La adolescencia es una etapa en la que se producen muchos cambios físicos y psicológicos, y uno de los más llamativos tiene que ver con la capacidad para pensar y razonar, que experimenta un avance muy significativo, como habrá comprobado todo padre o madre que tenga hijos adolescentes. A partir de los 13 ó 14 años surge una forma más compleja de pensar sobre la realidad que permite al adolescente razonar sobre situaciones posibles o hipotéticas, aunque no existan, y darse cuenta de que la realidad, lo existente, es sólo una pequeña parte de lo posible. Los niños y niñas más pequeños tienden a pensar que las cosas no pueden ser de forma diferente a como son. En cambio, a partir de la adolescencia van a desarrollar una mejor comprensión de las ideas sociales y políticas, y serán capaces de pensar que la familia, la escuela o incluso la sociedad en que viven podrían ser diferentes, y por tanto, se podrían cambiar (Por ejemplo: “mis padres podrían ser mucho más enrollados” “la sociedad debería ser más justa y evitar la pobreza”). Esta manera más compleja de pensar llevará a muchos adolescentes a mostrarse más críticos con las normas y regulaciones familiares y escolares, y más rebeldes con las personas adultas más cercanas, es decir con padres y profesores, lo que en muchos casos podrá ser una fuente inagotable de conflictos. Además, estas nuevas capacidades intelectuales les permitirán emplear en sus discusiones argumentos cada vez más sólidos y convincentes, lo que puede pillar por sorpresa a muchos padres y madres y generarles mucha irritación.
En este momento los jóvenes tienen más capacidad para pensar sobre su propio pensamiento y sobre el pensamiento de los demás, lo que a veces puede provocar dificultades a la hora de diferenciar ambas perspectivas y originar fenómenos como la audiencia imaginaria y la fábula personal. Con la audiencia imaginaria el adolescente piensa que es el centro de atención de cualquiera que se cruce en su camino. Todos están pendientes de cómo se viste y de las cosas que hace o dice, y por ello no debe resultarnos extraño que en estos años aumente la timidez Por otro lado, la fábula personal le lleva a considerar que su vida es única y muy diferente a las de los demás. Lo que le ocurre a él nadie lo ha experimentado antes, y las cosas que le suceden a otros (accidentes, embarazos no deseados) no le pasarán nunca a él, aunque asuma ciertos riesgos. Es como si creyese que él dispone de una protección especial que le hace invulnerable e inmortal.
Afortunadamente estos primeros titubeos en el manejo del pensamiento formal o abstracto, que es como se denomina a esta nueva forma de razonar, serán relativamente pasajeros, y en pocos años chicos y chicas se habrán consolidado en el manejo de esta nueva herramienta cognitiva.
En este momento los jóvenes tienen más capacidad para pensar sobre su propio pensamiento y sobre el pensamiento de los demás, lo que a veces puede provocar dificultades a la hora de diferenciar ambas perspectivas y originar fenómenos como la audiencia imaginaria y la fábula personal. Con la audiencia imaginaria el adolescente piensa que es el centro de atención de cualquiera que se cruce en su camino. Todos están pendientes de cómo se viste y de las cosas que hace o dice, y por ello no debe resultarnos extraño que en estos años aumente la timidez Por otro lado, la fábula personal le lleva a considerar que su vida es única y muy diferente a las de los demás. Lo que le ocurre a él nadie lo ha experimentado antes, y las cosas que le suceden a otros (accidentes, embarazos no deseados) no le pasarán nunca a él, aunque asuma ciertos riesgos. Es como si creyese que él dispone de una protección especial que le hace invulnerable e inmortal.
Afortunadamente estos primeros titubeos en el manejo del pensamiento formal o abstracto, que es como se denomina a esta nueva forma de razonar, serán relativamente pasajeros, y en pocos años chicos y chicas se habrán consolidado en el manejo de esta nueva herramienta cognitiva.
Desconozco si está tipificado de alguna forma pero las personas suelen mostrar una energía vital que aproximadamente a partir de los veinticinco años comienza a decaer. Podría desscribirse como una variable de la energía rebosante que tienen los niños y que les compele a jugar o a moverse todo el rato. Esta energía vital creo que es en buena parte la responsable de todas estas "buenas intenciones" típicas de la juventud. Sin embargo, conforme pasan los años, se suele delatar que no había un verdadero interés social y después de esa edad suele ir desapareciendo esa energía vital y esas inquietudes sociales. En los pocos casos que perduran se puede empezar a pensar en una verdadera preocupación por el tema y no en una simple cuestión fisiológica.
ResponderEliminarSaludos.
Blues, no sé, pero me parece que tu comentario debe hacer referencia a una entrada anterior. No le veo mucha relación con este post.
ResponderEliminarUn saludo
Excelente post.
ResponderEliminarEs curioso como la característica juvenil de creer que "todo el mundo está pendiente de ti" se alarga a veces muchos años.
Un abrazo
Me parece muy interesante lo que comentas. Yo estoy trabajando sobre adolescencia y es sexualidad, un tema que conoces muy bien. Creo que los cambios intelectuales que se adolescencia suponen un soporte fundamental para trabajar todos esos temas que tradicionalmente se han denominado transversales. Como bien has indicado la adolescencia es una época de reflexión y de elaboración de teorías y sistemas de creencias. Esto debe aprovecharse al máximo; pero no debemos olvidar otros aspectos menos positivos. Por ejemplo, la ilusión de invulnerabilidad, la audiencia imaginaria o los comportamientos guiados por la inmediatez de sensaciones placenteras en vez de por consecuencias negativas a medio o largo plazo.
ResponderEliminarNo obstante, quisiera romper una lanza por los y las adolescentes. Y recordar que como ya dijeron Coleman (1987) y Coleman y Hendry (2003) los adolescentes no son ni inestables, ni rebeldes, ni están sujetos a procesos de crisis de identidad. Simplemente, como has indicado, son capaces de cuestionarse el sistema en el que vivimos, sus normas y sus leyes.
Por todo ello, personalmente considero la adolescencia un momento de oportunidad. Oportunidad para educar, que es mucho más que enseñar. Oportunidad para debatir. Oportunidad para buscar soluciones. Oportunidad para que se generen nuevas formas y nuevas ideas. Oportunidad, incluso, para que aprendan pensamientos creativos e innovadores aquellos que se rodean de adolescentes. Aunque siendo sincera tampoco olvido o niego las dificultades.
Finalmente darte la enhorabuena Alfredo por el blogg. Desde hace aproximadamente un año leo las entradas.
Quique, tienes razón ¿cuátas veces salimos de casa con una imperceptible mancha en el pantalón, y pensamos que todo el muendo se está percatando de ella?
ResponderEliminarParece que no nos abandona totalmente esa audiencia imaginaria.
Davinia, no me atrevería yo a decir eso de que los adolescentes no están sujetos a crisis de identidad.
Precisamente el surgimiento del pensamiento formal puede tener mucho que ver con lo que Erkison llamó crisis o búsqueda de identidad.
Un saludo
Solo hay que darles tiempo, nosotros también queremos imponer muchas cosas y quizá nos duela que salgan tanto, que sean menos cariñosos pero eso va con la edad... Otra cosa es que se dejen los estudios o se metan en las drogas, ahí hay que actuar rápidamente
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