El asunto más polémico sobre la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva es la posibilidad de que las menores de 16 años puedan abortar sin el consentimiento de sus padres, aunque se requiere que sean informados salvo en situaciones de conflicto familiar.
Son muchas las personas que consideran que una menor de 16 años está aún inmadura para tomar esa decisión, probablemente por un desconocimiento de las capacidades reales de las adolescentes para tomar decisiones. Pero si volvemos la vista hacia un país con una mayor tradición democrática que la nuestra, como es Estados Unidos, nos encontramos con que, con algunas ligeras variaciones entre estados, las adolescentes de 16 y 17 años tienen plenamente reconocida su capacidad para tomar decisiones acerca del curso de su embarazo sin necesidad del consentimiento parental. Este reconocimiento de la capacidad de las adolescentes para tomar decisiones sobre su embarazo se basa en la evidencia empírica disponible, avalada por la American Psychological Association (ver aquí).
Incluso en muchos estados tampoco se requiere, como en nuestro país, que los padres sean notificados de la decisión de su hija. Las razones para que no sea necesario el informar a los padres tienen que ver con que motivaciones morales o religiosas pueden hacer que los padres no tengan en cuenta las serias consecuencias que un embarazo a término puede tener para la salud de su hija, y puedan presionarla para que tome una decisión con la que no está de acuerdo.
Si las menores tienen que informar a sus padres habrá muchas situaciones en las que por temor a su reacción vayan posponiendo la decisión hasta un punto en que no sea posible la interrupción voluntaria de la gestación. Es cierto que, como indican algunos estudios realizados en EEUU, entre un 50% y un 75% de adolescentes terminan informando a sus padres, pero otras muchas no lo hacen, y las razones para no hacerlo son diversas: pensar que si los padres se enteran empeorarán las relaciones con ellos; o que pondrán impedimentos para que continúe la relación con su pareja; o sólo porque quieren evitar preocupaciones a sus padres. No obstante, tampoco faltan los casos en los que el principal motivo tiene que ver el miedo a la reacción violenta de sus padres que podría llevarles a maltratarlas o incluso a echarlas de casa.
Por lo tanto, creo que en la aplicación de la actual ley, que deja abierta la posibilidad de que algunas adolescentes puedan abortar sin que hayan informado a sus padres, se debería ser poco exigente en cuanto a las motivaciones que la menor alega para no informar a sus padres. Una posibilidad sería que, al igual que ocurre en muchos estados norteamericanos, la adolescente demuestre que tiene la madurez e información suficiente para tomar su propia decisión.
Son muchas las personas que consideran que una menor de 16 años está aún inmadura para tomar esa decisión, probablemente por un desconocimiento de las capacidades reales de las adolescentes para tomar decisiones. Pero si volvemos la vista hacia un país con una mayor tradición democrática que la nuestra, como es Estados Unidos, nos encontramos con que, con algunas ligeras variaciones entre estados, las adolescentes de 16 y 17 años tienen plenamente reconocida su capacidad para tomar decisiones acerca del curso de su embarazo sin necesidad del consentimiento parental. Este reconocimiento de la capacidad de las adolescentes para tomar decisiones sobre su embarazo se basa en la evidencia empírica disponible, avalada por la American Psychological Association (ver aquí).
Incluso en muchos estados tampoco se requiere, como en nuestro país, que los padres sean notificados de la decisión de su hija. Las razones para que no sea necesario el informar a los padres tienen que ver con que motivaciones morales o religiosas pueden hacer que los padres no tengan en cuenta las serias consecuencias que un embarazo a término puede tener para la salud de su hija, y puedan presionarla para que tome una decisión con la que no está de acuerdo.
Si las menores tienen que informar a sus padres habrá muchas situaciones en las que por temor a su reacción vayan posponiendo la decisión hasta un punto en que no sea posible la interrupción voluntaria de la gestación. Es cierto que, como indican algunos estudios realizados en EEUU, entre un 50% y un 75% de adolescentes terminan informando a sus padres, pero otras muchas no lo hacen, y las razones para no hacerlo son diversas: pensar que si los padres se enteran empeorarán las relaciones con ellos; o que pondrán impedimentos para que continúe la relación con su pareja; o sólo porque quieren evitar preocupaciones a sus padres. No obstante, tampoco faltan los casos en los que el principal motivo tiene que ver el miedo a la reacción violenta de sus padres que podría llevarles a maltratarlas o incluso a echarlas de casa.
Por lo tanto, creo que en la aplicación de la actual ley, que deja abierta la posibilidad de que algunas adolescentes puedan abortar sin que hayan informado a sus padres, se debería ser poco exigente en cuanto a las motivaciones que la menor alega para no informar a sus padres. Una posibilidad sería que, al igual que ocurre en muchos estados norteamericanos, la adolescente demuestre que tiene la madurez e información suficiente para tomar su propia decisión.
Alfredo: tu opinión es interesante. Sin embargo, se trata de un tema que tiene demasiados ángulos como para alcanzar un veredicto claro. Quienes piensan (y dicen) que se está produciendo un asesinato cuando se produce un aborto, sostienen algo discutible, pero no estúpido. Aquellos que defienden la capacidad de decidir de la adolescente, sin consideraciones adicionales, también tienen sus razones. Pero, por ejemplo, ¿qué sucede con el padre del futuro niño? No veo nada respecto a este otro factor de la ecuación por ninguna parte. ¿Por qué los progenitores no tienen casi nada qué decir en esta cuestión, pero los legisladores han coqueteado con la idea de responsabilizarles de otras conductas como el consumo de drogas o la violencia desplegadas por sus retoños en las calles? ¿se sabe algo sólido sobre las chicas que han abortado, pero que luego se han arrepentido, y cuáles han sido las consecuencias psicológicas? Una autora norteamericana escribió un texto, que creo puede ser interesante, y cuya reseña se puede encontrar en el siguiente link:
ResponderEliminarhttp://robertocolom.blogspot.com/2009/05/feminismo-una-vision-politicamente.html
Salu2, Roberto---
Roberto, en la entrada creo haber expuesto algunas de las razones por las que la necesidad de informar a los padres puede ser un problema. Con respecto a la responsabilidad parental sobre la violencia callejera de sus hijos, ha sido una medida eficaz contra la Kale Borroka, pero no creo que sea generalizable.
ResponderEliminarLa consideración del aborto como asesinato puede ser discutible, pero es inusual en los países laicos y con amplia experiencia democrática.
Un saludo
hola Alfredo, bueno en este caso disiento ampliamente de tu opinión al respecto de las adolescentes. He sido firme defensora desde que se propuso la modificación de la Ley de que no debería caber la posibilidad de no información de los padres. Los padres son responsables jurídicamente de sus hijos, con todas sus consecuencias, hasta que estos cumplen los 18 años. Para bien o para mal, el Estado deposita en esos padres, sean como sean, la responsabilidad de educarles, de alimentarles, de proporcionarles sustento y hogar, y no sólo eso sino que uno es responsable de las acciones de sus hijos hasta la mayoría de edad. Así las cosas, esos padres tienen que estar informados de lo que pasa dentro de sus casas, y un aborto es algo muy serio, algo que necesita apoyo psicológico dentro y fuera de casa, algo que necesita conocimiento y discernimiento del menor y de sus padres también. Si la menor lo tiene claro, acabará abortando, pero de todos modos no le vendrá mal en la mayoría de casos escuchar lo que sus padres puedan decir al respecto. Estamos hablando en su mayoría de padres que ahora pueden tener mi edad, o sea 40 o 50 años como mucho, que ya se han educado en sociedades más abiertas, no estamos hablando ni de tus padres ni de los mios, que podían haber sacado la escopeta y obligado al varón a casarse con la manceba. No, son padres que ya viven y piensan en democracia y en valores democráticos. Que habrá algunos cerriles? probablemente, pero para eso están las excepciones de la ley. He pasado por un aborto de bien adulta, un aborto forzoso, pero aborto igualmente, y es muy doloroso psicológicamente, y la chica necesita confiarse con las personas con las que vive y poder hablar de ello. No hagamos como en la época de nuestros padres que a las chicas embarazadas se las recluía en una institución religiosa cual apestadas y luego daban a luz dejaban al bebé abandonado y el tema se convertía en tabú en sus casas para siempre. No hagamos de la excepción regla general. Los padres están en su mayoría deseosos de saber qué pasa por las cabezas de sus hijos, de apoyarles y servirles de ayuda y de experiencia en la medida de sus posibilidades. Y por supuesto que la decisión es de la chica y de nadie más, pero dejemos que la puedan aconsejar, que nunca le vendrá mal escuchar un consejo de más ni aunque sea contrario a su decisión, no hay que tener miedo a escuchar voces discordantes y a veces incluso pueden servirnos para reafirmarnos con más seguridad. Ir de la mano de tu madre o de tu padre en un momento así es media vida.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarManuela, no tienes que disculparte por disentir. Se trata de un asunto polémico y discutible. Mi opinión la he expresado en la entrada y es favorable a la no notificación. Lo usual, cuando las relaciones parento-filiales son de buen tono es que la chica informe a sus padres, que en la mayoría de casos le brindarán su apoyo.Pero en alguna ocasiones creo que la exigencia de notificación podría generar algunos problemas. La ley actual contempla esas excepciones.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por tu comentario.