viernes, 23 de noviembre de 2012

Uso y riesgo de adicciones a las nuevas tecnologías




Las nuevas tecnologías, especialmente internet, se han introducido en nuestras vidas cambiando por completo la forma en que trabajamos, estudiamos, nos divertimos o nos relacionamos. Todo resulta más fácil ahora, ganamos tiempo que podemos dedicar a otras actividades y ahorramos dinero en nuestras comunicaciones. Son tantas las posibilidades que nos ofrecen que nos resultaría muy difícil vivir sin internet o sin móvil. Sin embargo, junto a esos indudables beneficios surge la preocupación acerca de los riesgos derivados de su uso. Y los psicólogos, con ese afán desmedido que tenemos de patologizarlo todo, ya comenzamos a hablar de adicción a internet.

Esta preocupación lleva a que hayan empezado a surgir algunos estudios que tratan de obtener información acerca del uso de estas nuevas tecnologías y responder a algunas preguntas: cómo y cuánto se usan, para qué, quiénes lo usan más, cuáles son los factores que influyen en su uso, etc.

Pues bien, en el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla y en virtud de un convenio con la Consejería de Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, hemos llevado a cabo un estudio para dar respuesta a algunas de estas preguntas. El trabajo se llevó a cabo sobre 1600 adolescentes y jóvenes andaluces con edades comprendidas entre los 12 y los 34 años.

Los resultados, que acaban de ser publicados (ver aquí), ofrecen una visión muy detallada acerca del uso de estas nuevas tecnologías.  En el estudio también recogimos información acerca de lo que podría considerarse un uso adictivo y de los factores personales y contextuales relacionados con dicho uso. Entre los primeros hay que destacar los síntomas depresivos, la insatisfacción vital y, sobre todo, el bajo autocontrol.  Entre los segundos, la escasa cohesión familiar. Es decir, el uso adictivo fue más frecuente entre aquellos sujetos más jóvenes, de mayor nivel socio-económico, con menor autocontrol y satisfacción vital,  con más síntomas ansiosos-depresivos y que perciben un contexto familiar menos cohesionado.  No resulta extraño que la capacidad para controlar  el propio comportamiento aparezca como un importante factor de riesgo, ya que hay una importante evidencia empírica que señala el papel que desempeña el bajo autocontrol en el desarrollo de algunas adicciones.  Si tenemos en cuenta que el autocontrol dista aún mucho de haber madurado durante los años de la adolescencia, no es extraño que las puntuaciones en adicción a internet sean más elevadas entre los sujetos de menos de 25 años.

Otro dato interesante es el relativo a la relación encontrada entre el uso de internet y la calidad de las relaciones con los iguales. Así, y contrariamente a lo que podría esperarse, el uso intensivo y adictivo se dio en mayor medida entre aquellos jóvenes que mostraban mejores relaciones con los iguales. No puede decirse que nuestros datos apoyen la idea del ciberadicto como una persona huraña y solitaria que se refugia en el mundo virtual para compensar la falta de relaciones sociales en el mundo real.

En definitiva, un estudio que se suma a la literatura empírica disponible sobre este tema.

Oliva, A., Hidalgo, M, V., Moreno, M. C., Jiménez, L., Jiménez, A., Antolín, L. y Ramos, P.(2012). Uso y riesgo de adicciones a lasnuevas tecnologías entre adolescentes y jóvenes andaluces. Sevilla:Aguaclara. 


martes, 13 de noviembre de 2012

Family Structure and Child Adjustment in Spain (Estructura familiar y ajuste infantil en España)





La transmisión a la sociedad de los resultados de la investigación que se realiza en el ámbito académico no suele ser inmediata. Con frecuencia el tiempo transcurrido entre la finalización de un estudio y su publicación en revistas científicas suele ser de varios años. Ello justifica en parte que sigan persistiendo entre la opinión pública algunas ideas equivocadas sobre algunos asuntos sobre los que se dispone de una importante evidencia empírica que las desmontan.


Pues bien han pasado más de cinco años desde la finalización de nuestro estudio sobre las características de seis tipos de estructuras familiares diferentes y su relación con el desarrollo infantil, hasta que ha visto la luz online nuestra primera publicación internacional. En esa investigación, en la que participaron 214 familias españolas (tradicionales, monoparentales, adoptivas, múltiples, reconstituidas y homoparentales), estudiamos mediante visitas domiciliarias y entrevistas a padres y madres la calidad de estas familias para la promoción del desarrollo y bienestar infantil. Como algunos recordaréis uno de los hallazgos del estudio se refería a que las familias homoparentales  ofrecían una excelente calidad como contextos para el desarrollo infantil, incluso mejor que otras estructuras familiares. Y los niños y niñas criados en estos hogares homoparentales  presentaban tan buen desarrollo como sus compañeros.
El artículo se puede consultar aquí:

Y este es el abstract:

This paper presents the results of a study carried out in Spain with 214 families with children aged between 3 and 10, comparing the quality of family context and the internal and external adjustment of children living in six different types of family structure: traditional, single-parent, stepfamilies, adoptive, same-sex parent and multiple-birth. Members of the research team interviewed the families in their homes and administered the assessment instruments (Development History, HOME inventory, Parenting Stress Index and Behavior Assessment System for Children). The results indicate that although some significant differences were observed between families (children living in same-sex parent families scored higher for internal and external adjustment, and those from stepfamilies scored lowest in these same measures), these differences disappeared when the effects of sociodemographic and contextual variables were statistically controlled in a covariance analysis. It can therefore be concluded that it was not family structure itself that was related to children’s adjustment, but rather the sociodemographic and contextual variables associated with it. Thus, all the family structures analysed in the study are capable of promoting positive child development and adjustment, providing they meet the necessary conditions, such as good-quality care and a stimulating environment free from conflict and stress.

Oliva, A., Arranz, E., Parra, A. y Olabarrieta, F. (2012) Family structure and child adjustment in Spain. Journal of Child and Family Studies. DOI 10.1007/s10826-012-9681-2

viernes, 9 de noviembre de 2012

El valor educativo de la experimentación en la adolescencia




¡Qué alocados nos parecen a veces los adolescentes! Da la impresión de que su conducta estuviera gobernada por impulsos que no parecen trascender el presente inmediato.  Su visión es de corto alcance. Que la miel de hoy sea hiel mañana no importa pues el mañana no existe. Una pequeña gratificación placentera en el momento les tira más que una gran recompensa que se atisbe en el horizonte futuro. Prefieren el pájaro en mano que ciento volando.  Son fieles seguidores del Carpe Diem.

Y es que los estudios nos indican que los adolescentes no han desarrollado aún el autocontrol necesario para resistir las tentaciones, que a esas tiernas edades son muchas, y demorar las recompensas. Como hemos señalado en entradas anteriores,  es la combinación de una corteza cerebral prefrontal inmadura con un sistema mesolímbico de recompensa hiperexcitable  la responsable de esa incapacidad. La naturaleza les ha dotado de un motor de demasiadas cilindradas para la escasa fortaleza de sus frenos, y les aboca a una conducción muy temeraria. Por lo tanto, solo cabría esperar a que con el paso del tiempo su cerebro madurara más pronto que tarde y, mientras tanto, cruzar los dedos para que la más que probable implicación en conductas de riesgo no les deparase consecuencias irreversibles. Y procurar, por todos los medios, limitar su experimentación.

Sin embargo, los resultados de un reciente estudio de investigadores de la Universidad de Pensilvania aportan información sobre la posibilidad de que chicos y chicas puedan aprender a demorar las gratificaciones sin tener que esperar  a que con el paso del tiempo su corteza vaya madurando. Y es que según esta investigación, los adolescentes que puntuaron más alto en búsqueda de sensaciones presentaron más ganancias a lo largo de la adolescencia en su capacidad para resistir las tentaciones y demorar las recompensas.

Si tenemos en cuenta que la tendencia a buscar sensaciones está muy relacionada con la mayor implicación en conductas de riesgo, cabe pensar que es esta implicación la responsable del fortalecimiento del autocontrol. Es como si chicos y chicas necesitasen lamentar las consecuencias negativas derivadas de las conductas de riesgo para aprender que lo que hoy es de color rosa mañana puede teñirse de negro. Así, al final de la adolescencia  son precisamente aquellos jóvenes que buscan más sensaciones fuertes quienes presentan un mayor autocontrol y una mayor resistencia a las tentaciones.   

Estos resultados nos indican que la experimentación con algunas conductas de riesgo, a pesar del peligro que conllevan, pueden suponer también una oportunidad para el desarrollo y el crecimiento personal.  Y que sería importante ofrecer a nuestros adolescentes la posibilidad de que puedan experimentar de forma controlada. El excesivo celo por controlar y limitar esa  búsqueda de experiencias puede resultar contraproducente. Un ejemplo de esta paradoja podría ser el cambio que ha tenido lugar en los patrones de consumo de alcohol en las últimas décadas. Así, si hace medio siglo chicos y chicas nos iniciábamos precozmente en el consumo de alcohol, las primeras experiencias  tenían lugar en casa, en cantidades moderadas y bajo la atenta supervisión parental. ¿Quién no recuerda la quina Santa Catalina para abrir el apetito, el tinto con casera en las comidas, la copita de ginebra para los dolores de la regla, o la palomita de anís en las mañanas invernales antes de ir a la escuela? Hoy día nuestros chicos y chicas no tienen su bautismo de alcohol en familia, que se ha convertido en un espacio libre de alcohol y de humos, y es frecuente que la primera vez que un adolescente prueba el alcohol éste sea de alta graduación, y lo haga con los amigos y de forma abusiva. No han tenido la oportunidad de experimentar controladamente y de desarrollar estrategias de autocontrol. Las desarrollarán, de eso no tengo la menor duda, pero probablemente asumiendo mayores riesgos para su salud. 

Romer, D., Duckworth, A. L. Sznitman, S. & Park, S. (2010).  Can Adolescent learn self-control? Dealy of gratification in the development of control over risk-taking. Prevention Science, 11,3, 319-330.