En este blog me ocupo de asuntos de temática psicológica y social: reseñas de libros, resúmenes y comentarios de algunos artículos recientes, reflexiones sobre asuntos sociales desde un punto de vista psicológico, etc.
jueves, 13 de mayo de 2021
CREATIVIDAD Y VULNERABILIDAD AL LIKE. O DONDE DIJE DIGO….
domingo, 9 de mayo de 2021
LA VIDA TRANSCURRE ENTRE LOS 10 Y LOS 25 AÑOS O LA PLASTICIDAD DEL CEREBRO ADOLESCENTE
Termino la lectura de “Volver la vista atrás”, esa excelente novela en la que Juan Gabriel Vásquez se adentra en la biografía del director de cine Sergio Cabrera, con la sensación de haber asistido vicariamente una vida extraordinaria. O al menos a una década, ya que la mayor parte de los hechos relatados se sitúan entre los 12 y los 23 años de vida del cineasta colombiano. Ese acotamiento temporal podría sugerirnos que traspasada esa frontera no le aconteció nada digno de ser novelado. Y es que, tras haber participado de forma activa en la Revolución Cultural de Mao o haberse alistado en el EPL para vivir desde dentro la guerrilla colombiana, resultaba complicado mantener el tono narrativo con experiencias mucho más prosaicas.
Sin embargo, también las reminiscencias de quienes llevamos
vidas menos apasionantes suelen tener el mismo sesgo de edad: tenemos muchos
más recuerdos autobiográficos de la adolescencia y la adultez temprana que del
resto de nuestras vidas. Así, libros, canciones, películas, poemas y personas
de esos años parecen ensancharse en nuestra memoria dejando poco espacio que rellenar.
Se trata de una experiencia bastante
generalizada que la psicología denomina "reminiscence bump", y que
nos muestra cómo los acontecimientos de esos dulces años tienen mucha más
presencia en nuestros recuerdos.
Es muy evidente que en esa época nos ocurren cosas muy importantes y con mucha carga emocional, como el primer beso, el primer concierto, o el primer viaje con los amigos. Sin embargo, no creo que superado ese límite temporal la vida se vuelva tan rutinaria y anodina como para no merecer la atención de nuestra memoria, puesto que son muchos los hitos vitales relevantes que acontecen en décadas posteriores.
La explicación parece estar en el desarrollo del cerebro,
concretamente en la maduración del córtex prefrontal, que experimenta un
importante desarrollo durante la adolescencia. Y es que si los primeros años de
vida son esenciales para el desarrollo de algunas áreas cerebrales relacionadas
con la percepción o el lenguaje, la segunda década de la vida lo es para zonas
neuronales relacionadas con funciones psicológicas superiores como la cognición
y la memoria. Así, incluso algunos acontecimientos cotidianos y de escasa
relevancia se encuentran sobrerrepresentados en nuestra memoria.
Podría decirse que la adolescencia es un periodo sensible para
el desarrollo, y que todas las experiencias que un chico o una chica tiene durante esos años van a dejar una profunda marca en su personalidad y su
inteligencia. Cuando esas influencias son favorables nos encontraremos con un
desarrollo positivo de diversas competencias cognitivas y socio-emocionales, lo
que sin duda tiene unas claras implicaciones prácticas para la intervención en
la promoción del desarrollo. Pero esa plasticidad también tiene sus riesgos, ya
que hace al adolescente muy vulnerable a las situaciones estresantes,
especialmente al estrés social. Así, el rechazo social, el aislamiento o el
bullying van a dejar unas secuelas muy persistentes. También va a mostrarse más
sensible a los efectos del consumo de drogas, un consumo que suele ser frecuente
tras la pubertad. Por ejemplo, algunos estudios longitudinales han encontrado
que el consumo importante de cánnabis en la adolescencia temprana está asociado
a una disminución significativa del cociente intelectual. Disminución tanto más
acentuada cuanto mayor es el consumo.
Por lo tanto, aunque la vida no transcurra sólo entre los 10
y los 25 años, sí parece que todo lo que ocurre en esa década y media marca
profundamente nuestro devenir futuro. A partir de esa edad, la ventana a las
influencias ambientales se irá cerrando poco o poco, lo que no quiere decir que
el cerebro adulto pierda toda la plasticidad. Aunque con menos intensidad, siempre entrará algo de luz por esa ventana.
Texto y foto: Alfredo Oliva Delgado
lunes, 26 de abril de 2021
MALESTAR PSICOLÓGICO Y CREATIVIDAD: DE LAS EXPERIENCIAS INFANTILES ADVERSAS A LA ORIGINALIDAD INNOVADORA
La apreciación y valoración estética de una fotografía es un asunto complejo en el que intervienen muchos factores y que pasa por sucesivas fases o momentos. Una vez que nos situamos ante una imagen, previamente considerada como estética o artística, son los elementos perceptivos relativos a la composición los que más nos llamarán la atención, haciendo que nos resulte más o menos interesante o atractiva. Probablemente ese sea el aspecto más estudiado y sobre el que más se ha escrito. Ya sabemos la importancia de elementos como como el contraste, la nitidez o la falta de ella, la complejidad, el dinamismo, la simetría, el color, el orden o el agrupamiento. A esos elementos ya me he referido en diversas ocasiones.
Otro aspecto que va a resultar muy determinante en cómo valoramos una imagen o un trabajo fotográfico es el relacionado con cómo se sitúa entre los polos original/novedoso versus familiar. La relación entre la valoración y la familiaridad no es sencilla y resulta difícil establecer leyes universales. Pero, aunque pudieran establecerse, esas leyes ignorarían la importancia de las diferencias individuales. Así, ante un mismo trabajo las reacciones del observador pueden ser muy distintas en función de factores personales. Mientras que la originalidad de un trabajo resulta estimulante para quienes se aburren ante imágenes que les resultan demasiado familiares o previsibles, otras personas pueden sentirse desconcertadas ante una originalidad novedosa que les puede resultar aversiva. Estas personas se sentirán más cómodas ante obras familiares que les despiertan algunas resonancias y que pueden encuadrar en corrientes o estilos.
Parece indudable que la formación del observador puede influir en este gusto por lo novedoso, aunque no es fácil determinar en qué sentido: si bien esa formación le permitirá encuadrar mejor una obra aumentando su goce estético, también puede hacer que le resulte demasiado familiar disminuyendo su interés en ella (“más de lo mismo”). Pero más allá de la mayor o menor formación del evaluador, me atrevo a sugerir que existen otras variables personales de carácter psicológico que pueden resultar determinantes. A mi juicio, la candidata ideal es la dimensión de la personalidad etiquetada como apertura a la experiencia o atracción hacia lo novedoso. Un rasgo bastante estable y que tiene una base neurobiológica relacionada con la activación de circuitos cerebrales relacionados con el placer o recompensa. En unas personas domina el circuito que se activa ante lo novedoso, por lo que las experiencias que conllevan cierta innovación generarán más interés y resultarán más placenteras. En cambio, en otras personas es el sistema neuronal relacionado con la familiaridad el que se muestra más sensible y estimulante.
El equilibrio que se establece entre esos dos circuitos influye en muchos aspectos de nuestro comportamiento que van más allá de la valoración o creación estética, tales como la búsqueda de sensaciones, el establecimiento de relaciones afectivas o las conductas de asunción de riesgos. Pero lo que resulta más interesante es la reciente evidencia empírica que nos indica que el predominio de uno u otro circuito cerebral está muy determinado por las experiencias infantiles, concretamente por el tipo de vínculo que el bebé establece con sus cuidadores principales. Así, cuando el bebé establece un vínculo de apego seguro con ellos porque se muestran sensibles y responden a sus necesidades, tendrá lugar un progresivo cambio del predominio del sistema ventral que atiende a lo novedoso hacia una preferencia por el sistema que encuentra recompensa y placer en la familiaridad. Por contra, cuando el vínculo es inseguro se mantendrá el predominio del sistema que se activa ante la novedad. Se trata de un proceso complejo y adaptativo en el que intervienen hormonas como la oxitocina y el cortisol.
Por lo tanto, parece que un contexto familiar conflictivo y poco previsible, incluso abusivo o negligente, que lleve a un apego inseguro con sus consecuencias negativas (conductas de riesgo, adicciones, estrés, ansiedad social, problemas relacionales) puede estar detrás de una mayor preferencia por la novedad y la originalidad, algo que resulta esencial tanto en la apreciación estética poco sujeta a corsés como en la creación de nuevos lenguajes. Tal vez, es por ello por lo que con tanta frecuencia se han asociado el desajuste psicológico y las conductas de asunción de riesgos con la originalidad y la creatividad, sobre todo cuando se trata de romper con moldes y abrir nuevos caminos.
Texto: Alfredo Oliva Delgado Foto: Elliott Erwitt
miércoles, 21 de abril de 2021
USO DE REDES SOCIALES Y VULNERABILIDAD ADOLESCENTE
Por una parte, hay que destacar la enorme susceptibilidad de
chicos y chicas a la aceptación o el rechazo, algo que en las redes sociales
suele ocurrir con mucha frecuencia. La
investigación en el ámbito de psicología y las neurociencias muestras que cuando
un adolescente se siente ignorado o excluido se activan zonas cerebrales
relacionadas con el malestar psicológico. Algo que también se observa en
adolescentes con una historia previa de privación, maltrato o exclusión
prolongada. En cambio, la aceptación (p.e. recibiendo comentarios o likes)
provoca la activación de las mismas zonas que se activan cuando se reciben recompensas
monetarias. Zonas relacionadas con el placer y la recompensa que durante la adolescencia
se hallan en estado de hiperexcitabilidad.
Por otra parte, y relacionado con lo anterior, la adolescencia
es la etapa de mayor vulnerabilidad ante la presión del grupo de iguales. Así,
algunas situaciones experimentales muestran cómo chicos y chicas tienden a
cambiar su valoración inicial de algún contenido encontrado en las redes
(canciones, fotos, etc.) tras ver cómo los demás llevan a cabo una valoración
diferente. Es decir, el entorno digital va a ofrecer muchas situaciones en las
que la conformidad ante la presión del grupo se va a poner de manifiesto y se
puede ver intensificada. Tienen los
adolescentes tanta necesidad de integración en el grupo que les cuesta mucho
sostener una opinión diferente a la mayoritaria, o a la expresada por sujetos
populares o con ascendencia en el grupo.
Finalmente, hay que aludir a las dificultades para la autorregulación
de las emociones que presentan chicos y chicas adolescentes como consecuencia
de la inmadurez de las zonas cerebrales responsables de esa regulación. Eso
supone que se verán muy afectados por las emociones generadas por la
interacción online. Así, suelen mostrar más malestar y más agresividad después de
un rechazo o una interacción negativa, lo que puede generar una escalada de
intercambios virtuales conflictivos. Además, esa elevada emocionalidad va a
influir en cómo procesan algunos contenidos presentados en las redes de forma
sensacionalista y con una alta carga emocional. Ante cualquier información que
se nos presenta se activan dos procesos diferentes, uno de corte emocional y
otro reflexivo-cognitivo que nos permite realizar un análisis más profundo y
descartar bulos o noticias falsas. Sin embargo, en la adolescencia el proceso
emocional va a tener mucho peso ya que las estructuras corticales encargadas de
regulación las emociones se encuentran aún inmaduras. Ello situará a chicos y
chicas en una posición de mucha vulnerabilidad ante esos contenidos falsos que
se presentan con mucha carga emotiva y sensacionalista.
Podríamos pensar de forma errónea que estas limitaciones afectan
sólo a quienes se encuentran en la segunda década de la vida, y que la entrada
en la adultez conlleva un paso de página que deja atrás la vulnerabilidad
propia de la adolescencia. La cosa no está tan clara pues no faltan los
estudios que encuentran resultados similares en sujetos bien adentrados en la
adultez temprana.
sábado, 10 de abril de 2021
LA ESCASA RACIONALIDAD DE NO PONERTE LA VACUNA DE ASTRAZENECA
Foto: Jose Luis Roca
Leo en la prensa que un 60% de madrileños rechazó ayer
ponerse la vacuna de AstraZeneca. La noticia me causa sorpresa, aunque teniendo
en cuenta algunas decisiones de los madrileños respecto a otros asuntos no
debería sorprenderme tanto.
La toma de decisiones es un terreno en el que se ponen de
manifiesto cómo personas relativamente inteligentes pueden tomar decisiones poco
racionales. Y es que hay que distinguir entre inteligencia
y racionalidad. Mientras que la inteligencia hace referencia a aquellas
competencias y habilidades usualmente evaluadas mediante los tests de
inteligencia, la racionalidad tiene que ver con adoptar objetivos apropiados y
emprender acciones de acuerdo con dichos objetivos y con las propias creencias.
Son muchas las ocasiones en las que inteligencia y racionalidad aparecen
disociadas, y en las que sujetos inteligentes toman decisiones poco racionales.
Estas discrepancias se manifiestan
de forma clara en los sesgos cognitivos que cometemos cuando analizamos un
problema o situación ante la que debemos dar una respuesta o tomar una
decisión. Unos sesgos que suelen estar causados por el desequilibrio entre dos
sistemas diferentes de pensamiento. El sistema 1 es experiencial e intuitivo,
opera de manera rápida y con poco esfuerzo, también es inconsciente y
automático. En cambio, el sistema 2 es analítico, consciente y responsable de
operaciones lógicas y cálculos complejos que requieren de mucha atención y
esfuerzo mental, tales como comprobar la validez de un argumento lógico
complejo o comparar los riesgos derivados de tomar una decisión.
También la Teoría de la
Representación Borrosa propone la existencia de dos formas cualitativamente
diferentes de procesamiento y codificación de la información. En algunos casos procesamos la información
atendiendo a aspectos literales pero carentes de significados (palabras o
cifras exactas). En otras ocasiones se trata de representaciones basadas en un
procesamiento profundo de la información que extrae su significado esencial,
aunque carece de la precisión y el detalle de las representaciones literales.
Mientras que las representaciones literales pueden basarse en cantidades o
porcentajes objetivos y exactos, las esenciales se basan en la interpretación o
valoración que hace el sujeto de una determinada situación incorporando aspectos
emocionales de las diferentes alternativas entre las que se ha de decidir.
La toma de decisiones
se puede ver beneficiada en algunas ocasiones por un razonamiento intuitivo que tenga en
cuenta lo esencial de la información disponible, atendiendo a los aspectos
esenciales más que a los detalles. Por ejemplo, si un adolescente que ha de
decidir entre consumir o no consumir alcohol antes de coger el coche para
regresar a casa es posible que sopese la baja probabilidad de tener un
accidente frente al placer de divertirse con sus amistades y volver a casa de
forma cómoda. Sin embargo, esta decisión implica un claro fracaso en la toma de
decisión ya que una evaluación literal y cuantitativa de los posibles riesgos
no tiene en consideración que lo esencial de la decisión es comprender que la
propia supervivencia es mucho más importante que cualquier cálculo
probabilístico de los riesgos derivados. Por baja que fuese la probabilidad de
ocurrencia tendría que haber antepuesto la gravedad de las consecuencias de una
decisión arriesgada.
Sin embargo, cuando se trata de la decisión de ponerse o no
ponerse una vacuna entran en juego algunos aspectos que hacen que lo más racional
no sea centrarnos sólo en la posibilidad de sufrir un trombo e incluso morir
como efecto secundario de la vacuna. En este caso sí tiene sentido poner en funcionamiento
el sistema de pensamiento analítico tipo 2 y tener en cuenta los aspectos literales
o cuantitativos, ya que la no vacunación también conlleva la probabilidad de
morir. Es decir, en este caso las dos opciones que se nos ofrecen pueden tener
consecuencias con una alta carga emocional, por lo que no tiene ningún sentido
hacer un análisis intuitivo o emocional de la situación, sino tomar una
decisión racional basada en una comparación de probabilidades al margen del
sesgo cognitivo que supondría tirar del perezoso sistema de pensamiento tipo 1.
Yo lo tuve claro y me vacuné el pasado jueves.
sábado, 27 de febrero de 2021
LOA A LA IMPERFECCIÓN
Si trasladamos esa idea al terreno del desarrollo personal, también podríamos considerar la imperfección como una característica profundamente humana que no debería ser incompatible con nuestro bienestar. Sin embargo, vivimos inmersos en una cultura tan obsesionada por corregir todos los defectos que nos lleva a huir de la imperfección. Y como la perfección es inalcanzable con frecuencia nos sentimos fracasados. Cuando ponemos todo nuestro empeño en una única meta que se nos muestra esquiva nos situamos en una posición de mucha fragilidad que favorece la comparación social y la envidia, y que nos acerca a la infelicidad.
La belleza de la imperfección está en las enormes posibilidades que tenemos de reparar y recomponer esos “errores”. Al igual que algunos genes corrigen las mutaciones y el daño que se deriva de ellas, una crisis personal con frecuencia no es sino el inicio de un crecimiento que permitirá la reparación de las heridas psicológicas. Algunas crisis son normativas y están vinculadas a etapas de la vida, como la adolescencia o la mediana edad, mientras que otras obedecen a experiencias vitales inesperadas. Aunque algunas son más necesarias y tolerables que otras, todas nos muestran la enorme resiliencia humana frente a la adversidad y el camino que conduce a la felicidad. El primer paso no es otro que la aceptación de la imperfección. El segundo la confianza en la reparación.
Relata López Otín una anécdota que tuvo lugar en la ceremonia de entrega de los premios Noble de 2016 que puede representar una excelente metáfora. Cuando ante tan excelente auditorio Patti Smith comenzó a cantar “A hard rain’s a-gonna fall”, la voz se le quebró por la responsabilidad y el estrés. Patti Smith paró, pidió perdón, y retomó magistralmente la interpretación.
https://www.youtube.com/watch?v=941PHEJHCwU