En Noviembre del año pasado falleció Margaret Kerr, profesora
de psicología en la Universidad sueca de Orebro y codirectora, junto a su
esposo Hakan Stattin, del Center for Development Research. Creo que éste es un buen momento para recordar
algunas de sus aportaciones más interesantes al estudio de las relaciones entre
el estilo parental y el desarrollo y ajuste adolescente, especialmente su
consideración acerca de la importancia de la revelación (self-disclosure) como
una importante estrategia de control parental.
En el año 2000 la investigadora de origen británico publicó
un artículo con su esposo en el que exponía algunas dudas acerca de los cuestionarios que los investigadores usan
para evaluar el estilo educativo de los padres y madres de adolescentes. Concretamente
apuntó cómo estos instrumentos psicométricos se servían para evaluar el control o
monitorización parental de ítems en los que se
preguntaba a chicos y chicas sobre el conocimiento que sus padres tenían de las
actividades que realizaban al salir de clase, o de quienes eran sus amigos, qué
lugares frecuentaban, etc. Es decir, partían de la presuposición de que si los
padres tenían conocimiento acerca de esos aspectos referidos a la vida de sus
hijos era porque hacían esfuerzos deliberados por obtener dicha información. Como
estos mismos estudios encontraban una relación negativa entre dicho conocimiento y los problemas de
conducta adolescente sacaban la conclusión de que el control y monitorización
parental es un eficaz predictor del desajuste comportamental. Sin embargo, Kerr y Stattin demostraron que el
conocimiento que los padres tienen sobre la vida de sus hijos suele provenir más de lo que estos les cuentan
espontáneamente a sus padres
(revelación) que de los esfuerzos
parentales por controlar. Además, la revelación suele mostrar una relación más
estrecha con el ajuste adolescente que los intentos deliberados de control y monitorización.
Más allá de la importancia que este hallazgo tiene para la investigación,
resulta de mucho interés práctico para los padres y madres de adolescentes, ya
que sugiere que la mejor estrategia que pueden usar para
prevenir los problemas conductuales de sus hijos es la de mantener una relación
de confianza en la que estén abiertos los canales de comunicación para que sus
hijos pueden sentirse cómodos hablando con ellos de sus intereses y
actividades. Con frecuencia es la
reacción parental emocional y desmesurada cuando su hijo les revela algún
comportamiento que les agrada poco (conductas sexuales, consumo de sustancias...) la que suele cerrar las puertas de
la comunicación.
En su último trabajo, publicado a finales del año pasado, aportó más
datos que reforzaban su crítica sobre las
medidas del control parental. En este caso a partir de un riguroso estudio
longitudinal. Por otra parte, sus
resultados también defienden las tesis de la relación bidireccional entre el
estilo parental y el comportamiento adolescente. Es decir, aunque los investigadores
con frecuencia hemos sacado conclusiones demasiado precipitadas acerca de la
influencia del estilo parental sobre el ajuste infantil y adolescente a partir
de estudios correlaciónales, las
relaciones entre ambos aspectos suelen ser bidireccionales. Así, los datos
longitudinales muestran que el comportamiento de chicos y chicas ejerce una
significativa influencia sobre algunas medidas del estilo parental de sus
padres, sobre todo del control y del afecto. Es decir, cuando el adolescente
muestra un comportamiento más ajustado es más probable que sus padres presenten
un estilo parental democrático caracterizado por el afecto y el control o
monitorización que cuando muestra conductas problemáticas. Sin duda, algo muy razonable, que, aunque suene pretencioso
decirlo, ya habíamos encontrado hace
algunos años en nuestro estudio longitudinal (ver aquí, pag. 464 y 465).
Kerr, M.,
Stattin, H. & Özdemir, M. (2012). Perceived parenting style and adolescent
adjustment: Revisiting directions of effect and the role of parental knowledge.
Developmental Psychology, 48,
1540-1553.
Muy interesante Alfredo. No sé si los estudios de esta autora (y los tuyos) usan diseños genéticamente informativos. El análisis de las relaciones entre estilos parentales y sus 'efectos' sobre el desarrollo del chaval (y/o al revés) puede confundirse si no se tienen en cuenta los tres principales factores que contribuyen a la variabilidad fenotípica que los psicólogos medimos. ¿Qué sucede cuando comparamos similares estilos parentales en distintas familias pero estudiando a los distintos hermanos de cada familia? ¿qué sucede al comparar a la misma familia en cuyo seno crecen hijos biológicos y adoptados? El estudio de hermanos es relativamente sencillo, pero, desgraciadamente, por lo que yo sé, infrecuente. Saludos, Roberto
ResponderEliminarNo Roberto, ni mis estudios ni los que llevó a cabo Margaret Kerr incluyen información genética. Sería interesante, por supuesto, pero los estudios de genética de la conducta suelen ser complejos y caros. En cuanto al estilo parental desarrollado ante cada hijo (ya sean biológico o adoptado), es una propuesta muy interesante, pero en este momento no recuerdo ningún estudio que valore ese aspecto.
ResponderEliminarNo obstante, cabe esperar que haya diferencias, ya que características del menor, como el sexo, la edad o el temperamento, pueden influir sobre el estilo educativos de sus padres.
Un abrazo
Todas las cuestiones relativas al estudio de la relación de padres e hijos es verdaderamente muy interesante. Creo que entran en juego muchas variables, y pese a no ser un experto en la materia, me parece muy interesante lo que esta mujer indicó en sus estudios.
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