martes, 28 de diciembre de 2010

Maneras de amar




Tanto hombres como mujeres nos diferenciamos en la manera de expresar nuestros afectos en las relaciones emocionales estrechas: amistades, parento-filiales y, sobre todo, de pareja. Así, algunas personas se sienten cómodas y seguras en este tipo de relaciones, se implican emocionalmente de forma intensa sin temor, buscan el contacto físico y expresan sus afectos de forma abierta. En cambio, otras manifiestan mucha ansiedad y temor ante las relaciones románticas, se muestran celosas de forma infundada, solicitan mucha atención y señales de afecto, son extremadamente pegajosas, y terminan atosigando a sus parejas. Por último, podríamos encontrar a mujeres y, sobre todo, hombres, que se muestran muy fríos en este tipo de relaciones, hasta tal extremo que en los casos más extremos rehuyen la implicación emocional y difícilmente establecen vínculos afectivos, prefiriendo las relaciones esporádicas. Aunque la tipología podría ser más rica, creo que estos tres tipos de sujetos son los más reconocibles.

La pregunta que seguramente se estará haciendo el lector interesado por el tema, es ¿por qué nos diferenciamos tanto en nuestras maneras de amar? La respuesta está en nuestra infancia, especialmente en las relaciones establecidas con nuestros padres y madres en los primeros años de vida. Es decir, en el tipo de apego o vínculo afectivo establecido (ver aquí). No es extraño que en estas primeras relaciones estrechas en las que el contacto físico y la expresión de los afectos son algo esencial, hayamos aprendido una forma de amar que luego habremos generalizado a otro tipo de relaciones personales. La disponibilidad parental, el cariño, la atención a nuestras necesidades habrían generado un modelo seguro, que nos indujo a confiar en los demás y en nosotros mismos: merecemos que nos quieran y otras personas merecen nuestro afecto. Si, por el contrario, la disponibilidad no fue total, y los cuidadores mostraron una conducta errática en cuanto a la atención de estas necesidades, el modelo construido incluyó cierta inseguridad y ansiedad, ya que nunca sabíamos con certeza cuál sería el comportamiento parental ante nuestras necesidades. Finalmente, cuando padres o madres mostraron una escasa falta de atención a nuestras necesidades y una muy limitada disponibilidad, la enseñanza sacada fue clara: tenemos que ser autosuficientes y debemos evitar a toda costa establecer relaciones estrechas en las que dependamos afectivamente de otras personas, ya que nunca podremos confiar en ellas; la frialdad emocional será una coraza que nos protegerá.

Evidentemente, los modelos construidos en la infancia podrán modificarse, sobre todo a lo largo de las primeras décadas de vida, en función de nuestras experiencias en relaciones con otras personas distintas a nuestros cuidadores: familiares, amistades y, sobre todo, parejas. No obstante, la mayoría de estudios encuentran bastante continuidad en los modelos de apego durante todo el ciclo vital.

Uno de los instrumentos psicométricos más ampliamente utilizados para evaluar nuestras modelos de apego en las relaciones románticas es el Experiences in Close Relationships Revised -ECR-R- (Fraley, Waller y Brennan, 2000), versión revisada del cuestionario elaborado por Brennan, Clark, and Shaver's (1998), Experiences in Close Relationships (ECR).
Este instrumento tiene dos escalas o dimensiones:

- Ansiedad en la relación: es decir, preocupación, inseguridad, celos y temor a perder la pareja.
- Evitación: sentimientos de incomodidad en las relaciones afectivas, que tenderán, por tanto, a evitarse.

A partir de esas dos dimensiones surgen cuatro tipos o modelos de apego adulto:

1. Seguro: baja ansiedad y baja evitación.
2. Preocupado: alta ansiedad y baja evitación.
3. Temeroso: alta ansiedad y alta evitación.
4. Autosuficiente (Dimissing): baja ansiedad y alta evitación.

¿Quieres conocer tu tipo de apego? Puedes cumplimentar el test y obtener la respuesta aquí. Aunque te adelanto que está en inglés.





Fraley, R. C., Waller, N. G., & Brennan, K. A. (2000). An item-response theory analysis of self-report measures of adult attachment. Journal of Personality and Social Psychology, 78, 350-365.
***
Si yo tuviera el corazón,
el mismo que perdí.
Si olvidara a la que ayer
lo destrozó, y pudiera amarte,
me abrazaría a tu ilusión
para llorar tu amor.
.
Enrique Santos Discépolo

lunes, 13 de diciembre de 2010

Cerebros resistentes


No quiero resultar agorero, pero seguro que habéis notado, o notaréis si aún no pasáis de los cuarenta, cómo con el paso del tiempo vuestras piernas y vuestro cerebro se han vuelto algo más perezosos. Y es que, por mucho que nos cuidemos, nuestras neuronas envejecen y mueren, de forma que las que aún resisten al pie del cañón deben hacer un esfuerzo cotidiano mayor que cuando eran jóvenes y estaban más acompañadas.

Sin embargo, también os habréis percatado de que todavía sois capaces de realizar muchas tareas complejas tan bien o incluso mejor que cuando erais unos veinteañeros. Esto es especialmente evidente cuando se trata de tareas que probablemente aprendisteis hace mucho tiempo y que se han ido afianzando con una práctica intensiva y repetitiva.

El motivo de esta resistencia obedece en parte a que con la práctica, las áreas del cerebro encargadas de una determinada habilidad motora, perceptiva o cognitiva se expanden. Al ser mayor la zona responsable, cualquier pequeño daño cerebral asociado al envejecimiento no afectará a toda el área, con lo que la competencia adquirida no se perderá, pues siempre sobrevivirán neuronas en esa extensa región que se harán cargo de la faena.

Otra justificación tiene que ver con que con la práctica disminuye la demanda metabólica de oxígeno por parte del tejido neuronal responsable de la tarea. Así, aunque con la edad vaya disminuyendo el aporte de oxígeno a nuestro cerebro, podremos realizar la tarea con un menor suministro, siempre que se trate de una competencia o habilidad bien consolidada. Es decir, aumenta la eficiencia de esas neuronas bien entrenadas, que necesitarán poco combustible para hacer bien su trabajo.

El efecto combinado de estos fenómenos contrarresta de forma eficaz las consecuencias que algunas enfermedades degenerativas o el simple envejecimiento neuronal tienen para nuestro rendimiento cognitivo. A pesar de la edad, salvo contadas excepciones, no perderemos nuestra pericia a la hora de ejecutar esas tareas de dominio bien asentado. Sin embargo, eso no ocurrirá con competencias y habilidades de reciente adquisición, que aún precisarán de una buena oxigenación y que se ubicarán en una reducida zona cerebral. En este caso deberemos realizar un esfuerzo mayor y practicar más que cuando éramos más jóvenes hasta que la competencia se encuentre bien consolidada, y aumenten las neuronas implicadas, que también consumirán menos O2.

Es decir, al igual que el mantenimiento de un buen tono físico a una edad avanzada precisa de un esfuerzo mayor que en la juventud, el aprendizaje de nuevas tareas requerirá de más práctica hasta lograr una consolidación que resista bien el paso del tiempo. De lo contrario seremos testigos de cómo esas competencias recién aprendidas se evaporan generándonos una intensa frustración, ya que tendremos que volver a empezar de nuevo.


jueves, 9 de diciembre de 2010

El Informe PISA 2009


La publicación de los datos del informe PISA ha vuelto a generar un interesante debate acerca de la calidad de nuestro sistema educativo que, al igual que en evaluaciones anteriores, no sale demasiado bien parado al situarse por debajo de la media de los países de la OCDE. Y como suele suceder tras la publicación de los resultados, una gran parte de los análisis se centran en esta comparación entre países, para deducir a partir de algunas de las características de los modelos educativos de los países que se sitúan en la cabeza del ranking recetas para mejorar el nuestro.

Muchos de estos países bien situados, como Corea del Sur o Finlandia, tienen sistemas educativos que muestran algunos rasgos que no vendría mal importar, y que para nada indican que lo que estemos necesitando sea una vuelta a una escuela más tradicional. Por ejemplo, una mayor formación psico-pedagógica del profesorado, una menor exigencia de que el alumnado repita curso, una menor segregación en niveles según su rendimiento, una aprendizaje mucho más práctico y socio-constructivista, mucho apoyo a los alumnos y alumnas con dificultades, incluso por parte de sus compañeros más avanzados. Es decir, características que han sido criticadas frecuentemente por quienes con escasa especialización en un tema tan complejo como es la educación no muestran reparos para emitir de forma recurrente opiniones que tienen una importante repercusión mediática (ver aquí).

Pero los datos del informe PISA referidos a la comparación entre países, que son los que suelen tener mayor impacto, deben ser mirados con mucha cautela, ya que proceden de culturas muy diferentes en las que los estilos de vida o la ética ligada al trabajo se sitúan en las antípodas. ¿O tienen algo en común países asiáticos con una tradición budista o taoísta, con otros del norte o del sur de Europa –protestantes o calvinistas, los primeros, y católicos los segundos-? Y las recetas válidas en un contexto pueden resultar ineficaces en otros, que pueden alcanzar los mismos resultados con otro tipo de medidas. Así, mientras que algunos de los países que ocupan posiciones elevadas del ranking, como Finlandia, tienen una escuela fundamentalmente pública, en otros como Corea del Sur la educación privada es mayoritaria.

Más interés ofrece la letra pequeña de los resultados del informe PISA, que suelen pasar desapercibidos al público general. Como, ¿cuáles son las características de los centros que obtienen mejores resultados? ¿Qué variables son las que explican que las diferencias entre alumnos de un mismo centro sean mayores que las diferencias existentes entre centros o, incluso, entre países? Pero, sobre todo, qué relación guardan las puntuaciones obtenidas en las pruebas de lengua, matemáticas y ciencias con otros indicadores de ajuste personal, como la satisfacción vital o los problemas emocionales.

Este último aspecto resulta de especial relevancia, si tenemos en cuenta que Corea del Sur muestra unos elevados índices de suicidios entre los estudiantes de primaria y secundaria, que aumentaron casi en un 50% del 2008 al 2009, siendo las bajas calificaciones escolares una de las principales justificaciones. Ello no resulta sorprendente si tenemos en cuenta que el alumnado de este país asiático muestra unos elevados índices de competitividad y estrés, así como una gran infelicidad, con muchas horas dedicadas a las tareas escolares, y poco tiempo para dormir o jugar. Algo parecido podría decirse de Finlandia, que durante los últimos años ha liderado las estadísticas europeas en suicidios adolescentes.

Mejorar el rendimiento académico de nuestro alumnado es un objetivo muy loable para asegurar el avance social y tecnológico, pero ello no debe ser al coste de minar su salud y su equilibrio psicológico. Y es que una escuela que cumpla bien su función educadora debe velar por una formación integral de las nuevas generaciones, y no sólo por conseguir escalar posiciones en el ranking PISA.

martes, 30 de noviembre de 2010

Aclaraciones sobre las supuestas actividades homófobas llevadas a cabo en la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla


Internet es una inagotable fuente de información, y también de bulos y falsas informaciones. En el post anterior hice referencia a la entrada de mi universidad en la lista negra de universidades españolas que promueven actividades pseudocientíficas. Aunque en este caso la acusación era algo más grave, ya que las supuestas actividades organizadas en mi facultad tenían un claro componente homófobo.

El hecho de que la mayor parte del profesorado de la Facultad de Psicología de Sevilla hayamos mostrado a lo largo del tiempo una actitud clara de defensa de la diversidad sexual hace que las acusaciones de homofobía dirigidas a nuestro compañero y decano, y por extensión a todo nuestro centro, resulten especialmente injuriosas, y precisen de una aclaración.

A continuación reproduzco el texto redactado por Antonio Aguilera, decano de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla.

DECLARACIÓN DEL DECANO DE LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA, ANTONIO AGUILERA JIMENEZ, SOBRE EL VÍDEO DIFUNDIDO EN YOUTUBE CON EL TÍTULO “SANAR LA HOMOSEXUALIDAD”.

El pasado 18 de noviembre se celebró, en el Aula de Grados, una conferencia con el título: “Razones para la esperanza: movimientos de liberación de los empobrecidos”. Se trataba de la cuarta conferencia de un ciclo que bajo la denominación de “XXII Jornadas con los Pobres de la Tierra” organiza el Movimiento Cultural Cristiano en colaboración con el Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla (SARUS).
Una vez iniciada la conferencia, accede al Aula de Grados un grupo de personas que dijeron pertenecer al colectivo LGTB afirmando que se sentía ofendido porque una de las entidades organizadoras del acto distribuía un libro denominado “Comprender y Sanar la Homosexualidad” . Yo me encontraba como público en esa conferencia y, dada mi condición de decano, me vi obligado a invitarles a abandonar la sala para que pudiera continuar el acto. Una vez en el exterior tuve un intercambio verbal con los miembros del colectivo LGTB que fue grabado por estos y del que se seleccionaron ciertas escenas para ser editadas y colocadas en Internet. El contenido de este vídeo ha suscitado una viva polémica que me obliga a puntualizar los siguientes hechos:
En cuanto a la conferencia celebrada:
a) El contenido de la conferencia citada no tenía absolutamente nada que ver con la homosexualidad, refiriéndose su contenido a la descripción de diversas experiencias relacionadas con intervenciones empoderadoras de movimientos de liberación de países empobrecidos.
b) Que ni yo ni la Facultad de Psicología tenemos ninguna responsabilidad en la organización de los actos correspondientes a la “XXII Semana con los Pobres de la Tierra”. Estos han sido organizados por el SARUS y el Movimiento Cultual Cristiano. Así consta en la cartelería difundida para la convocatoria de los mismos.
c) Como todos sabemos, la gestión de los espacios comunes corresponden cada año a una de las facultades que compartimos el edificio, y durante todo 2010 es la Facultad de Filosofía la responsable de la gestión de dichos espacios comunes.
d) Que toda la cartelería anunciadora del acto corrió a cargo de los organizadores, limitándose este decanato a anunciarla, a petición de los mismos, en las dos pantallas de TV de las que disponemos en el hall de entrada y sobre la puerta de la sala de estudio de la biblioteca.
e) Cada una de las cuatro conferencias de las jornadas se han celebrado en otras tantas sedes universitarias sobre las que este decanato tampoco tiene potestad.
En cuanto al vídeo:
En el vídeo colgado en Internet se recoge un diálogo en el que participo y del que se deduce mi supuesta homofobia a partir de lo que en ese diálogo afirmo, en particular en mis alusiones a la DSM-V y a la necesidad de que el terapeuta tenga en cuenta la petición de su cliente sin prejuzgar que la única intervención posible sea la de ayudarle a asumir su supuesta homosexualidad.
En cuanto al contenido de mis palabras, tal como se presentan en el video, puedo entender que se pueden interpretar de manera ofensiva, lo cual estaba lejos de mi intención y lamento profundamente que así haya ocurrido.
No obstante, en aras de aclarar mi posición personal, la idea que quise transmitir no es contraria a mi posición abierta y de respeto en relación con toda condición de diversidad humana, incluyendo las relacionadas con su sexualidad. Es conocido que mi posición personal y profesional siempre ha sido la de asumir el coste que la defensa de estas posiciones ha conllevado.
Más allá de estas circunstancias quiero expresar mi rechazo a la manipulación irresponsable de la que está siendo objeto la comunidad universitaria a la que represento, puntualizando lo siguiente:
a) Desde que tengo responsabilidades en la gestión de la Facultad de Psicología, he contribuido en la medida de mis posibilidades, a que este centro sea un espacio donde todos los grupos sociales puedan encontrar un lugar para el debate y para la difusión rigurosa de actividades relacionadas con la promoción de valores democráticos.
b) En la medida en que me ha correspondido, he evitado posiciones sectarias y dogmáticas en cualquier asunto relacionado con el bienestar humano. Para este fin he encontrado en la libertad de expresión y en la confianza y responsabilidad de los colegas, estudiantes e interlocutores sociales, el mejor aliado para que esta facultad se convierta en un centro abierto a la diversidad humana.
c) Respecto al libro objeto de la polémica, esta facultad no ha tenido constancia de su difusión en sus dependencias ni tiene responsabilidad alguna en sus contenidos. En cualquier caso lamentaría y rechazaría que, abusando de la confianza, cualquier grupo pueda difundir o haya difundido contenidos de carácter discriminatorio, incluida la homofobia.
d) Es un orgullo personal y científico haber contribuido en la medida de mis responsabilidades a fortalecer la presencia de la Facultad de Psicología a través de sus grupos de investigación, sus proyectos docentes y sus espacios para la participación de la comunidad universitaria, en la defensa de la diversidad humana. De hecho, nuestra facultad es hoy conocida por su liderazgo en el análisis científico comprometido con el respeto a los derechos de todas las personas con independencia de sus características diferenciales.
e) Es mi obligación defender a la comunidad universitaria a la que represento de ataques irresponsables que transmiten a la sociedad una imagen distorsionada de esta comunidad científica, lo que nos debilita como tal pero, sobre todo, debilita a la misma sociedad. Esto es especialmente grave cuando estos ataques provienen de colectivos que enarbolan la bandera de la igualdad, la tolerancia y la defensa de los desfavorecidos.
f) Por último, invito a toda la comunidad científica y a los colectivos sociales implicados a debatir y divulgar la tarea que estamos realizando en defensa de la diversidad humana y, en concreto, de la diversidad sexual humana, en un foro abierto que me comprometo a promover en un futuro inmediato.
Sevilla a 29 de noviembre de 2010


Fdo.: Antonio Aguilera Jiménez
Decano de la Facultad de Psicología
UNIVERSIDAD DE SEVILLA

sábado, 27 de noviembre de 2010

¿Curar la homosexualidad?


Ya estamos en la lista. Me refiero a la Universidad de Sevilla y la lista de universidades españolas que imparten cursos o actividades relacionados con las pseudociencias como la astrología, el espiritismo o la homeopatía. http://listadelaverguenza.blogspot.com/.

El motivo que no has llevado a obtener tan preciado galardón es la distribución en la Facultad de Psicología del "libro" de Richard Cohen, un personaje bastante freaky que lleva años divulgando su terapia encaminada a devolver a los individuos homosexuales a la sagrada senda de la heterosexualidad.

Es bien sabido que la homosexualidad fue retirada del DSM-IV en 1973 y dejó de ser considerada una enfermedad, y que la mayoría de trastornos psicológicos asociados a esta orientación sexual obedecen a los prejuicios homófobos que tanta presencia han tenido en nuestra sociedad. Luchar contra esos prejuicios es la principal vía para normalizar la vida de quienes se sienten atraídos por personas de su mismo sexo. Por contra, volver a patologizar la homosexualidad es el camino más directo para fomentar el prejuicio homófobo y, como consecuencia, aumentar la exclusión y el sufrimiento de esta “minoría invisible”.

Entiendo que el debate científico y riguroso es esencial para el avance y la consolidación de una ciencia tan frágil como la Psicología, por lo que decido dar una oportunidad a Cohen y busco en la red algunas referencias sobres sus trabajos científicos. Bueno, la cosa no está fácil, nada por aquí, nada por allá. Pero encuentro un enlace al libro en el que expone los fundamentos de su terapia maravillosa, por lo que decido echarle un vistazo.

El índice ya promete, pero su el contenido es auténtica droga dura. El escritor demuestra estar dotado de un buen sentido del humor y de una opinión bastante pesimista sobre el nivel intelectual de los potenciales lectores de su libro. El texto incluye algunas referencias que pretenden darle un aire algo serio, claro que la mayoría de estas citas son algo rancias, incluso alguna de ellas es de una publicación que no ha pasado por el cauce usual de toda publicación científica, la revisión por pares. Vean si no este ejemplo:

"El hecho de que el padre de Jared le prohibiera expresar su ira también supuso otra influencia importante. Cuando el padre de Jared era pequeño, a él tampoco se le permitió expresar su ira en casa. De este modo, transmitió a su hijo una parte desconocida de su carácter, el niño airado reprimido" (Éxodo 34, 7).

En efecto, se trata del Antiguo Testamento, una fuente incontestable y de indudable rigor científico. Y es que el autor afirma más adelante “Dios nos ha dado a todos la capacidad de curarnos y de recuperarnos por completo en cualquier momento”. La verdad es que no me parece de recibo que un psicoterapeuta cobre a sus pacientes si el trabajo lo va a hacer Otro, y supongo que la comisión deontológica de nuestro colegio profesional tendría algo que decir al respecto.

Pero las referencias al poder sanador del Ser Supremo no quedan ahí, para muestra algunas otras perlas:

la persona en proceso de recuperación necesita sanar su mente, su corazón, su cuerpo y su espíritu. Necesita tener verdadera intimidad consigo mismo, con Dios, con los demás y con la Creación.”

“una curación auténtica y duradera tendrá lugar cuando el amor de Dios se manifieste y experimente a través de las personas”.

Claro que la terapia propuesta no es labor exclusiva de Dios, también se puede colaborar en la sanación desde aquí abajo:

“Hay que hacer una cantidad suficiente de ejercicio, de deporte y de diversión, y llevar una dieta adecuada. Puede ser útil hacer ejercicios de musculación con la ayuda de un terapeuta cualificado”.


Bueno, leer esto último me tranquiliza mucho, pues creo que algunos de mis amigos gays están en el buen camino, ya que les encantan los gimnasios y los ejercicios de musculación con entrenadores cualificados. Sin embargo, no he notado en ellos ningún indicio de que se estén volviendo heterosexuales, sino más bien todo lo contrario. Cada vez se les ve más contentos y satisfechos con su “desviación”.




martes, 23 de noviembre de 2010

Niños mal programados


Leo en El País Semanal un artículo sobre los trabajos de David Barker, un epidemiólogo británico que encontró una relación significativa entre el bajo peso al nacer, por un lado, y la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares y algunas formas de diabetes en la adultez, por otro lado. Ya había leído sobre este hallazgo en el libro de Matt Ridley “Qué nos hace humanos”, y aunque en aquel momento pensé en dedicarle una entrada pasó el tiempo sin que me pusiera a ello por lo que ahora encuentro una magnifica oportunidad para saldar mi deuda.

Para Barker el periodo prenatal produce una especie de imprimación en el bebé que lo prepara para adaptarse al mundo en el que va a vivir. Así, si una mujer sufre estrés y lleva una alimentación insuficiente durante su embarazo, el feto interpreta a través de la madre que le espera un contexto de vida con tensión y escasez de alimentos y reprograma su metabolismo para adaptarse a ese mundo difícil. Por ejemplo, el bebé desarrolla una resistencia a la insulina que le facilita la acumulación de grasas en tiempos de carencia. Lo que no estaba previsto es que en su infancia no habría tal carencia de calorías sino todo lo contrario, un mundo con exceso de chucherías y bollería, por lo que ese bebé nacido con bajo peso mostraría una clara tendencia a ganar peso a lo largo de su vida, y de ahí el mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. El niño habría nacido con un programa equivocado.

Estos datos nos ponen de manifiesto como los programas genéticos no están totalmente cerrados, y son susceptibles de verse influidos por los contextos de desarrollo durante el periodo fetal, y también durante los primeros años de vida. Esta flexibilidad tiene mucho sentido para garantizar una mejor adaptación a un mundo que se halla en continuo cambio. Otro ejemplo de cómo esta reprogramación temprana puede resultar fallida lo encontramos en relación con el tipo de apego establecido entre el bebé y su cuidador o cuidadora en la primera infancia. Como ya hemos contado en otro lugar (ver aquí), aunque los recién nacidos están genéticamente programados para vincularse con sus cuidadores, desarrollarán un tipo de vínculo u otro en función del tipo de atención recibida de ellos. Así, el vínculo podrá ser seguro, inseguro ambivalente o inseguro evitativo.

Aunque en condiciones normales el apego seguro puede tener una clara ventaja evolutiva, en situaciones menos favorables los vínculos inseguros pueden mostrarse superiores. Sería el caso de niños nacidos en contextos difíciles y con gran escasez de recursos en los que los padres podrían prestar poca atención a sus crías. En estos contextos de desarrollo la autosuficiencia mostrada por los niños evitativos podría garantizar su supervivencia, por lo que este tipo de apego tendría un importante valor adaptativo. Sin embargo, al igual que ocurría con los bebés estudiados por Barker, en la mayoría de ocasiones esas situaciones familiares de mucho estrés y conflictos no serían el reflejo de un mundo de carencias, sino una situación concreta que no tendrían porque tener continuidad a lo largo de la vida de estos niños. Por lo tanto, también podríamos decir que estos bebés habrían sido programados para vivir en unas condiciones equivocadas, y sus “herramientas” socio-emocionales no serían las más adecuadas para relacionarse con los iguales, formar pareja y criar a sus hijos en un mundo menos deficitario de lo previsto.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Sobre la tarea de educar




Recojo en una librería el ejemplar gratuito de la revista Mercurio, que suele ofrecer interesantes artículos y revisiones sobre el panorama de la literatura actual. En este caso mi interés es mayor ya que incluye un monográfico sobre la tarea de educar. Cuando abro la revista esperando encontrar opiniones sobre el asunto a cargo de algunos especialistas en el tema me llevo la sorpresa de que el artículo que abre el monográfico corre a cargo de Antonio Muñoz Molina, sin duda uno de nuestros mejores escritores actuales, pero cuya vinculación con el mundo educativo es por mí desconocida. Tras su lectura mi perplejidad es aún mayor, ya que sus opiniones sobre la educación no son muy diferentes a la del quiosquero de mi barrio, aunque mejor expresadas, eso sí. Es decir, una serie de tópicos manidos y un ataque desaforado a los pedagogos de nuestro país que reflejan un profundo desconocimiento del mundo educativo. Teniendo en cuenta la admiración que siento por el autor de Sefarad, este artículo me deja bastante descolocado y me pregunto cómo puede la misma persona realizar análisis de tan diferentes niveles de profundidad. La respuesta la podríamos encontrar en los estudios postpiagetianos, que han puesto de manifiesto que el contenido de un determinado asunto o problema y nuestra familiaridad con él influyen claramente en la calidad de nuestro pensamiento al respecto y en su resolución.



La principal justificación de su embestida contra el colectivo de profesionales de las ciencias de la educación parece ser la responsabilidad que Muñoz les atribuye en muchos de los cambios en la legislación educativa acontecidos en España. La desinformación del novelista es importante si tenemos en cuenta que los principales cargos en el Ministerio de Educación cuando se implantó la LOGSE estuvieron asumidos por catedráticos de física (Pérez Rubalcaba), o psicología evolutiva y de la educación (Álvaro Marchesi, César Coll, Jesús Palacios). Esta desacreditación generalizada de todo un colectivo profesional parece más bien fruto de cuestiones personales, por mí desconocidas, y de una atribución equivocada de responsabilidad. ¿O es qué resulta más arriesgado arremeter contra la psicología educativa y sus profesionales?

Prosigo la lectura del monográfico y mi pasmo aumenta, ya que el siguiente artículo es una entrevista al juez de menores Emilio Calatayud. En este caso ya conocía algunas de sus opiniones sobre la educación en la familia y escuela, por lo que no puedo decir que me produzcan sorpresa. Este excelente juez lleva varios años difundiendo sus ideas por diferentes medios de comunicación y que se basan en su experiencia con una población muy sesgada, por lo que la generalización a partir de ella resulta cuanto menos muy arriesgada. No es extraño que esa experiencia le lleve a considerar que el principal problema de la juventud actual es el exceso de permisividad, por lo que reclama el rescate de las figuras de autoridad en los ámbitos familiares y escolares. Bien, no digo yo que no tenga parte de razón, pero también me parece que el análisis de la realidad educativa que realiza el juez es bastante simplista, y que nuestros jóvenes necesitan algo diferente a volver a la mano dura. Calatayud está en su pleno derecho a expresar su opinión en los medios, lo que resulta preocupante es que voces mucho más autorizadas para hacerlo tengan menos oportunidades, y es que hay que reconocer que el show del juez tiene mucho gancho mediático: tópicos e ideas simples expresadas con gracia y lenguaje asequible.

La opinión de otro de los autores, Ricardo Moreno, no es muy diferente a la de Muñoz Molina, aunque en este caso se trata de un profesional de la educación. La reflexión de Moreno gira alrededor de una opinión que él atribuye a “eminentes pedagogos”: la de que no se debe educar a los alumnos para ser acríticos y obedientes, y que él tergiversa y manipula, equiparando la inteligencia crítica, que sin duda debe ser un objetivo importante de la educación, con la desobediencia y falta de respeto a la autoridad. Parece que al profesor Moreno se le paró el reloj en los tiempos de Summerhill, ya que ninguna corriente educativa actual, que yo conozca, rechaza la importancia de la promoción de valores y el respeto a las normas. A partir de ahí, toda la argumentación de Moreno cae por su propio peso, situándose en niveles claramente convencionales de acuerdo con la propuesta de desarrollo moral que formuló Lawrence Kohlberg.

El siguiente artículo, a cargo de José Antonio Marina, es más sensato y fundamentado, y no podría ser de otra manera si tenemos en cuenta que estamos ante un intelectual que lleva años adentrándose en los entresijos de los asuntos educativos. Como contrapunto a los autores anteriores, Marina afirma “un libro de pedagogía es un tratado sobre la transfiguración de la realidad humana”. No obstante, uno empieza a cansarse de leer siempre a los mismos opinantes, y es que Marina está omnipresente.

La reflexión de Justo Serna, que figura a continuación, es más literaria, y a partir del ejemplo de la experiencia del protagonista de “El espejo del mar”, de Joseph Conrad, destaca la importancia de padres y educadores como figuras que den ejemplo a los jóvenes sobre cómo navegar en las revueltas e imprevisibles aguas del mundo actual.

Finalmente me sorprende ver que el artículo que cierra el monográfico corre a cargo de Jose Manuel Sánchez Ron, y temo que me ocurra lo mismo que me ha pasado con la lectura de la reflexión de Muñoz Molina: que se me caiga un mito. Pues nada de eso, ya que este prestigioso historiador de la ciencia, es sin duda un intelectual mucho más sólido como para desbarrar tanto, y se limita a exponer las ideas sobre educación de Bertrand Rusell. Probablemente Sánchez Ron ha debido acordarse de que el refranero contiene algunas sugerencias y consejos interesantes acerca de la prudencia en el terreno de la opinión sobre asuntos que no conocemos bien, tales como “zapatero a tus zapatos” o "en boca cerrada no entran moscas".
Seguramente en este país nos iría mucho mejor si cada uno se dedicara a lo que realmente sabe hacer bien.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Madre a los 10 años



El reciente embarazo y posterior parto de una niña de 10 años (ver aquí) resulta sorprendente y pone de manifiesto el anticipo de la pubertad que se ha producido en las últimas décadas en la mayoría de países europeos, y que ronda los dos años. Las mejores condiciones de vida, pero también la influencia de ciertos agentes contaminantes sobre el sistema endocrino pueden tener la responsabilidad de este adelanto. Diversos estudios han encontrado relación entre la pubertad muy precoz y el uso de pesticidas en la agricultura intensiva y de hormonas en la alimentación y engorde del ganado. Por otra parte, algunas experiencias infantiles, especialmente las que tienen que ver con el tipo de vínculo emocional establecido con los padres, pueden influir sobre los mecanismos fisiológicos implicados en el inicio de la pubertad. Desde este punto de vista, la pubertad precoz podría estar determinada por situaciones de estrés familiar –depresión, divorcio, reconstitución familiar- más frecuentes en la sociedad occidental actual, que llevarían al establecimiento de vínculos de apego inseguro.

Este inicio más precoz de los cambios puberales tiene su influencia sobre aspectos emocionales y comportamentales. Por una parte, vamos a encontrarnos con niños y niñas que aún muestran una importante inmadurez psicológica y que, sin embargo, presentan una avanzada maduración física, circunstancias que diversos estudios han considerado como un importante factor de riesgo para el ajuste psicológico y conductual del adolescente, especialmente en el caso de las chicas. Por ello, muchos comportamientos que hasta hace poco eran propios de jóvenes y adolescentes están empezando a ser frecuentes en la niñez tardía: inicio de relaciones de pareja, conductas consumistas, uso de tecnologías, etc.

Aunque la mayor implicación en conductas de riesgo puede deberse en parte al hecho de que esos niños y niñas se relacionen con otros de más edad, hoy sabemos que hay algunos mecanismos cerebrales implicados, ya que la toma de decisiones depende en gran medida del equilibrio entre dos sistemas o circuitos cerebrales: el mesolímbico de recompensa, que nos lleva a la búsqueda de experiencias placenteras, y el prefrontal, que nos ayuda a planificar nuestras acciones, calcular los riesgos e inhibir los comportamientos considerados inapropiados. Como ya hemos explicado aquí, la pubertad precoz favorece el desequilibrio entre estos sistemas cerebrales situando al chico o chica adolescente en una situación de mayor vulnerabilidad que le llevará a una conducta más impulsiva e irreflexiva.

Por lo tanto, el caso de esta joven madre nos alerta sobre algunos de los riesgos que estas pubertades precoces pueden traer asociados, y hace ahora más necesario que nunca que se lleven a cabo políticas preventivas dirigidas no sólo hacia adolescentes, sino hacia niños y niñas prepúberes. Este prevención debe incluir una verdadera educación sexual, que no puede seguir siendo una asignatura pendiente en la mayoría de centros educativos españoles.

viernes, 29 de octubre de 2010

Sobre Sánchez Dragó y los abusos sexuales a menores



Los abusos sexuales han existido siempre, no son de ninguna manera un producto de la sociedad actual. En el pasado los derechos y necesidades de los menores no fueron nunca una prioridad, y los malos tratos físicos, el abandono o la explotación laboral o sexual formaban parte de la vida cotidiana de niños y niñas, y aún siguen machacando a la infancia de otros países y culturas.

Fue Freud el primero que sacó a relucir la elevada incidencia de los abusos sexuales a menores, aunque tal vez ante el revuelo que esta realidad podría crear se echó atrás, y consideró que estos recuerdos eran producto de la fantasía infantil. Sin embargo, desde los primeros estudios de Kinsey, se ha ido acumulando una abundante evidencia empírica que indica que un amplio porcentaje de menores, que suele estar comprendido entre el 10 y el 20%, sufren abusos sexuales en la infancia. También disponemos de abundantes datos que señalan las graves consecuencias emocionales que estos abusos tienen para quienes los sufren: vergüenza, culpa, miedo, estigmatización, pérdida de autoestima, depresión, tentativas de suicidio, etc.

En este momento esos efectos devastadores suelen ser bien conocidos por la mayoría de la población, que rechaza y repugna este tipo de comportamientos. Es cierto, que en épocas pasadas la sensibilización ante la gravedad de estos actos era menor, e incluso puede afirmarse que existía una cierta tolerancia hacia las relaciones sexuales con menores cuando se trataba de niños o niñas que habían llegado a la pubertad.

En ese contexto puede entenderse que bastantes adultos se implicasen en este tipo de actividades, de lo contrario difícilmente podría explicarse la elevada prevalencia que encuentran estudios retrospectivos. Y también nos ayuda a entender que incluso algunos de estos adultos reconociesen los abusos ante conocidos o incluso desconocidos. Es el caso de algunos escritores como Jaime Gil de Biedma, que en sus memorias “Diario de un artista seriamente enfermo” describe con mucho detalle sus relaciones con niños filipinos. Sin embargo, esta obra fue escrita en 1974, y los abusos cometidos mucho antes, por lo que aunque no sean justificables bajo ningún concepto, en su defensa se puede decir que cuando se escribió el libro estos actos no generaban tanto rechazo.

Sin embargo, el libro escrito por Fernando Sánchez Dragó en el que reconoce haber mantenido relaciones sexuales con dos menores japonesas de unos 13 años ha visto la luz en la actualidad, es decir, en un momento en el que el personaje conoce perfectamente la naturaleza depravada de sus actos. Por lo tanto, el que haya reconocido abiertamente los abusos e incluso se jacte públicamente de ellos nos indica de forma clara la catadura moral del sujeto. Y es que escuchando su justificación podríamos pensar que este anciano escritor vive anclado en el pasado y considera que los abusos sexuales a menores son incluso instructivos para ellos. Ahora ya conocemos uno de los motivos por los que Sánchez Dragó siente tanta pasión por Oriente.

lunes, 25 de octubre de 2010

¿Adicción a Internet?



Internet ha llegado a la mayoría de edad, y su uso se ha generalizado de tal manera que nos costaría mucho imaginar una vida sin él, puesto que muchas de las acciones que realizamos a través de la red serían impensables o muy complicadas sin su existencia. Pero como suele ocurrir siempre que aparece una nueva tecnología surgen nuevas preocupaciones acerca de las consecuencias negativas que podrían derivarse de su uso. Internet no podía ser menos, y en los últimos años proliferan las llamadas de atención a su enorme poder adictivo. Es posible que pasemos muchas más horas de las necesarias surcando sus mares virtuales, chateando, consultando recurrentemente nuestro correo o comprobando si existen novedades en las páginas o blog que seguimos. Pero, ¿podríamos atrevernos a decir que internet provoca adicción?

Sin duda se trata de un asunto controvertido entre los expertos, que incluso debaten la oportunidad de que esta adicción sea incluida en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM IV). Quizá el problema fundamental sea el determinar si el uso excesivo de Internet se ajusta a la definición de adicción, y ahí es donde empiezan a surgir dudas, ya que para algunos expertos se asemeja más a un comportamiento compulsivo.

La compulsión se basa en los principios de dependencia, necesidad y deseo, y está más dirigida a la reducción de la ansiedad que a la obtención del placer, es decir, está reforzada negativamente. En cambio, en la adicción se dan tanto componentes relacionados con la reducción de ansiedad o dolor como con la búsqueda del placer. Es decir mezclaría tanto conductas impulsivas como compulsivas, y refuerzos negativos y positivos.

Otra diferencia entre compulsión y adicción tiene que ver con los cambios físicos, sobre todo cerebrales, generados por la segunda. Así, los individuos con adicción a las drogas no son capaces de abandonar su adicción sin experimentar consecuencias derivadas de esos cambios cerebrales tales como trastornos gastrointestinales, cambios en la presión arterial, o interrupciones en el funcionamiento normal de la memoria, su atención o la toma de decisiones.

Por otra parte, se puede argumentar en contra de la consideración del uso abusivo de internet como una adicción el hecho de que es sólo un medio de comunicación a través del cualquier algunas personas satisfacen sus adicciones al sexo, al juego o a las compras, pero no una adicción en sí misma.

Por el momento, la adicción a internet no existe como tal en el DSM IV, como tampoco la adicción al sexo, aunque es probable que la acumulación de evidencia empírica lleve a su inclusión en el DSM V, y podamos hablar de una verdadera adicción. Mientras tanto, cada vez es más frecuente encontrarnos con personas que muestran una falta de control en su comportamiento abusivo a pesar de las consecuencias destructivas que su conducta puede tener para su vida familiar o profesional. Tomar conciencia de ese uso excesivo deber ser un primer paso para, con independencia de si se trata de un trastorno adictivo o compulsivo, hagamos un uso más racional de internet.


Algunas señales de alarma.

¿Compruebas continuamente tu correo electrónico, incluso cuando te levantas por la mañana antes de ir al baño?

¿Has dejado de salir con tus amistades o anulado algún compromiso social para pasar más tiempo online?

¿Se quejan tus amistades o familiares del tiempo que pasas conectado?

¿Prefieres usar internet a dormir?

¿Tienes la sensación de que pasas demasiado tiempo online?

¿Te cabreas si alguien o algo interfiere con tu tiempo dedicado a navegar por la red?
¿Prefieres la red al mundo real?

domingo, 3 de octubre de 2010

El impacto de la crisis sobre las familias



El pasado miércoles tuve la oportunidad de participar en el Congreso organizado por la Fundación de Ayuda a la Drogadicción “El impacto de la crisis sobre unas familias en cambio”. La sociedad española lleva algo más de dos años inmersa en plena crisis económica, y creo que resulta muy necesario que nos paremos a analizar cuáles pueden ser las consecuencias para las familias que están siendo golpeadas por una crisis sin precedentes en nuestra joven democracia.

Algunos datos son ya evidentes, como es la disminución del número de divorcios y separaciones. Y es que romper el matrimonio cuesta mucho dinero, y cuando éste escasea las parejas pueden optar por mantener la convivencia, aunque esta resulte muy complicada. Desde hace años sabemos que la relación entre la situación de la economía familiar y la relación conyugal es paradójica, puesto que si por un lado la falta de recursos aumenta la conflictividad marital, también pone a los cónyuges malavenidos ante un divorcio muy difícil, ya que mantener dos hogares resulta muy costoso para una economía familiar maltrecha.

Por lo tanto, estamos asistiendo a situaciones familiares en las que la pérdida de empleo de uno o dos de los miembros de la pareja, o la amenaza de su pérdida, genera un aumento del estrés familiar que puede hacer más probable las situaciones de agresividad como la violencia de género o el maltrato infantil, ya que hay suficiente evidencia empírica que indica que este estrés es un importante factor de riesgo para ambos tipos de violencia. En relación con la violencia de género es reseñable el hecho de que el desempleo está afectando a sectores productivos (industria, construcción) tradicionalmente masculinos, por lo que están aumentando el número de familias en las que el varón pierde el trabajo y queda en una situación de dependencia con respecto a la mujer. Este nuevo equilibrio de poder no siempre es bien aceptado por el hombre, que puede querer compensarlo mediante la dominación física.

También pueden verse muy deterioradas las relaciones parento-filiales, especialmente en momentos en los que éstas son más complicadas como es la adolescencia temprana. Las causas de este deterioro puede estar relacionada con el incremento de los niveles de estrés generado por el desempleo o las dificultades económicas, pero también puede tener su peso el incremento de la visión negativa de la adolescencia, que lleva a algunos padres a realizar interpretaciones sesgadas y prejuiciadas de algunos comportamientos de sus hijos que son normativos durante esta etapa. Como ya hemos tenido ocasión de comentar en una entrada anterior, la imagen que la sociedad tiene de sus jóvenes y adolescentes suele acompasar a los cambios sociales. Así, mientras que en los momentos en que se precisa de una rápida incorporación al mundo laboral de las nuevas generaciones, como en los periodos de guerra y posguerra, se les tiende a presentar como maduros y responsables, en las situaciones de crisis esa imagen queda sustituida por otra menos favorable, que no persigue otro fin sino el de mantenerlos alejados de la participación social y laboral.

En otros momentos históricos de exceso de mano de obra han aparecido datos que han apoyado la importancia para el desarrollo infantil de la crianza materna, frente a los riesgos de los cuidados sustitutos en guarderías y escuelas infantiles. De esa forma se pretendía mantener a las mujeres alejadas de un mercado laboral en horas bajas. Pero esos eran otros tiempos, y me resisto a pensar en una involución en el trabajo femenino. Tendremos que seguir reflexionando sobre las consecuencias para las familias de esta crisis económica, que tan reacia a abandonarnos se muestra.

sábado, 25 de septiembre de 2010

El valor educativo del conflicto


No cabe duda de que las condiciones de vida de la infancia han mejorado notablemente en el mundo occidental, tanto en lo que se refiere a la alimentación, la higiene y las condiciones físicas de la crianza, como al trato afectivo que reciben niños y niñas, aunque en absoluto hayan desaparecido las situaciones de negligencia o maltrato.

Estos cambios en los contextos en que se crían los menores pueden generar algunas situaciones paradójicas. Así, un exceso de higiene, como el que caracteriza a un gran número de sociedades occidentales desarrolladas, ha influido en el mayor riesgo de sufrir alergias y enfermedades autoinmunes que tienen estos niños en comparación con quienes viven en países menos desarrollados, donde la higiene es menor. Al menos esta es la principal conclusión de un estudio realizado en la Universidad de Duke y financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y la Fundación Fannie E. Rippel.

A nivel psicológico también tendemos a protegerlos más evitándoles todo tipo de frustraciones y conflictos, y tendríamos que preguntarnos si ese exceso de celo sobreprotector no puede conllevar también algunos efectos indeseables.

Algunos datos de estudios que hemos llevado a cabo recientemente podrían estar apuntando en esa dirección. Así, en una investigación longitudinal en la que hemos seguido a 100 adolescentes desde los 13 hasta los 23 años hemos encontrado que aquellos chicos y chicas que declararon tener más disputas y enfrentamientos con sus madres y padres a los 13 años fueron quienes una década más tarde mostraron un mejor ajuste psicológico. Este dato puede tener una fácil explicación, y es que los conflictos parento-filiales en la adolescencia temprana actúan como un catalizador que precipita el cambio que deben experimentar las relaciones entre padres e hijos para adaptarse a las nuevas necesidades que surgen con la llegada de la pubertad. Es decir, los conflictos son necesarios en esta etapa siempre que los progenitores se muestren flexibles y tengan suficiente cintura para adaptarse, ya que en esos casos los conflictos tenderán a resolverse adecuadamente e irán desapareciendo para dar paso a una relación más madura y armónica.

Más sorprendentes pueden parecer los datos de otro estudio longitudinal, dirigido por el profesor Arranz de la Universidad del País Vasco, sobre una muestra de 551 niños que estudiamos a los 5 y a los 8 años, y en el que encontramos que aquellos menores que en el primer momento estuvieron expuestos a una mayor conflictividad marital mostraron un mayor desarrollo cognitivo tres años después. Sin duda un dato muy chocante que no resulta fácil de interpretar. Este hallazgo podría comprenderse atendiendo al desarrollo del comportamiento de resiliencia que hubieran podido desarrollar los niños de la muestra ante su exposición al conflicto en T1. En los niños y niñas de la muestra de este trabajo la exposición al conflicto en T1 pudo actuar como elemento favorecedor del comportamiento resiliente en el marco de un contexto familiar adecuado. Así, la exposición a diferentes situaciones conflictivas puede haber generado un conflicto interno que sirve para activar el desarrollo cognitivo mediante la búsqueda de una comprensión de la situación. En concreto, el conflicto podría acelerar la superación del egocentrismo cognitivo que es característico de los niños y niñas de 5 años.

Aunque habría que seguir profundizando en el estudio de las consecuencias psicológicas del conflicto para el desarrollo de niños y adolescentes, no parece muy recomendable apartar a nuestros hijos de todo tipo de frustraciones y conflictos. Muchas de estas situaciones pueden servir para hacerles más resistentes.


Arranz, E., Oliva, A., Olabarrieta, F, Sánchez, M. & Richards, M. (2010). Quality of family context and cognitive development: A cross sectional and longitudinal study. Journal of Family Studies, 16, 2. (ver aquí)

viernes, 17 de septiembre de 2010

Más Vietnam

Tanta falta de productividad en este blog me preocupa, y antes de que críe telarañas y mientras me vuelven la inspiración y las ganas que el verano secuestró, cuelgo más fotos de Vietnam. Esto cada vez parece más el blog de un fotero que de un psicólogo.































domingo, 29 de agosto de 2010

Vietnam

Un apasionante viaje de tres semanas por Vietnam ha sido la causa de que este blog haya permanecido en silencio durante este úiltimo mes. La vida universitaria es dura (dentro de unos límites) y cada vez siento una mayor necesidad de desconectar por completo durante el periodo vacacional. Aunque esto podría resultar obvio, en mi caso ha venido siendo inusual durante la mayor parte de mi vida profesional, sin embargo, tengo que reconocer que en estos últimos años le estoy cogiendo gusto a una desconexión total: nada de lecturas profesionales, nada de redactar o revisar trabajos, y nada de entradas en este blog...En fin una ruptura total con la vida cotidiana. Y tengo que reconocer que me está gustando, y mucho.


Aquí os dejo algunas fotos del viaje.































































sábado, 24 de julio de 2010

La eficacia de los programas escolares para prevenir el consumo de drogas



Quedaron atrás los tiempos en que bastaba con hacer algo en los colegios para prevenir el consumo de drogas y quedarnos satisfechos, dando por supuesto que esa intervención supondría necesariamente una reducción del consumo. Ha llegado el momento de ser más exigentes y llevar a cabo una evaluación de la eficacia real de las intervenciones. De lo contrario podríamos estar manteniendo programas que cuestan un dinero, y que no sólo no reducen el consumo sino que incluso pueden contribuir a aumentarlo (ver aquí).

En el marco de un convenio con la Consejería de Bienestar e Igualdad Social de la Junta de Andalucía hemos llevado a cabo un estudio sobre la evidencia empírica disponible a nivel internacional acerca de la eficacia preventiva de los programas que se llevan a cabo en centros educativos. El estudio consistió en una revisión sistemática de los meta-análisis publicados. Para ello se revisaron 1622 de resúmenes o abstracts para llegar a una selección de 17 publicaciones científicas que cumplían los criterios requeridos.

El análisis riguroso de esos 17 meta-análisis nos permitió seleccionar las 29 características que deben estar presentes en los programas eficaces de prevención de drogadicciones en el ámbito escolar. También hizo posible la elaboración de un índice de eficacia de cada característica a partir tanto del número de estudios que han demostrado la eficacia de este aspecto como del número que no lo han conseguido demostrar.

A continuación figuran algunas de las características que deben cumplir aquellos programas que aspiren a prevenir el consumo de sustancias, ordenadas de acuerdo con su índice de eficacia:



  1. Enseñanza y entrenamiento en habilidades para la vida. Se refiere habilidades personales tales como estrategias de negociación, mejora de la autoestima y autoeficacia, toma de decisiones, autocontrol, estrategias de afrontamiento, etc.

  2. Participación de la comunidad en el programa de prevención.

  3. Existencia de una evaluación rigurosa y de calidad.

  4. Intensidad de la implementación del programa o número de horas totales para llevar a cabo el programa.

  5. Transmisión de información combinada con otra estrategia de intervención, ya que la simple información se muestra poco eficaz.

  6. Existencia de una justificación teórica que sustente la intervención.

  7. Participación de los iguales como mediadores, aunque no está claro si esta participación debe darse conjuntamente con la participación de adultos.

  8. Metodología interactiva a partir de un estilo de enseñanza orientado hacia el aprendizaje basado en problemas reales.

  9. Implementación que se ajusta fielmente al diseño o planificación inicial del programa.

  10. Formación específica en prevención de drogodependencias de los responsables de implementar el programa.

  11. Participación de las familias del alumnado en el programa de prevención.

  12. Fomento de las relaciones positiva con iguales, profesorado o miembros de la comunidad.

  13. Existencia de sesiones de refuerzo o seguimiento, una vez terminada la aplicación del programa.

Y así hasta 29 características que se relacionan con la eficacia del programa para prevenir el consumo de sustancias. Aquellas intervenciones que incluyan un mayor número de ellas serán más eficaces y deberían ser promovidas, de lo contrario tal vez sea mejor destinar los recursos a otra cosa.

De los programas que se implementan en nuestro país y que hemos analizado en este estudio, hay algunos que incluían muchas de las características anteriores, como Órdago, Rompecabezas, Entre Todos o Prevenir para Vivir.

Mas información en:
Ramos, P., Oliva, A., Moreno, M. C., Lorence, B., Jiménez, A. M., Jiménez, L. Hidalgo, M. V. y Antolín, L. (2010). Los programas escolares para la prevención del consumo de sustancias.. Análisis de las claves que determinan su eficacia. Sevilla, Consejería de Bienestar e Igualdad (descargar aquí)

viernes, 16 de julio de 2010

XII EARA Conference

Cada dos años la European Association for Research On Adolescence celebra su congreso, y esta año le ha tocado a Vilnius (Lituania) ocuparse de su organización. Hace ya unas semanas que tuvo lugar, y a pesar de lo difícil que me lo puso el volcán islandés de nombre impronunciable finalmente pude asistir. Ya sabéis de que van los congresos, presentas tus trabajos, saludas a algunos colegas que llevabas tiempo sin ver, escuchas un par de ponencias de interés y aprovechas los ratos libres, que cada vez son más (no porque los congresos sean menos interesantes, sino porque con la edad uno va perdiendo la capacidad de asombro), para visitir el pais o la ciudad. Vilnius es una hermosa ciudad cargada de lugares intesantes y con unos bellos alrededores, y los lituanos son gente amable y muy educada.
No voy a hablaros en esta entrada del congreso, sólo voy a colgar algunas de las fotos que tomé en el viaje.













viernes, 9 de julio de 2010

¿Se lo has dicho a tus padres? Sobre la interrupción voluntaria del embarazo en menores


El asunto más polémico sobre la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva es la posibilidad de que las menores de 16 años puedan abortar sin el consentimiento de sus padres, aunque se requiere que sean informados salvo en situaciones de conflicto familiar.

Son muchas las personas que consideran que una menor de 16 años está aún inmadura para tomar esa decisión, probablemente por un desconocimiento de las capacidades reales de las adolescentes para tomar decisiones. Pero si volvemos la vista hacia un país con una mayor tradición democrática que la nuestra, como es Estados Unidos, nos encontramos con que, con algunas ligeras variaciones entre estados, las adolescentes de 16 y 17 años tienen plenamente reconocida su capacidad para tomar decisiones acerca del curso de su embarazo sin necesidad del consentimiento parental. Este reconocimiento de la capacidad de las adolescentes para tomar decisiones sobre su embarazo se basa en la evidencia empírica disponible, avalada por la American Psychological Association (ver aquí).

Incluso en muchos estados tampoco se requiere, como en nuestro país, que los padres sean notificados de la decisión de su hija. Las razones para que no sea necesario el informar a los padres tienen que ver con que motivaciones morales o religiosas pueden hacer que los padres no tengan en cuenta las serias consecuencias que un embarazo a término puede tener para la salud de su hija, y puedan presionarla para que tome una decisión con la que no está de acuerdo.

Si las menores tienen que informar a sus padres habrá muchas situaciones en las que por temor a su reacción vayan posponiendo la decisión hasta un punto en que no sea posible la interrupción voluntaria de la gestación. Es cierto que, como indican algunos estudios realizados en EEUU, entre un 50% y un 75% de adolescentes terminan informando a sus padres, pero otras muchas no lo hacen, y las razones para no hacerlo son diversas: pensar que si los padres se enteran empeorarán las relaciones con ellos; o que pondrán impedimentos para que continúe la relación con su pareja; o sólo porque quieren evitar preocupaciones a sus padres. No obstante, tampoco faltan los casos en los que el principal motivo tiene que ver el miedo a la reacción violenta de sus padres que podría llevarles a maltratarlas o incluso a echarlas de casa.

Por lo tanto, creo que en la aplicación de la actual ley, que deja abierta la posibilidad de que algunas adolescentes puedan abortar sin que hayan informado a sus padres, se debería ser poco exigente en cuanto a las motivaciones que la menor alega para no informar a sus padres. Una posibilidad sería que, al igual que ocurre en muchos estados norteamericanos, la adolescente demuestre que tiene la madurez e información suficiente para tomar su propia decisión.