Aunque con
frecuencia control y supervisión tienen a ser considerados como sinónimos, y
obviamente están muy relacionados entre sí, es interesante diferenciar entre
ambas dimensiones. Así, si el control hace referencia al establecimiento de
límites y a las exigencias de madurez y de responsabilidad, la supervisión se
refiere fundamentalmente al conocimiento de las actividades que realiza y de
los lugares y amigos que frecuenta el adolescente. Al igual que ocurría con el
control, la supervisión ideal debe estar ajustada a la edad y grado de madurez
del chico o chica, y puede resultar perjudicial tanto su carencia como su
exceso. En general, es muy importante que los padres estén informados de lo que
hace su hijo o hija, y para ello es necesario que se interesen por él, le
pregunten y conozcan a sus amigos y amigas, para evitar algunas situaciones de
riesgo que pudieran estar produciéndose. Ya hemos comentado anteriormente que
la carencia de supervisión y de control suele llevar a problemas
comportamentales, incluso cuando la relación entre padres e hijos es afectuosa.
Pero igualmente deben evitar los padres mostrar una actitud inquisitorial o
policial, interrogando a sus hijos acerca de algunos asuntos que ellos
legítimamente pueden considerar privados, y que pueden llevar a que el adolescente
se muestre aún más hermético en un intento de defender su esfera personal. De
acuerdo con algunos estudios recientes, la forma más
eficaz de supervisar es la revelación, es decir cuando son los mismos
adolescentes quienes informan a sus padres acerca de sus actividades y amigos.
Y esto suele ocurrir cuando existe confianza y una buena comunicación entre
padres e hijos. En estas situaciones es probable que sean los mismos
adolescentes quienes tengan la iniciativa de compartir con sus padres muchas de
sus preocupaciones, o de hablarle acerca de sus amigos o de sus actividades. Durante
la adolescencia es muy probable que, si la comunicación es buena, el
adolescente hable a sus padres acerca de su implicación en algunos comportamientos
relacionados con el alcohol, las drogas, o la sexualidad. Como también es bastante probable que los
padres desaprueben estos comportamientos y se sientan muy preocupados al
respecto, es de esperar que reaccionen de forma muy intensa y emocional
abroncando al chico o chica por su
conducta. Si ese es el caso, lo normal es que a partir de ese momento el
adolescente se muestre mucho más
comedido en sus revelaciones, aunque ello no suponga que abandone su implicación
en las conductas en cuestión. Por lo tanto, los padres habrán perdido una
magnífica ocasión para mantenerse informados sobre algunos asuntos relativos a
sus hijos.
En estas situaciones lo recomendable es
mantener la calma y valorar positivamente la muestra de confianza del hijo o
hija por revelarles un asunto personal. Ello no quiere decir que se reaccione con
indiferencia ante la transgresión, que debería ser abordada más adelante,
separándola claramente de la confidencia y evitando caer en el sermón o la
regañina.
Genial como siempre Alfrede. A los que somos padres primerizos este tipo de reflexiones nos viene como agua de mayo :) Muchas gracias de nuevo.
ResponderEliminarUn abrazo