sábado, 24 de enero de 2009

Erikson y la tarea de la adultez media

......................................................Erik Erikson

Leo en el blog de Antonio Rivero Taravillo uno de sus hermosos poemas con los que a veces nos obsequia. El poema, que trata el tema de la paternidad frustrada y la creación literaria, me hace pensar en el psicólogo Erik Erikson y en su teoría acerca del desarrollo de la personalidad durante el ciclo vital. Es cierto, que el modelo propuesto por Erikson no está avalado por una importante evidencia empírica, ya que lo elaboró a partir de su experiencia clínica, y tenemos razones para mostrarnos algo escépticos sobre su validez. A pesar de ello, hay que reconocer en el discípulo de Anna Freud su sensibilidad para entender nuestro transcurrir por las distintas etapas de la vida, y su condición de pionero, ya que fue uno de los primeros autores que se atrevió a proponer un modelo sobre las etapas en el desarrollo personal que abarcasen todo el ciclo vital.

Para Erikson, en cada etapa de nuestra vida hay una tarea evolutiva, y una crisis asociada a ella, que tenemos que resolver favorablemente, aunque también podremos fracasar en su resolución, lo que de alguna manera supondrá poner límites a nuestro desarrollo y a nuestra realización personal. La tarea propia de la adolescencia es la construcción de una identidad personal, definida por los valores, la ideología, el estilo de vida o la elección vocacional. Basta pensar en aquellos años en los que nos asaltaban dudas recurrentes sobre creencias religiosas o políticas o nos debatíamos entre dos opciones vocacionales que nos seducían por igual, para entender lo que supone una crisis de identidad.

En la adultez media la tarea consistiría en el logro de la generatividad, que supondría alcanzar una cierta trascendencia con respecto a nosotros mismos y hacer nuestra propia contribución al mantenimiento y al progreso del mundo en el que vivimos. Probablemente en etapas anteriores estemos demasiados centrados en nosotros mismos, en conocernos o descubrirnos, y en encontrar una posición en la sociedad. Pero a partir de cierta edad los objetivos personales comienzan a cambiar y el deseo de realizar nuestra aportación personal se abre paso entre motivaciones más egoístas. Una de las vías que se nos ofrecen para conseguir esa generatividad es mediante la paternidad o maternidad, es decir, criando y educando a nuestros hijos, olvidándonos de nuestros intereses y pensando en su felicidad, transmitiéndoles nuestro cariño y nuestros valores, ayudándoles a crecer… Pero, es evidente que existen otros caminos, que pasan por la entrega generosa de nuestro trabajo y esfuerzo a un fin que vaya más allá de nuestras ambiciones personales: el trabajo de carácter social, la educación de las generaciones futuras, los esfuerzos por la conservación del medio ambiente, la investigación dirigida a mejorar la vida de los demás o la creación artística o literaria. Todas ellas son alternativas, que están a nuestro alcance, para lograr esa generatividad que hacen que nos sintamos plenamente realizados y satisfechos cuando las llevamos a cabo. Hacemos algo con nuestras manos que puede contribuir a mejorar la vida de otras personas, como una actividad de voluntariado, una vacuna o un poema.
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Sin embargo, como Erikson apuntó, algunas personas fracasan en esta tarea propia de la adultez y se estancan en unas vidas narcisistas y sin sentido. Personas que, a pesar del éxito que hayan podido alcanzar en sus profesiones, sienten que aquellas metas que habían perseguido con tanto ahínco se desmoronan como un castillo de naipes dejándoles una enorme sensación de vacío personal. Ya Erikson había señalado que la sociedad en la que vivimos no contribuye demasiado al logro de la generatividad, puesto que nos impulsa con demasiada frecuencia a buscar de forma imperiosa el éxito personal (fama, dinero, lujos) y nos aleja de que lo debería ser nuestra meta vital: contribuir con nuestras capacidades a mejorar el mundo en que nos ha tocado vivir.


A mi hijo, una tarde de lluvia.

El parque está sombrío, y la alameda
desierta de los niños que se fueron.
La lluvia, la borrasca han dispersado
a todos a sus casas.
En mi estudio
tu ausencia juega, triste, con los libros
que te han ido supliendo; tus pupilas
leen, inexistentes, los volúmenes.
Porque tú no venías, las lecturas
llenaron mis jornadas, por tu falta
traduje mil poemas.
Hijo mío,
su tinta es ya tu pelo, sus cubiertas
los rostros de tu ánimo mudable.
Discúlpame, debiera haber buscado
tu risa con más celo; con ahínco,
tu mirada de asombro ante las cosas.
Vicariamente vives en las páginas
de hombres que he reescrito en esta lengua
que tú nunca hablarás.
Callado quedas,
mudo entre las vidas que no han sido.
Los versos, las angustias, las metáforas
también los hijos son de tu silencio.
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Llueve como en mi infancia, y te recuerdo
en charcos que pisaba con tus botas.

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Antonio Rivero Taravillo
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7 comentarios:

  1. Con los poemas me da casi siempre la sensación de que se pasan de cursis o se quedan cortos de expresión. Muchos ni se sabe porque se dedican a juntar palabras en expresiones aparentemente profundas pero que carecen de sentido. Este es una excepción, es magnífico.

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  2. Angel, estoy de acuerdo contigo en dos cosas. La primera, que el poema es muy bueno. La segunda, que hay poemas que se las traen, y resulta difícil encontrar alguno que tenga ese punto de equilibrio justo y que,además, diga algo.
    NI que decir tiene que tu paisano Angel González es uno de los poetas más grandes.
    Me gusta también bastante este poema de Cummings:
    http://significativos.blogspot.com/2008/06/en-un-lugar-que-nunca-he-visitado.html

    Un saludo

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  3. He descubierto esta bitácora gracias a Antonio y me parece fascinante (y,además,está bien escrita). Te mando un saludo. He dejado un enlace en mi bitácora a la tuya. Salud.
    http://tropicodelamancha.blogspot.com

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  4. Tomás, gracias por el enlace. Tu blog tiene muy buena pinta, lo visitaré con frecuencia.
    Parece que hoy la cosa anda de errores en nombres y apellidos, debe ser el viento. En mi entrada le cambié a Antonio su apellido Rivero por García, y tú, en el enlace, me llamas Alfonso (nombre parecido, pero que pertenece a mi hermano) en lugar de Alfredo.

    Un saludo

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  5. Vayan mis disculpas por delante, ¡deberías escribir sobre los mecasnismos psíquicos que nos llevan a estas trampas en las letras! Un saludo, lo cambio ahora mismo.
    http://tropicodelamancha.blogspot.com

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  6. He llegado desde el blog del Educador en Alaska; sólo quería felicitarte por el blog, y por esta entrada en concreto que me va a venir genial para cierto tema de las oposiciones je je :) el poema de E. E. Cummings es fantástico (el del enlace) y el de esta entrada es... genial!
    Me quito el sombrero (uno naranja... que tengo:)
    Un saludo :)

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  7. Galicia maravillas (bonito apodo),

    gracias y bienvenida.
    Por cierto, ¿cuál es el otro poema de Cummings que te gusta?. (He visto que lo comentabas en el blog de Quique). Cummings es algo irregular a mi entender.

    Un saludo cordial

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