miércoles, 20 de agosto de 2008

Herencia y Ambiente: La Tabla Rasa



“La Tabla Rasa: La negación moderna de la naturaleza humana” es el título de un libro de Steven Pinker, prestigioso profesor del Massachusetts Institute of Technology, que hace ya unos años publicó Paidós en castellano. Sin duda, se trata de un libro muy interesante, muy bien escrito y tremendamente polémico. En él, Pinker rebate tres de los grandes planteamientos acerca de la naturaleza humana que han tenido un mayor impacto en el mundo occidental: “el Buen Salvaje” o la idea de Rousseau de que es la sociedad la que corrompe la bondad innata del ser humano; “el Fantasma en la máquina”, que alude a la separación entre mente y cuerpo propia del racionalismo cartesiano; y la idea de la “tábula rasa”, planteada por los empiristas como Locke y recogida por el conductismo en psicología. Sus argumentos en contra de estos enfoques son contundentes, y Pinker demuestra una enorme erudición que fascina al lector. Sin embargo, tras esa abrumadora erudición, no hay nada nuevo en las 700 páginas del texto, salvo la radicalidad de muchos de sus planteamientos. El autor utiliza los descubrimientos en los campos de la psicología cognitiva y las neurociencias, la psicología evolucionista y la genética de la conducta para echar por tierra los planteamientos conductistas sobre la naturaleza humana. Hasta ahí, no hay nada que objetar, estos tres campos de conocimiento han realizado unas aportaciones interesantísimas a lo largo de los últimos años, y la ingenuidad de los primeros conductistas no debería seguir oponiéndose a la idea de que muchos de los rasgos conductuales humanos tienen una importante influencia genética, y que venimos “programados” para desarrollar un importante repertorio de conductas que son fruto de la evolución de la especie mediante la selección natural.

Steven Pinker años atrás

Sin embargo, Pinker no se queda ahí, y arremete con tanta furia contra los planteamientos ambientalistas, vinculándolos a ideologías radicales y totalitarismos de izquierda, con un tono tremendamente petulante e irritante. Sus ideas acerca de la violencia, las diferencias de género o la educación, coinciden de forma tan clara con los planteamientos de la derecha moderada, que queda claro que el libro pretende proporcionar munición a los sectores políticos conservadores sobre cómo abordar estos asuntos sociales. El autor es muy “interesado” a la hora de presentar datos empíricos. Por ejemplo, en el capítulo dedicado a la genética de la conducta y la influencia de la familia, retoma y extrema los planteamientos de Judith Harris, y niega cualquier posibilidad de influencia a los padres, considerando que el porcentaje de varianza que el medio familiar explica de muchos rasgos psicológicos es cercano al 0%, ocultando que los datos acumulados en los últimos años indican algo bien distinto con respecto a muchos comportamientos. Sus ideas sobre cómo abordar los delitos violentos, basadas fundamentalmente en las sanciones duras, o acerca de la discriminación de género, tampoco tienen desperdicio.

En definitiva, “la tabla rasa” es un libro que no hace otra cosa que avivar la polémica entre herencia y ambiente y generar un claro rechazo hacia los planteamientos de las neurociencias, la genética de la conducta o la psicología evolucionista, por parte de aquellos que puedan sentirse más atacados por los planteamientos de Pinker. No obstante, textos como éste pueden servir para descartar los modelos ambientalistas excesivamente reduccionistas y simplistas, y aumentar la rigurosidad a la hora de investigar acerca de los factores que influyen sobre el desarrollo y el comportamiento humano. Una excelente alternativa al libro de Pinker, es "Qué nos hace humanos" de Matt Ridley, mucho más ponderado y menos polémico, y con un mayor interés en presentar datos que pongan de manifiesto la existencia de efectos de interacción entre herencia y ambiente.

8 comentarios:

  1. Pues, tengo que reconocer que a mí la Tabla rasa me ha parecido un libro excepcional. Un buen correctivo para todos esos psicólogos que ilusamente creen que el ser humano es totalmente moldeable. Hasta que los psicólogos no reconozcan que la naturaleza humana está en gran parte determinada genéticamente, la psicología no dejará de ser una ciencia blanda como la antropología o la sociología.

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  2. El problema del libro de Pinker, no es que defienda las influencias genéticas sobre el desarrollo humano, sino que que prácticamente niega cualquier posibioidad de influencia ambiental. En el capítulo dedicado a la familia (Los Hijos)da una visión exageradamente innatista. En mi opinión, creo que el autor ha querido ser deliberadamente polémico, metiendo el dedo en el ojo de mucha gente.

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  3. Sobre Qué nos hace Humanos.

    No es de extrañar el retorno de la polémica de marras en torno a la Herencia-Ambiente. Las investigaciones recientes en neurociencias y el ahora muy famoso proyecto sobre el descifrado genoma humano han puesto de relieve otra vez el tema. No he leído a Pinker pero atendiendo la recomendación de Alfredo, acabo de leer el libro “Qué nos hace Humanos”. En este libro como en el de Pinker según la reseña que hace Alfredo de su ensayo “Herencia y Ambiente: La Tabla Rasa” se cae una vez más en el error de interpretar inadecuadamente el conductismo particularmente en su vertiente skinneriana. Y no es para sorprendernos. Si las tesis de Darwin aun siguen en cuestionamiento a pesar de que ya han pasado casi 150 años desde que se publicó “El origen de las especies…” (se dice que el 60% de los Estadounidenses aun creen en la teoría creacionista ahora remozada con la tesis del Diseño Inteligente), cómo no comprender el rechazo a los planteamientos de Skinner ; con mayor razón si como parece, incluso los hombres de ciencia (Biólogos, neurocientífico, divulgadores y entre ellos Matt Ridley) o no lo han leído y si lo han hecho, poco lo entienden o simplemente algún prejuicio se interpone. El libro “Qué nos hace Humanos” es interesante pero impreciso en muchos temas e incoherente epistemológicamente.
    Resulta irónico constatar por ejemplo la conformidad de estos biólogos (El señor Ridley y muchos de los citados por él) con las asombrosas coincidencias genéticas entre los chimpancés y los seres humanos pero no están dispuestos a renunciar a las explicaciones mentalistas (en muchos casos también atribuidas a los animales) que no explican nada. Vaya uno a saber si siguen en la búsqueda del alma o de Dios en nuestros genes como maliciosamente (o buenamente?) el señor Ridley parece decírnoslo con su acrónimo GOD (DIOS) de un supuesto Genome Organizing Device (Dispositivo Organizador del Genoma).
    El mismo Skinner (Sobre el Conductismo) advierte refiriéndose a los psicólogos cognoscitivos sobre el uso de manera intercambiable de términos como “cerebro”, “mente” o “cableado cerebral” vocablos igualmente utilizados por el señor Matt Ridley en su libro. Meter dentro de la mismo costal a quienes han promovido la conducta como objeto de estudio de la psicología es un grave error especialmente cuando se le atribuye a Skinner la idea de que “la caja negra debía seguir cerrada” (pág. 224) a pesar de que más atrás (pág. 216) se dice que skinner dijo que “…el organismo es una caja negra que hay que abrir”.
    “El organismo –esto sí dijo skinner-, obviamente no está vacío y no se le puede tratar como una caja negra sino que debemos distinguir cuidadosamente entre lo que se sabe acerca de lo que hay adentro y lo que simplemente se infiere”
    Skinner no negó los instintos como también se afirma en este libro, ni la vida mental; lo que a este respecto quiso prevenirnos Skinner fue de los excesos teóricos. Tampoco se opone a los estudios sobre genética o sobre la fisiología y menos a las experiencias subjetivas (no observables directamente) . Sobre esto dijo, no son explicaciones, son conductas a explicar.
    La explicación skinneriana de la conducta por sus consecuencias se aplica tanto para la ontogenia (conducta individual ) como para la filogenia (especies), tesis que lo distingue de los ambientalistas o de los que se oponen a la herencia; otra desafortunada afirmación sobre Skinner. Se habrá preguntado el señor Ridley ¿cómo aparece una conducta a la qué él ha denominada “instintiva” en el pasado filogenético de un organismo? ¿Por generación espontánea?
    El análisis conductual es preferible (por ahora) al análisis fisiológico por cuanto aquél nos permite una mayor predicción y control de la conducta.
    Y algo más: si como bien se destaca en el libro en referencia, las investigaciones parecen demostrar el valor tanto de la genética como de lo ambiental en la comprensión de la conducta, el aporte del Análisis Experimental de la Conducta resulta con toda seguridad un enfoque fundamental . Pero mayor contribución desde su perspectiva epistemológica

    En fín, el libro “Qué nos hace Humanos” merece ser estudiado y analizado con cautela hay muchas otras cosas qué decir pero el espacio es pequeño en este blog y quizás poca su paciencia. Pido disculpas por anticipado por extenderme demasiado.
    Gracias
    Joaquín Páramo

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  4. Joaquín, más que una revisión has introducido una excelente reseña del libro de Ridley. Hace un par de años que lo leí y no puedo entrar en detalles, aunque lo recuerdo como un estupendo texto de divulgación científica en psicología. No recuerdo que denostase especialmente al Análisis Experimental de la Conducta más allá de alguna referencia a cierto reduccionismo (inevitable y necesario por otra parte).

    Un saludo

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  5. En mi opinion es una dicotomia falsa el sempiterno debate "nature Vs. nurture"

    Por qué.

    Porque los genes tienen una doble funcion: una funcion llamada "template function of gene" y otra "transcription function of gene"

    La primera es de copia y replicacion de la informacion genetica que se hereda de padres a hijos de forma fiel, el programa genetico en la formacion y organogenesis de los animales.

    La segunda funcion "transcription function of gene" por la cual dependiendo de determinadas señales moleculares algunos genes, y no otros, son expresados en las celulas. Todas las celulas tienen la misma informacion, pero qué hace que las celulas del higado actuen para convertirse en un "higado" y no en celulas del cerebro.

    La primera funcion es rigida y no influenciable por estimulos externos, pero la segunda es influenciable por estimulos externos (el entorno o ambiente)

    La experiencia, la neuroplasiticad, modifica y altera la funcion transcriptora de los genes que se expresan en el cerebro y dan ugar a la individualidad.

    El binomio herencia /ambiente es una trenza muy entrelazada sin lindes muy claras.

    Me ha gustado este post porque es critico, aunque a la vez laudatorio sabiendo reconocer las aportaciones de sintesis de una vasta literatura por parte Pinker, pero no vacilante al poner los puntos sobre las "ies" al decir que no debemos tomar como argumento de autoridad a las estrellas de la divulgacion cientifica.

    Tocar este tema es politicamente incorrecto, porque la idea de Pinker se ha convertido en dogma.

    Esto es quizas un signo de las modas academicas.

    En un primer momento un dominio de la filosofia empiricista, conductista, asociacionista... y ahora un dominio de la filosofia innatista, racionalista etc impulsado por un avance en la biologia molecular, farmacologia y otras tecnicas de estudio genetico.

    El problema es que las cosas son mas complejas.

    Me gusta esta expresion de Michael Tomasello de su libro "The Cultural Origins of Human Cogntion" que enfatiza las dimensiones culturales (ambientales) o sociogenesis de la evolucion darwiniana de la cognicion humana:

    all, the tired old philosophical categories of nature versus nurture, innate versus learned, even genes versus environment are just not up to the task - they are too static and categorical - if our goal is a dynamic Darwinian account of human cognition in its evolutionary, historical, and ontogenetic dimensions
    Un saludo.

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  6. Anibal, aunque está más que demostrado que los genes no actúan en el vacío y que la interacción herencia-ambiente es una realidad incontestable, el debate reaparece con cierta frecuencia, y crea mucha polémica. En muchos casos, el trasfondo del debate tiene un cariz claramente político, algo que Gould recogió en su crítica a "The Bell Curve".
    El veneno que dirige Pinker a personajes como S. Jay Gould, y la utilización a su favor que hace de autores como Dawkins o Wilson, es excesivo. No obstante, me resultó muy interesante el capítulo que Pinker dedica a las críticas desde la izquierda política a estos sociobiólogos. Tengo que reconocer que entre quienes trabajamos en temas relacionados con la socialización familiar y nos consideramos de izquierdas, cualquier planteamiento ligeramente biologicista continúa siendo un tabú.

    Un saludo

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  7. esque sin los genes necesarios no se desarrolla un comportamiento del ambiente. Por què un gato no puede aprender a hablar como nosotros?, como el mismo Pinker nos dice, es porque èl no ha nacido con los genes necesarios para que el ambiente haga posible tal acciòn.

    Asì, por ejemplo: Se ha demostrado que las personas màs sociables nacen con mayor porcentaje de neuronas concentradas en ciertas partes del cerebro; mientras que los tìmidos nacen con una variaciòn en èstos genes... ahora, èstos genes se van a desembolver en el ambiente; y una persona que inatamente bien pudiera ser extrovertido, bajo un trauma (de los descritos por Skinner) pudiera ser que desactive esos comportamientos momentàneamente para utilizar otros en modo defensivo.

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    generic paxil

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