No cabe duda de que las condiciones de vida de la infancia han mejorado notablemente en el mundo occidental, tanto en lo que se refiere a la alimentación, la higiene y las condiciones físicas de la crianza, como al trato afectivo que reciben niños y niñas, aunque en absoluto hayan desaparecido las situaciones de negligencia o maltrato.
Estos cambios en los contextos en que se crían los menores pueden generar algunas situaciones paradójicas. Así, un exceso de higiene, como el que caracteriza a un gran número de sociedades occidentales desarrolladas, ha influido en el mayor riesgo de sufrir alergias y enfermedades autoinmunes que tienen estos niños en comparación con quienes viven en países menos desarrollados, donde la higiene es menor. Al menos esta es la principal conclusión de un estudio realizado en la Universidad de Duke y financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y la Fundación Fannie E. Rippel.
A nivel psicológico también tendemos a protegerlos más evitándoles todo tipo de frustraciones y conflictos, y tendríamos que preguntarnos si ese exceso de celo sobreprotector no puede conllevar también algunos efectos indeseables.
Algunos datos de estudios que hemos llevado a cabo recientemente podrían estar apuntando en esa dirección. Así, en una investigación longitudinal en la que hemos seguido a 100 adolescentes desde los 13 hasta los 23 años hemos encontrado que aquellos chicos y chicas que declararon tener más disputas y enfrentamientos con sus madres y padres a los 13 años fueron quienes una década más tarde mostraron un mejor ajuste psicológico. Este dato puede tener una fácil explicación, y es que los conflictos parento-filiales en la adolescencia temprana actúan como un catalizador que precipita el cambio que deben experimentar las relaciones entre padres e hijos para adaptarse a las nuevas necesidades que surgen con la llegada de la pubertad. Es decir, los conflictos son necesarios en esta etapa siempre que los progenitores se muestren flexibles y tengan suficiente cintura para adaptarse, ya que en esos casos los conflictos tenderán a resolverse adecuadamente e irán desapareciendo para dar paso a una relación más madura y armónica.
Más sorprendentes pueden parecer los datos de otro estudio longitudinal, dirigido por el profesor Arranz de la Universidad del País Vasco, sobre una muestra de 551 niños que estudiamos a los 5 y a los 8 años, y en el que encontramos que aquellos menores que en el primer momento estuvieron expuestos a una mayor conflictividad marital mostraron un mayor desarrollo cognitivo tres años después. Sin duda un dato muy chocante que no resulta fácil de interpretar. Este hallazgo podría comprenderse atendiendo al desarrollo del comportamiento de resiliencia que hubieran podido desarrollar los niños de la muestra ante su exposición al conflicto en T1. En los niños y niñas de la muestra de este trabajo la exposición al conflicto en T1 pudo actuar como elemento favorecedor del comportamiento resiliente en el marco de un contexto familiar adecuado. Así, la exposición a diferentes situaciones conflictivas puede haber generado un conflicto interno que sirve para activar el desarrollo cognitivo mediante la búsqueda de una comprensión de la situación. En concreto, el conflicto podría acelerar la superación del egocentrismo cognitivo que es característico de los niños y niñas de 5 años.
Aunque habría que seguir profundizando en el estudio de las consecuencias psicológicas del conflicto para el desarrollo de niños y adolescentes, no parece muy recomendable apartar a nuestros hijos de todo tipo de frustraciones y conflictos. Muchas de estas situaciones pueden servir para hacerles más resistentes.
Arranz, E., Oliva, A., Olabarrieta, F, Sánchez, M. & Richards, M. (2010). Quality of family context and cognitive development: A cross sectional and longitudinal study. Journal of Family Studies, 16, 2. (ver aquí)
Estos cambios en los contextos en que se crían los menores pueden generar algunas situaciones paradójicas. Así, un exceso de higiene, como el que caracteriza a un gran número de sociedades occidentales desarrolladas, ha influido en el mayor riesgo de sufrir alergias y enfermedades autoinmunes que tienen estos niños en comparación con quienes viven en países menos desarrollados, donde la higiene es menor. Al menos esta es la principal conclusión de un estudio realizado en la Universidad de Duke y financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y la Fundación Fannie E. Rippel.
A nivel psicológico también tendemos a protegerlos más evitándoles todo tipo de frustraciones y conflictos, y tendríamos que preguntarnos si ese exceso de celo sobreprotector no puede conllevar también algunos efectos indeseables.
Algunos datos de estudios que hemos llevado a cabo recientemente podrían estar apuntando en esa dirección. Así, en una investigación longitudinal en la que hemos seguido a 100 adolescentes desde los 13 hasta los 23 años hemos encontrado que aquellos chicos y chicas que declararon tener más disputas y enfrentamientos con sus madres y padres a los 13 años fueron quienes una década más tarde mostraron un mejor ajuste psicológico. Este dato puede tener una fácil explicación, y es que los conflictos parento-filiales en la adolescencia temprana actúan como un catalizador que precipita el cambio que deben experimentar las relaciones entre padres e hijos para adaptarse a las nuevas necesidades que surgen con la llegada de la pubertad. Es decir, los conflictos son necesarios en esta etapa siempre que los progenitores se muestren flexibles y tengan suficiente cintura para adaptarse, ya que en esos casos los conflictos tenderán a resolverse adecuadamente e irán desapareciendo para dar paso a una relación más madura y armónica.
Más sorprendentes pueden parecer los datos de otro estudio longitudinal, dirigido por el profesor Arranz de la Universidad del País Vasco, sobre una muestra de 551 niños que estudiamos a los 5 y a los 8 años, y en el que encontramos que aquellos menores que en el primer momento estuvieron expuestos a una mayor conflictividad marital mostraron un mayor desarrollo cognitivo tres años después. Sin duda un dato muy chocante que no resulta fácil de interpretar. Este hallazgo podría comprenderse atendiendo al desarrollo del comportamiento de resiliencia que hubieran podido desarrollar los niños de la muestra ante su exposición al conflicto en T1. En los niños y niñas de la muestra de este trabajo la exposición al conflicto en T1 pudo actuar como elemento favorecedor del comportamiento resiliente en el marco de un contexto familiar adecuado. Así, la exposición a diferentes situaciones conflictivas puede haber generado un conflicto interno que sirve para activar el desarrollo cognitivo mediante la búsqueda de una comprensión de la situación. En concreto, el conflicto podría acelerar la superación del egocentrismo cognitivo que es característico de los niños y niñas de 5 años.
Aunque habría que seguir profundizando en el estudio de las consecuencias psicológicas del conflicto para el desarrollo de niños y adolescentes, no parece muy recomendable apartar a nuestros hijos de todo tipo de frustraciones y conflictos. Muchas de estas situaciones pueden servir para hacerles más resistentes.
Arranz, E., Oliva, A., Olabarrieta, F, Sánchez, M. & Richards, M. (2010). Quality of family context and cognitive development: A cross sectional and longitudinal study. Journal of Family Studies, 16, 2. (ver aquí)
Este tema, el del valor del conflicto, en la educación me interesa especialmente desde hace tiempo.
ResponderEliminarPara no explayarme demasiado lo resumiré diciendo que el conflicto (afrontar problemas) me resulta inevitable. El ser humano se mueve por deseos insatisfechos (Schopenhauer), así que el problema no es carecer de ellos, el problema es negarlos o afrontarlos inadecuadamente. Si se educa a un niño con todo resuelto sólo se formará un ser que vivirá en la irrealidad. Un ejemplo popular de esto sería el típico "pijo" de familia bien a la que le han dado todo resuelto y, por lo tanto, no ha necesitado esforzarse ni adaptarse a nada terminando por convertirse en un inútil.
Es verdad que el conflicto suele encontrarse principalmente con los padres. A fin de cuentas los padres constituyen el universo principal del niño en sus primeros años. Y también es cierto que algo así puede suponer una estimulación para su carácter y para sus inquietudes (aunque también puede ser lo contrario, un daño irreversible). Por ejemplo, infinidad de escritores han sido hijos de otros escritores con los que se han enfrentado. Martin Amis incluso escribió un libro exclusivamente para rebatir a su padre.
También hay que tener en cuenta que el nivel intelectual del niño también dependerá de la cantidad de estímulos que tenga en su infancia. A más estímulos (y bien graduados) mayores interconexiones neuronales tendrá y ello redundará en sus capacidades intelectuales, motoras, etc...
Yo soy partidario de la línea que ofrece Ellacuría, sólo que llevada a la educación. Es decir, el niño
debe de afrontar problemas, pero no los creados por sus padres. Llega simplemnente con el "dejarse hacer" por la realidad que menciona Ellacuría. La realidad está llena de problemas, basta con no ocultárselos al niño (siempre atendiendo a su edad nivel de madurez y desarrollo intelectual).
Es verdad que un exceso de higiene produce, sorprendentemente, niños con menos defensas y susceptibles de padecer más enfermedades. Yo lo tomaría como un ejemmplo de lo que es la vida. Pero en el caso de no crear "problemas" a los niños para que puedan solucionarlos sólo los hacemos vivir en un mundo irreal. Nunca es una medida de "salud" avanzar por un camino así.
Un saludo
Hola
ResponderEliminarhe llegado hasta el blog a través de buenostratos.com y esta es la primera entrada que he leído: me ha resultado muy interesante.
Voy a volver a leerla con detenimiento porque estoy valorando enlazarla a mi blog: el tema de la gestión positiva del conflicto es una asignatura pendiente en la educación de la infancia-juventud hoy día.
Voy a dar una vuelta más detenida por el blog.
Un saludo,
http://hablemosdelainfancia.blogspot.com/
Me ha aprecido muy interesante.
ResponderEliminarSi me permites me gustaría difundirlo en mi blog...
Gracias,
Se me ha pasado comentar el blog, aunque fácilmente se averigua de mi perfil en el comentario.
ResponderEliminar;-))
http://alex-elusodesimismo.blogspot.com/
Por supuesto, Alex.
ResponderEliminarEstaré encantado de que lo hagas.
Un saludo
http://www.youtube.com/watch?v=Qmm-F4QjoSI
ResponderEliminarEn este enlace hay un claro ejemplo de un ingeniero de 29 años , chileno, que fue criado sin padecer frustraciones, y no aprendió nada el pobre...Ahora para conseguir las cosas, grita y garabatea...Fue a las 8 de la mañana a Mc Donald a exigir una hamburguesa que estaba en promoción pero desde las once de la mañana...y vean lo que pasó....