Llevamos una semana escuchando todo tipo de comentarios y explicaciones sobre por qué ocurrieron los disturbios del pasado fin de semana en Pozuelo de Alarcón (aquí), que tuvieron como resultado a 10 policías heridos y a 20 jóvenes detenidos. Ni yo ni la mayoría de las personas que han opinado al respecto conocemos con seguridad los detalles de los sucesos: ¿cómo comenzó la refriega? ¿cuántos jóvenes asaltaron la comisaría? ¿por qué no existen grabaciones de ese supuesto asalto? ¿cómo de desproporcionada y chulesca fue la actuación de la policía, como parece deducirse de los comentarios de algunos testigos? Por lo tanto, evitaré emitir un juicio acerca de un suceso del que desconozco muchos datos.
Lo que me resulta sorprendente es la cantidad de opinantes que a lo largo de los últimos días se han arrojado a la piscina sin agua, atreviéndose a emitir un diagnóstico del suceso en los medios de comunicación. Los chivos expiatorios han sido en esta ocasión padres y educadores (aquí).
Bueno, tengo que reconocer que soy un vehemente defensor de la influencia que la familia, y también la escuela, tiene sobre el comportamiento de los adolescentes. Y aunque en esta ocasión muchos de los implicados en el suceso habían dejado muy atrás la adolescencia, bien cabe esperar que las influencias familiares infantiles hubieran dejado su huella, condicionando de alguna manera el comportamiento desmedido de estos jóvenes adultos. Sin embargo, quienes investigamos sobre el comportamiento humano sabemos perfectamente que la mayoría de las conductas problemas propias de la adolescencia tiene un origen multicausal de forma que resulta imposible hablar de una única causa. Ello no es un obstáculo para que algunos personajes mediáticos, con mucha osadía e imaginación, hayan recurrido una vez más al recurrente tópico de la falta de control o supervisión parental, que tanta prevalencia parece tener entre las familias españolas.
Bien, no voy a negar que existe cierta evidencia empírica acerca de la importancia que esta dimensión del estilo parental tiene sobre el ajuste comportamental de chicos y chicas adolescentes, aunque conviene recordar que otras dimensiones, como el apoyo y la comunicación (o la falta de ambas en este caso), tienen una influencia aun mayor.
Tampoco hay que olvidar el papel que desempeñan otros factores: iguales, medios de comunicación, valores culturales, legislación existente, políticas sociales y educativas, etc. Y es que, como apunta el modelo sistémico biopsicosocial, la mayoría de las conductas problema son el resultado de la combinación de una serie de factores individuales y contextuales, y conviene señalar que:
● Los mismos factores no afectan de la misma forma a todos los sujetos. Así, mientras que un adolescente puede desarrollar comportamientos agresivos como resultado de una combinación de influencias estresantes, otro saldrá más o menos indemne de esa situación. Determinados factores biológicos presentes en el primer caso y ausentes en el segundo pueden marcar los diferentes resultados sobre el ajuste conductual del niño o adolescente. Factores contextuales, como el apoyo social, también pueden proteger los efectos negativos del estrés.
● Las influencias pueden interactuar entre sí e influirse mutuamente. Esta es una de las características principales de los modelos sistémicos, y sirve para explicar el desarrollo de muchas conductas problemas. Por ejemplo, si en el surgimiento de la conducta agresiva están implicados tanto factores biológicos como familiares, es muy probable que en algunos momentos estos factores se hayan influido mutuamente. Así, un niño con un temperamento difícil y con un alto nivel de actividad puede generar en sus padres mucho estrés, que les llevará a mostrar hacia el niño un estilo muy coercitivo y autoritario con el uso de castigos físicos, lo que a su vez podrá influir en el surgimiento de comportamientos agresivos del menor hacia los iguales.
● Muchas conductas problemas pueden darse conjuntamente. Las razones de esta co-morbilidad tienen que ver con el hecho de los factores de riesgo implicados en el surgimiento de alguna conducta problema, como el consumo abusivo de sustancias pueden también contribuir al desarrollo de otros desajustes comportamentales, como las conductas sexuales de riesgo, las conductas suicidas y la delincuencia juvenil. Además, en bastantes casos un problema puede ser un factor de riesgo fundamental para otro. Este sería el caso de la influencia de un trastorno depresivo sobre el consumo de sustancias o sobre la tentativa de suicidio
● Las conductas problemáticas suelen presentarse en un continuo. La mayoría de los problemas de conducta no suelen ser un asunto de todo o nada, ya que suelen ser comportamientos que se presentan en mayor o menor grado en muchos chicos y chicas sin que lleguen a constituir un problema.
Es decir, resulta muy complicado poder hablar de causas únicas del comportamiento antisocial, y la prudencia a la hora de explicar la etiología de algunos fenómenos psicosociales complejos debería ser una condición obligada, si queremos que se reconozca a la psicología como una ciencia seria. Ya sé que con un micrófono delante algunos profesionales de las ciencias sociales se transforman en adivinos omniscientes con supuestas respuestas para todo, pero si algún periodista me pregunta qué está pasando con la juventud actual para que ocurran sucesos como los de Pozuelo de Alarcón, creo que lo más honesto será reconocer que no tengo la más remota idea. Y es que ya se sabe que en boca cerrada no entran moscas.
Lo que me resulta sorprendente es la cantidad de opinantes que a lo largo de los últimos días se han arrojado a la piscina sin agua, atreviéndose a emitir un diagnóstico del suceso en los medios de comunicación. Los chivos expiatorios han sido en esta ocasión padres y educadores (aquí).
Bueno, tengo que reconocer que soy un vehemente defensor de la influencia que la familia, y también la escuela, tiene sobre el comportamiento de los adolescentes. Y aunque en esta ocasión muchos de los implicados en el suceso habían dejado muy atrás la adolescencia, bien cabe esperar que las influencias familiares infantiles hubieran dejado su huella, condicionando de alguna manera el comportamiento desmedido de estos jóvenes adultos. Sin embargo, quienes investigamos sobre el comportamiento humano sabemos perfectamente que la mayoría de las conductas problemas propias de la adolescencia tiene un origen multicausal de forma que resulta imposible hablar de una única causa. Ello no es un obstáculo para que algunos personajes mediáticos, con mucha osadía e imaginación, hayan recurrido una vez más al recurrente tópico de la falta de control o supervisión parental, que tanta prevalencia parece tener entre las familias españolas.
Bien, no voy a negar que existe cierta evidencia empírica acerca de la importancia que esta dimensión del estilo parental tiene sobre el ajuste comportamental de chicos y chicas adolescentes, aunque conviene recordar que otras dimensiones, como el apoyo y la comunicación (o la falta de ambas en este caso), tienen una influencia aun mayor.
Tampoco hay que olvidar el papel que desempeñan otros factores: iguales, medios de comunicación, valores culturales, legislación existente, políticas sociales y educativas, etc. Y es que, como apunta el modelo sistémico biopsicosocial, la mayoría de las conductas problema son el resultado de la combinación de una serie de factores individuales y contextuales, y conviene señalar que:
● Los mismos factores no afectan de la misma forma a todos los sujetos. Así, mientras que un adolescente puede desarrollar comportamientos agresivos como resultado de una combinación de influencias estresantes, otro saldrá más o menos indemne de esa situación. Determinados factores biológicos presentes en el primer caso y ausentes en el segundo pueden marcar los diferentes resultados sobre el ajuste conductual del niño o adolescente. Factores contextuales, como el apoyo social, también pueden proteger los efectos negativos del estrés.
● Las influencias pueden interactuar entre sí e influirse mutuamente. Esta es una de las características principales de los modelos sistémicos, y sirve para explicar el desarrollo de muchas conductas problemas. Por ejemplo, si en el surgimiento de la conducta agresiva están implicados tanto factores biológicos como familiares, es muy probable que en algunos momentos estos factores se hayan influido mutuamente. Así, un niño con un temperamento difícil y con un alto nivel de actividad puede generar en sus padres mucho estrés, que les llevará a mostrar hacia el niño un estilo muy coercitivo y autoritario con el uso de castigos físicos, lo que a su vez podrá influir en el surgimiento de comportamientos agresivos del menor hacia los iguales.
● Muchas conductas problemas pueden darse conjuntamente. Las razones de esta co-morbilidad tienen que ver con el hecho de los factores de riesgo implicados en el surgimiento de alguna conducta problema, como el consumo abusivo de sustancias pueden también contribuir al desarrollo de otros desajustes comportamentales, como las conductas sexuales de riesgo, las conductas suicidas y la delincuencia juvenil. Además, en bastantes casos un problema puede ser un factor de riesgo fundamental para otro. Este sería el caso de la influencia de un trastorno depresivo sobre el consumo de sustancias o sobre la tentativa de suicidio
● Las conductas problemáticas suelen presentarse en un continuo. La mayoría de los problemas de conducta no suelen ser un asunto de todo o nada, ya que suelen ser comportamientos que se presentan en mayor o menor grado en muchos chicos y chicas sin que lleguen a constituir un problema.
Es decir, resulta muy complicado poder hablar de causas únicas del comportamiento antisocial, y la prudencia a la hora de explicar la etiología de algunos fenómenos psicosociales complejos debería ser una condición obligada, si queremos que se reconozca a la psicología como una ciencia seria. Ya sé que con un micrófono delante algunos profesionales de las ciencias sociales se transforman en adivinos omniscientes con supuestas respuestas para todo, pero si algún periodista me pregunta qué está pasando con la juventud actual para que ocurran sucesos como los de Pozuelo de Alarcón, creo que lo más honesto será reconocer que no tengo la más remota idea. Y es que ya se sabe que en boca cerrada no entran moscas.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLe felicito por su artículo.
ResponderEliminarEstoy totalmente deacuerdo:no se puede hablar de una única causa del comportamiento antisocial.
http://curiosidadsocial.wordpress.com/
creo que cada época tiene lo suyo y ésta no tiene porqué ser peor que otra, pero los periódicos necesitan titulares y los padres necesitan motivos para alarmarse, como la sociedad entera, creo que hay un montón de adolescentes normales como los había en mi época, yo he bebido en la calle de las litronas, he bebido para emborracharme porque me parecía divertido, claro que luego nunca me he puesto a destrozar el mobiliario urbano, pero en fin creo que exageramos el tono y la nota, porque necesitamos escándalos y cosas de las que preocuparnos excesivamente, para poder criticar al Gobierno por ejemplo -mi madre dice que ZP nos lleva al desastre, porque lo escucha en la cope- y así funcionamos... pero bueno, también es verdad que nunca hay que desatender estos fenómenos y analizarlos y darles peso, siempre y cuando nos demos cuenta de que son marginales y no generales... que la gente se reúna a beber es un fenómenos que puede ser positivo o negativo, según lo que hagan luego borrachos claro... pero aprender a beber y saber beber es algo que se adquiere con la edad...
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Manuela. Desde hace algún tiempo (desde que vengo interesándome por estos temas) parece que los adolescentes y los jóvenes están descontrolados, que no hacen otra cosa que destrozar mobiliario urbano, tomar drogas, y realizar conductas sexuales de riesgo. En realidad, la mayoría de los adolescentes no hacen estas cosas, o no al menos en la magnitud en la que se nos presenta en los medios. Los chicos y chicas españoles no son todos iguales que los que aparecen en "Física o Química", en todo caso esto sería una minoría o las conductas problemáticas tendrían lugar en casos puntuales. Pero claro, es muy fácil llevarse las manos a la cabeza y alarmarse de cómo está la juventud y no hacer nada para mejorar las cosas. Todo el mundo cree que cuando ellos eran jóvenes las cosas eran mejores, y no es así. Ellos se sentían mejor, de ahí esta impresión.
ResponderEliminarPor la misma regla de tres se podría decir que la mayoría de los septuagenarios, al igual que Berlusconi, son propensos a un narcisismo patológico que deriva en un egocentrismo absoluto y una necesidad de ser el centro de atención, pero supongo que todos conocemos a septuagenarios que no son tan rematadamente payasos como el tipo en cuestión. Por lo que podríamos decir que, como en el caso de los jóvenes de Pozuelo, se estaría cayendo en una generalización que no conduce a nada.
ResponderEliminarSaludos.
Desde mi punto de vista no se pueden de ninguna manera analizar los comportamientos grupales o sociales desde un punto de vista "bio-psico".
ResponderEliminarOtra cosa son los comportamientos individuales. Pero uno comportamiento social no es la suma de comportamientos individuales, sino una reacción causada por una percepción común del grupo de determinados aspectos sociales o culturales.
Creo que es labor de estudio para un sociólogo.
Juan, me parece oportuno tu comentario. Aunque, creo que el asunto no es ajeno a los psicólogos sociales, que también tendrán mucho que decir.
ResponderEliminarUn saludo