Todos tenemos recuerdos de nuestra niñez, de los juegos que nos divertían, de nuestros miedos, de la escuela a la que acudimos, de los amigos y compañeros más cercanos, pero, sobre todo, de nuestros padres. Recordamos con más o menos detalles sus cuidados, su cariño, sus consejos, sus regañinas y sus castigos. Pues bien, aunque parezca sorprendente, estos recuerdos nos pueden ofrecer mucha información acerca del modelo o tipo de apego construido en la infancia.
Cuando se trata de niños pequeños, la mejor manera de evaluar el tipo de apego es mediante la observación del comportamiento del menor, sobre todo en la relación con su cuidador principal, en una situación experimental. Sin embargo, con adolescentes y adultos ese método ya no es útil, y los procedimientos empleados van dirigidos a evaluar el modelo o representación mental del apego, construido a partir de las interacciones con los padres a lo largo de la infancia.
El método más utilizado por los investigadores es la Entrevista de Apego Adulto (Adult Attachment Interview- AAI), una entrevista semiestructurada sobre las relaciones con los padres, en las que se tiene en cuenta no sólo el contenido de las experiencias relatadas, sino también su coherencia o su tono emocional.
Los sujetos con apego seguro suelen manifestar recuerdos coherentes y verosímiles, con independencia de que sean positivos o negativos; valoran mucho la importancia de las relaciones con sus padres y tienen cierto grado de conciencia sobre cómo estas relaciones han podido afectarles.
Los sujetos inseguros evitativos o autosuficientes, es decir, aquellos que suelen evitar el compromiso emocional, en cambio, presentan una mayor incoherencia en su discurso y una importante carencia de información básica sobre estas relaciones, así como una negación del impacto que las experiencias difíciles en la infancia han podido tener sobre ellos. También es frecuente que presenten versiones muy idealizadas de sus figuras de apego y/o que quiten importancia a su relación con ellas y que, además, el tono emocional de su relato sea muy frío.
Por último, quienes presentan apego inseguro ambivalente/preocupado, es decir aquellos que se muestran inseguros y celosos en sus relaciones afectivas, tienden a describir a sus padres o cuidadores con una falta absoluta de sentido del equilibrio o la perspectiva, de forma que pueden ser muy prolijos y detallados con respecto a un asunto o suceso trivial, a la vez que no son capaces de reflejar en su discurso la forma en que estas relaciones infantiles pueden haberles afectado. Su discurso también suele mostrar una alta carga emocional.
Pues bien, nuestras experiencias infantiles quedaron muy atrás, pero dejaron en nosotros un poso emocional que influye en nuestra forma de relacionarnos con los demás, y que se revela en esos recuerdos que vienen desde tan lejos.
Cuando se trata de niños pequeños, la mejor manera de evaluar el tipo de apego es mediante la observación del comportamiento del menor, sobre todo en la relación con su cuidador principal, en una situación experimental. Sin embargo, con adolescentes y adultos ese método ya no es útil, y los procedimientos empleados van dirigidos a evaluar el modelo o representación mental del apego, construido a partir de las interacciones con los padres a lo largo de la infancia.
El método más utilizado por los investigadores es la Entrevista de Apego Adulto (Adult Attachment Interview- AAI), una entrevista semiestructurada sobre las relaciones con los padres, en las que se tiene en cuenta no sólo el contenido de las experiencias relatadas, sino también su coherencia o su tono emocional.
Los sujetos con apego seguro suelen manifestar recuerdos coherentes y verosímiles, con independencia de que sean positivos o negativos; valoran mucho la importancia de las relaciones con sus padres y tienen cierto grado de conciencia sobre cómo estas relaciones han podido afectarles.
Los sujetos inseguros evitativos o autosuficientes, es decir, aquellos que suelen evitar el compromiso emocional, en cambio, presentan una mayor incoherencia en su discurso y una importante carencia de información básica sobre estas relaciones, así como una negación del impacto que las experiencias difíciles en la infancia han podido tener sobre ellos. También es frecuente que presenten versiones muy idealizadas de sus figuras de apego y/o que quiten importancia a su relación con ellas y que, además, el tono emocional de su relato sea muy frío.
Por último, quienes presentan apego inseguro ambivalente/preocupado, es decir aquellos que se muestran inseguros y celosos en sus relaciones afectivas, tienden a describir a sus padres o cuidadores con una falta absoluta de sentido del equilibrio o la perspectiva, de forma que pueden ser muy prolijos y detallados con respecto a un asunto o suceso trivial, a la vez que no son capaces de reflejar en su discurso la forma en que estas relaciones infantiles pueden haberles afectado. Su discurso también suele mostrar una alta carga emocional.
Pues bien, nuestras experiencias infantiles quedaron muy atrás, pero dejaron en nosotros un poso emocional que influye en nuestra forma de relacionarnos con los demás, y que se revela en esos recuerdos que vienen desde tan lejos.
¿No hay en esta perspectiva una fuerte reminiscencia psicoanalítica? Presuntamente la Psicología científica moderna ha superado la visión de Freud, pero esta visión sobre la influencia de lo vivido en la infancia sobre nuestra posterior vida emocional parece anclada en él. ¿Es así? Saludos, Roberto---
ResponderEliminarEs cierto que hubo cierto influencia psicoanalítica en los planteamientos iniciales de la teoría del apego, pero no fue la única influencia. Hay que tener en cuenta que en aquellos años las teorías de corte psicodinámico aún tenían mucho peso en nuestra área. Pero, por supuesto, no fue la única influencia.
ResponderEliminarPor otra parte, considerar que las experiencias infantiles continuadas (como son las interacciones que se establecen durante los primeros años entre cuidadores y niño) dejan su huella no es algo exclusivo del psicoanálisis, sino algo muy generalizado. Hay que tener en cuenta la enorme plasticidad cerebral durante esos años -aunque también durante los posteriores-. Los estudios de experimentación animal demuestran cómo el contacto estrecho entre madre y cría tiene efectos sobre el desarrollo de determinadas zonas cerebrales, y cuando de impide ese contacto las secuelas cerebrales son importantes, Y si nos vamos al terreno del desarrollo sensorial o intelectual, la evidencia empírica sobre la influencia de las experiencias tempranas es abrumadora.
Un saludo