Fotografía: Bruce Davidson
Mi adolescencia, como la de quienes al igual que yo pasan de
los cincuenta, queda bastante atrás, sin embargo conservo un vívido recuerdo de
muchas de las vivencias de aquellos años. Podría asegurar que el paso del
tiempo no ha alterado en lo más mínimo su huella en mi memoria. Se trata de una
experiencia bastante generalizada que los psicólogos hemos denominado
"reminiscence bump", y que nos muestra como los acontecimientos de
los años de la adolescencia aparecen en nuestros recuerdos con más frecuencia
que los ocurridos en otras etapas de la vida.
Podríamos pensar que se debe a que nuestra memoria funciona
mejor durante esos años, y que luego se va deteriorando con la edad. O que en
esa época nos ocurren cosas muy importantes. O que las recordamos mejor porque
las vivimos por vez primera: el primer beso, el primer concierto, o el primer
viaje con los amigos. Sin embargo,
ninguna de esas explicaciones basta para justificar la fuerza de esos
recuerdos. Y es que la memoria no se debilita a partir de la tercera década de
la vida y continúa mostrándose tan eficaz a los 30 o a los 40 años como durante
la adolescencia. Tampoco parece deberse a que los acontecimientos de esos años
sean especialmente importantes. En mi caso, y probablemente también en el del
lector, a partir de los 20 años, y no antes, viví las experiencias más
relevantes de mi vida, a nivel personal y profesional (finalización de
estudios, primeros trabajos, matrimonio, nacimiento de hijos, viajes). Por lo
tanto, esa hipótesis tampoco nos sirve. Nos queda una última posibilidad, la de
que se trate de sucesos vividos por vez primera y con mucha carga emocional. Pues tampoco parece
que vayan por ahí los tiros, ya que esos acontecimientos relevantes y con carga
emocional son recordados tanto si ocurrieron cuando teníamos 18 años como si
tuvieron lugar cuando éramos adultos. Por otra parte, los recuerdos de la adolescencia
incluyen muchas experiencias relativamente ordinarias e insignificantes.
Sucesos que de ocurrir años más tarde nuestra memoria no se hubiese ocupado en
registrar.
Vayamos al grano, la explicación de este "reminiscence
bump" tiene que ver con lo que sucede en nuestro cerebro, concretamente en
nuestro sistema meso-límbico, durante los años adolescentes. Este sistema
cerebral, que utiliza la dopamina como neurotransmisor principal, es el
responsable de las sensaciones placenteras que nos llevan a que queramos
repetir actividades que nos generan placer. Pues bien, ocurre que tras la
pubertad las hormonas sexuales cambian la química cerebral aumentado la concentración
de receptores de dopamina. Eso supone que muchas de las experiencias durante
esos años serán vividas con una gran intensidad. En ningún otro momento de la
vida un beso, un viaje, una película, una canción o un poema nos generarán
tanto placer, y nos dejarán una huella tan profunda, como en esa etapa en la
que nuestro sistema meso-límbico se hallaba hipersensibilizado. Pues eso es lo
que hay, si queremos sentir lo mismo vamos a tener que aumentar la dosis.