Tratar de lograr una cierta autonomía emocional con respecto
a los propios padres es una de las tareas evolutivas a las que chicos y chicas
deberán hacer frente durante los años de la adolescencia. Esta autonomía implica romper la dependencia
emocional de los padres, a los que se empieza a contemplar de una manera menos
idealizada y más realista. Esta independencia emocional es un asunto que ha
generado mucho interés y controversia entre los investigadores. Por una parte
nos encontramos con quienes defienden que el distanciamiento afectivo es
necesario para el desarrollo psicológico saludable de los adolescentes. De
acuerdo con este punto de vista, la autonomía emocional tendería a aumentar a
lo largo de la adolescencia y estaría asociada positivamente a un buen ajuste
psicológico. Por otra parte están los autores que no lo ven tan claro, y que piensan que esa
separación emocional podría ser la manifestación de unas malas relaciones
parento-filiales, por lo que estaría vinculada con algunos indicadores de
desajuste emocional.
Con el propósito de arrojar luz sobre ese debate, y sobre otros asuntos, llevamos a
cabo un estudio longitudinal en el que estudiamos a lo largo de una década,
entrevistándolos en cuatro ocasiones (a los 13, 15, 18 y 22 años), a una
muestra de 90 chicos y chicas andaluces.
Los resultados, que van a ser publicados en la revista de la
European Association for Research on Adolescence, apoyaron la hipótesis de que
una alta autonomía emocional en jóvenes y adolescentes podría estar indicando
unas pobres relaciones familiares, más que un desarrollo psicológico
saludable. Así, las puntuaciones altas
en la escala de autonomía emocional usada en el estudio se asociaron con una
pobre cohesión emocional entre los miembros de la familia en etapas anteriores.
Es decir, una mala relación con los padres tendía a predecir una elevada
autonomía años después. Este distanciamento afectivo también estuvo relacionado
con una menor satisfacción vital, y con más problemas ansioso-depresivos,
especialmente entre las chicas. Por último, tampoco se observó un aumento en la autonomía
emocional durante el tiempo que duró la investigación, como cabría esperar si se
tratase de una tarea evolutiva. Incluso las puntuaciones tendieron a disminuir
durante los años finales de la adolescencia.
Estos resultados podrían resultar sorprendentes, sin embargo
pueden ser interpretados en el marco de la teoría del apego. Estos adolescentes
muy autónomos emocionalmente no se habrían distanciado de sus padres durante de
la adolescencia, sino que más bien habrían
forjado con ellos, a lo largo de la infancia, un vínculo de apego inseguro, como
consecuencia de la falta de afecto y apoyo parental. A fuerza de frialdad
afectiva habrían aprendido a no confiar en sus padres y a no depender de ellos,
adquiriendo una autosuficiencia afectiva que les habría llevado a huir de las ataduras emocionales que se
forjan en las relaciones interpersonales.
Como conclusión, se puede afirmar que un desarrollo óptimo
durante la adolescencia no precisa de una ruptura de los vínculos afectivos con
los progenitores, ya que, al menos en nuestro contexto cultural, se puede llegar
a ser un adulto maduro e independiente sin renunciar a una buena relación
emocional con los progenitores.
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ResponderEliminarCon la ayuda del gabinete de psicología en Madrid podremos entender mas a fondo el concepto autonomía emocional en el marco de las relaciones familiares durante la adolescencia hace referencia al alejamiento emocional de madres y padres que se produce durante la segunda década de la vida y al establecimiento de unos vínculos afectivos con ellos más simétricos que los que habían caracterizado su relación durante la infancia.
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