martes, 31 de enero de 2012

Sobre la diversidad familiar




En este blog (que he tenido abandonado estos dos últimos meses) he hecho referencia en más de una entrada al estudio que llevamos a cabo hace unos años sobre la diversidad familiar. Pues bien, coincidiendo con la reciente publicación y divulgación del estudio (ver aquí) , en el que analizamos seis tipos diferentes de estructuras familiares (tradicionales , monoparentales, reconstituidas, homoparentales, múltiples y adoptivas), aprovecho para comentar algunos de los resultados referidos a los problemas y necesidades percibidos por cada tipo de familia.


Así, si las familias homoparentales expresaron su preocupación por el rechazo que sus hijos pudieran sufrir como consecuencia del hecho de tener dos madres o dos padres, las monoparentales y las múltiples se refieron a las dificultades económicas, y las reconstituidas a los efectos negativos que pudieran derivarse de la separación de sus padres biológicos. Sin embargo, hay que aclarar que el nivel de preocupación de las familias sobre estos temas nunca fue demasiado alto, ya que en una escala de 1 a 6, nunca superó el 3.

Por otra parte, estas familias también percibieron las ventajas de su estructura familiar. Los padres y madres de familias tradicionales y reconstituidas pusieron especial énfasis en la existencia de dos personas adultas a cargo de los hijos, lo que facilitaba la estabilidad de la familia y el apoyo en caso de necesidad. Por el contrario, las madres de familias monoparentales subrayaron la independencia a la hora de tomar las decisiones. Las adoptivas y homoparentales coincidieron en que sus hijos eran muy deseados, lo que garantizaba en parte la implicación de ambos padres en su crianza y educación. Las homoparentales también destacaron que en la educación a sus hijos iban a estar muy presentes valores como el respeto al otro, la tolerancia o la pluralidad, subrayando al mismo tiempo una visión de la homosexualidad sana y sin prejuicios. 

Con respecto a los inconvenientes que perciben en sus propias estructuras familiares, las familias monoparentales, las adoptivas, las reconstituidas y sobre todo las homoparentales, coincidieron en destacar el rechazo social que pudieran tener sus hijos por vivir en una estructura familiar no tradicional. Las monoparentales, además, hablaron de la soledad experimentada en las tareas de crianza, las adoptivas del desconocimiento sobre la vida del niño antes de la adopción, y las homoparentales de la necesidad de tener que demostrar continuamente a los demás que eran buenos padres o madres. Las familias reconstituidas también resaltaron las dificultades de los hijos derivadas de tener que vivir en dos hogares, y las dificultades de adaptación a la nueva familia. Las tradicionales comentaron la sobrecarga general de trabajo que tenían las mujeres y los posibles conflictos generados por la disparidad de criterios entre padre y madre sobre la crianza de los hijos. Finalmente, las familias múltiples hablaron de la cantidad de trabajo y esfuerzo, tanto a nivel económico como emocional, que requería la crianza de más de un hijo de la misma edad.     

Es decir, cada tipo de estructura familiar mostró sus fortalezas y debilidades. Y aunque fueron las familias reconstituidas las que presentaron más problemas, hay que aclarar que no fue la estructura familiar en sí sino la calidad de los procesos a cada estructura familiar la que marcó las diferencias entre los niños y niñas que crecían en cada tipo de familia. Por lo tanto,     se puede afirmar que cualquier estructura familiar es igualmente válida para garantizar un buen desarrollo y ajuste infantil, pero siempre que en ella estén presentes una serie de condiciones fundamentales para la promoción del desarrollo, como son un entorno estimulante y carente de conflictos, unos cuidados de calidad, un estilo de crianza democrático y una buena red de apoyo social.