone que madres y padres tengamos que supervisar de cerca muchas de las actividades que nuestros hijos realizan en su tiempo de ocio.

La verdad es que no sé cómo tranquilizar a cualquier padre inquieto ante tanto peligro potencial, puesto que la evidencia apuntada por Strasburger parece inapelable. No obstante, creo que a veces a muchos psicólogos y educadores se nos va la mano en esa apelación que hacemos a la importancia de la supervisión parental. O si no juzguen ustedes mismos echándole un vistazo al artículo en ScienceDaily (aquí), seguro que notan como empiezan a temblarles las piernas según avanza la lectura.

martes, 2 de junio de 2009

Genes y redes sociales


Hay que reconocer que los estudios de los profesores James Fowler y Nicholas Christakis, de las universidades de San Diego y Harvard respectivamente, no dejan indiferente. En una entrada anterior nos referimos a sus hallazgos sobre como se contagia la felicidad (ver aquí), aunque también son conocidos sus investigaciones sobre como se propagan a través de las redes sociales la obesidad o el tabaquismo. Ahora muestran en un nuevo estudio que la facilidad para hacer amigos y construir redes sociales amplias está influida por factores genéticos.

El diseño utilizado por Fowler y Christakis es uno de los más empleados en el campo de la genética de la conducta, el estudio de gemelos. Se trata de un método clásico que ya fue empleado por Galton en 1876, y que consiste en la comparación del parecido entre gemelos idénticos o univitelinos y gemelos distintos o bivitelinos. Ambos tipos de gemelos nacen en el mismo momento y suelen compartir experiencias prenatales y familiares, sin embargo, mientras que los primeros son genéticamente iguales, los segundos comparten aproximadamente un 50% de sus genes. Cabe esperar que si la herencia genética afecta a una determinada característica o rasgo conductual o psicológico los gemelos idénticos se parecerán más entre sí que los distintos. Es decir, la mayor similitud de los primeros no sólo será física.

Pues bien, el estudio, realizado sobre 1100 parejas de gemelos adolescentes, encontró que los gemelos idénticos tienden a ocupar posiciones similares en las redes sociales, algo que no ocurre con los gemelos fraternos. Así, los profesores diferencian entre dos tipos de sujetos, a grandes rasgos, aquellos que tienden a mostrar una gran sociabilidad y a situarse en el centro de amplias redes sociales (sujetos eje), y quienes, por el contrario se muestran menos sociables y son menos populares (sujetos periferia). Pues bien, el ser eje o periferia es algo que parece venir en nuestros genes. Entiendo que algunos lectores que hayan invertido una gran cantidad de dinero en que su psicoanalista descubra cuáles son las raíces de su introversión o timidez se sentirán incómodos ante estos datos. No obstante, pueden ver el lado positivo del asunto: aún están a tiempo de ahorrarse mucho dinero.

Hay un aspecto de estos resultados que requieren de explicación, ¿si la capacidad de construir redes sociales tiene un evidente valor adaptativo y contribuye a la supervivencia del individuo y de sus genes (proporcionando protección, información, recursos), cómo es que este rasgo no ha sido seleccionado y existen tantas diferencias individuales?

La respuesta la proporcionan los mismos investigadores cuando explican que la sociabilidad no siempre tiene que ser adaptativa, ya que su valor para la supervivencia dependerá de factores contextuales. Por ejemplo, ante una epidemia o pandemia, es evidente que aquellos sujetos que se mantengan en la periferia de las redes sociales tendrán menos probabilidad de contagiarse (Estoy seguro de que el lector atento encontrará más situaciones en las que la introversión puede venir muy bien: más tiempo para leer, para arreglar el jardín…). Ello explicaría el mantenimiento de esos rasgos conductuales, aparentemente desadaptativos.

Para terminar, me gustaría hacer referencia a las habilidades de Fowler y Christakis para vender su producto, a pesar de que estos afamados investigadores no aportan nada nuevo acerca de los procesos psicológicos que median la relación entre genes y construcción de redes sociales. Hace más de 20 años que existen datos que indicaban una heredabilidad importante de rasgos como la sociabilidad y la introversión, sin embargo, ningún estudio previo había tenido tanto impacto en los medios de comunicación. Debe ser que estos investigadores son sujetos ejes y los anteriores eran sujetos periferia.

¿No será que Fowler se asemeja a alguien famoso?


James Fowler ............................................. Kevin Spacey