En este blog me ocupo de asuntos de temática psicológica y social: reseñas de libros, resúmenes y comentarios de algunos artículos recientes, reflexiones sobre asuntos sociales desde un punto de vista psicológico, etc.
martes, 17 de enero de 2017
Padres y madres promueven el autocontrol de sus hijos e hijas
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Parentalidad positiva en la adolescencia
viernes, 14 de diciembre de 2012
Los diez mandamientos de la parentalidad positiva en la adolescencia
No he tenido ninguna revelación divina en la montaña, simplemente he pensado que ésta puede ser una buena fórmula para recordar mejor algunas estrategias que representan un buen ejercicio de la parentalidad durante la adolescencia de los hijos o hijas. Ahí van mis diez mandamientos, basados en la investigación existente sobre estos temas:
1. Tendrás una visión positiva de la adolescencia....y de tu hijo o hija.
La imagen sensacionalista y negativa del adolescente como sujeto conflictivo y antisocial no trae consigo nada bueno. Cuando padres y madres viven con excesiva preocupación la llegada de la adolescencia tienden a interpretar de forma sesgada muchos comportamientos de sus hijos que son propios y normativos de esa edad. Ello no hará sino dificultar la comunicación y crear conflictos. Piensa en positivo sobre esta etapa y os irá mejor, a ti y a tu hijo.
2. Conocerás sus necesidades. Ya no es el niño o niña de hace unos años. Los cambios durante estos años están siendo muchos y se están produciendo con gran rapidez, lo que supondrá el surgimiento de nuevas necesidades. Es importante que conozcas cuáles son esos cambios para saber responder adecuadamente a esas nuevas necesidades.
3. Establecerás límites claros. Las normas y límites claros son fundamentales, sobre todo al comienzo de la adolescencia, para evitar que se sientan perdidos y desorientados y para que no desarrollen problemas de conducta. Estos límites deben ser razonados y negociados, y ajustados a la edad del menor. Procura ser consistente en la aplicación de esos límites y en la exigencia de responsabilidades cuando no los respete. Ponte de acuerdo con tu pareja para evitar que cada uno vaya por su cuenta y haga su guerra particular.
4. Conocerás a tu hijo o hija. Haz todo lo posible por conocer sus aficiones, sus amigos y sus actividades. El conocimiento es fundamental para que estés al tanto de lo que hace y para que puedas intervenir y apoyarle si surge algún problema. Procura crear un clima de confianza en el que tu hijo se sienta cómodo contándote sus cosas. Si reaccionas de forma muy emotiva y exagerada cuando oigas algo que no gusta es muy probable que estés poniendo trabas a la comunicación con tu hijo, y dejes de ser un buen confidente.
5. No serás autoritario. Hay muchas formas de controlar y hacerse respetar sin recurrir a la imposición unilateral. El autoritarismo y el control coercitivo no suelen funcionar a medio o largo plazo y, además, pueden crear problemas emocionales. El castigo físico está totalmente desaconsejado, sobre todo a estas edades.
6. No evitarás los conflictos. La adolescencia es una etapa en la que suele aumentar la conflictividad parento-filial. No obstante, no te preocupes en exceso, ya que estos problemas suelen ser necesarios para que se reajusten vuestras relaciones, y tengas en cuenta sus nuevas necesidades. Lo importante es que los resolváis mediante el diálogo y la negociación. Y negociar supone ceder en algunos aspectos, no imponer siempre el propio punto de vista , o ceder en todo.
7. Lo/a dejarás crecer. Muchos padres y madres tienden a intervenir y presionar demasiado a sus hijos para que se comporten o piensen de una demasiada manera. Otros les sobreprotegen en exceso. En ambos casos están limitando el crecimiento y autonomía de su hijo. Oriéntale, pero déjale resolver sus problemas y encontrar su propio camino.
8. Te comunicarás con él o ella. Aprende a escuchar, deja a un lado lo que estés haciendo y mírale a los ojos cuando te hable. Evita estar todo el día sermoneándole y dándole la tabarra con tus críticas y reproches. Solo conseguirás que se canse de ti y te evite.
9. No insultarás ni ridiculizarás. La opinión de padres y madres es aún muy importante para chicos y chicas y con tus insultos estarás haciendo un flaco favor a su maltrecha autoestima. Si lo haces procura pedir disculpas.
10. Lo/a amarás. El cariño es el principal ingrediente de un buen estilo parental. Nada es más necesario en estos años difíciles que el amor y apoyo de padres y madres. Pasa tiempo con él, habla de cosas que le interesan, comparte tus sentimientos y preocupaciones, trátale con respecto y apóyale en sus "pequeños" problemas. Todos los estudios que conozco indican que el afecto es el mejor activo para promover el desarrollo saludable durante la adolescencia.
domingo, 5 de febrero de 2012
Algunos consejos para mejorar la comunicación con vuestros hijos adolescentes
Si tenéis un adolescente en casa, es probable que hayáis notado cómo la comunicación con él o con ella resulta más complicada que cuando tenía seis o siete años. Aunque se trata de algo relativamente normal y frecuente sobre lo que no hay que dramatizar en exceso, algunas sugerencias y consejos podrían ayudaros a mejorar esta comunicación. Si seguís estos consejos y tenéis algo de paciencia, es muy probable que mejore vuestra relación.
· Escuchad lo que dice
vuestro hijo o hija, dejadle terminar: Dejar que
vuestro hijo o hija hable y diga lo que piensa o siente es muy beneficioso
para el buen funcionamiento de la familia y para su bienestar. Si no dejáis
que termine lo que quiere deciros y le interrumpís porque pensáis que ya
sabéis lo que os va a decir, nunca sabréis realmente qué ideas tiene ni cómo
se siente.
· No critiquéis, no
juzguéis, no culpabilicéis: No sois
jueces. Si os dedicáis a criticar su conducta constantemente estaréis
poniendo una barrera entre vosotros. Si muestra su enfado y grita, podéis
corregir su comportamiento con algo como: “ya veo que estás enfadado/a, pero
si me gritas no me entero bien. Cuando te tranquilices podremos seguir
hablando”.
· No deis lecciones:Tendemos a decir a nuestros hijos e hijas todo lo que deben hacer. Sin
embargo, es mucho más útil y beneficioso enseñarles a buscar soluciones por
sí mismos, y razonar con ellos las ventajas e inconvenientes de cada elección.
· Dad importancia a lo que
os dice: A veces se preocuparán por asuntos que para
vosotros no tienen la menor importancia y pensaréis: “no son más que
tonterías, ya se le pasará”. Si cuenta con vosotros para hablar de sus
cosas, valoradlo. Si no dais importancia a lo que quiere contaros, puede que
en el futuro deje de hablaros de eso y de muchas otras cosas.
· Enseñadle a comunicar sus sentimientos: No es suficiente preguntarle qué ha hecho,
sino también cómo se ha sentido. Podéis ayudarle a que entienda qué siente preguntándole
“¿estás enfadado o triste?” o diciéndole “yo estoy orgullosa ¿y tú?”. Todos
tenemos que aprender a expresar nuestros sentimientos y vosotros podéis
ayudar a vuestro hijo o hija a hacerlo.
· Controlad vuestros impulsos: Puede ocurrir
que os cuente que ha hecho cosas que no os gustan (por ejemplo, que ha
faltado a una hora de clase porque no tenía ganas de ir). En esos casos, no
os dejéis llevar por los nervios; si reaccionáis de forma impulsiva y no
razonáis con él o ella, puede que la próxima vez no confíe en vosotros y no
os lo cuente. Evitad gritarles, amenazarles y ordenarles lo que tienen que
hacer. Cuando estéis más serenos hablad con él o ella y explicadle qué es lo que no os gusta.
· Ya no es un niño o una
niña: No lo olvidéis; se está convirtiendo en una
persona adulta, si actuáis como si fuera como vuestra niña o niño pequeño
sentirá vergüenza, sobre todo delante de sus amigos y amigas. Evitad invadir
su espacio personal, criticarle o darle lecciones en todo momento,
especialmente cuando esté con su pandilla.
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lunes, 11 de abril de 2011
La madre tigre: sobre el autoritarismo parental

jueves, 8 de abril de 2010
Madres y padres ante la sexualidad de sus hijos adolescentes

Los datos del Informe Juventud en España de 1992 indicaban que un 34% de adolescentes de menos de 18 años habían mantenido relaciones sexuales con penetración. En 1996, los datos de ese mismo informe indicaban un porcentaje del 43%. Es decir, parece que la edad del primer coito se está adelantando, y se sitúa en torno a los 17 años. La mayoría de adolescentes “se estrenan” entre los 15 y los 18 años. Todos los estudios suelen coincidir en que los chicos dicen iniciarse antes que las chicas. No obstante, estas diferencias bien podrían deberse al significado que la “primera vez” tiene para unos y para otras. Para los chicos iniciarse pronto es algo que está bien visto y sirve para aumentar el prestigio ante el grupo de amigas y amigos; para las chicas, por contra, una iniciación precoz no está tan bien valorada, más bien ocurre lo contrario. Por ello, los chicos tenderían a reconocer edades de iniciación más precoces y las chicas más tardías. Estas primeras relaciones coitales suelen ir precedidas de intercambios de besos y caricias que tienen un claro valor de aprendizaje, y que son necesarios para que chicos y chicas vayan conociendo mejor su cuerpo y el de la otra persona, así como todo lo relacionado con la actividad sexual.
Una de las mayores preocupaciones que tienen las madres y padres de adolescentes tiene que ver con esa “primera vez”. Nos referimos a las consecuencias que pueden derivarse de esas relaciones sexuales cuando se llevan a cabo sin la protección debida. La probabilidad de un embarazo no deseado o de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual como el VIH/SIDA o la gonorrea, justifican sobradamente esta preocupación.
¿Están nuestros hijos e hijas realmente formados y preparados para afrontar con seguridad esas primeras relaciones? No resulta fácil dar una respuesta global a esa pregunta, pero los datos de algunos estudios señalan que cuanto más pronto se inicien, más probabilidad hay de que no utilicen ningún método anticonceptivo. No es tan arriesgado iniciarse a los 18 años como hacerlo a los 14. A pesar de las muchas campañas que se han llevado a cabo durante los últimos años para promover el uso del preservativo, aún son muchos los chicos y chicas que mantiene relaciones sexuales sin ninguna protección. Las razones de esta falta de uso son variadas. Una de ellas es la falta de información. Por ejemplo, hay quienes piensan que no puede haber embarazo la primera vez, ni tampoco si se hace el amor de pie porque el semen se escurre. La falta de previsión puede ser otro motivo. Como decía un chico: “Para una vez que se te presenta la ocasión no vas a preocuparte de eso”. Las actitudes negativas hacia el uso del preservativo, por pensar que limita el placer o que rompe la naturalidad o la espontaneidad del acto, son otro motivo de la falta de uso entre quienes son más jóvenes.
Hay que destacar que chicos y chicas deben tener un fácil acceso a preservativos para evitar las conductas sexuales de riesgo. Sin embargo el trato discriminatorio que muchas madres y padres muestran hacia sus hijos e hijas se pone de manifiesto cuando consideran un acto de responsabilidad el hecho de que su hijo lleve un preservativo en la cartera, mientras que cuando de trata de su hija la respuesta parental es bastante menos favorable.
ALGUNAS CUESTIONES GENERALES SOBRE MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS
- Es recomendable que mantengáis con vuestros hijos e hijas una buen clima de confianza para que se sientan con la libertad de preguntaros cualquier duda que les surja en torno al tema de la sexualidad. A veces, por vergüenza o por falta de confianza, intentan buscar respuestas sólo a través de los amigos y amigas, llegando en muchas ocasiones a conclusiones erróneas con respecto a temas importantes. Por ejemplo, pueden llegar a pensar la “marcha atrás” es un método anticonceptivo eficaz, cuando en realidad se trata de una práctica de riesgo que no evita ni los embarazos ni las enfermedades de transmisión sexual.
- Si os consideráis informados, podéis discutir con ellos y ellas la eficacia y los riesgos de los distintos métodos anticonceptivos, haciéndoles ver no sólo la importancia de algunos para evitar embarazos no deseados, sino como medio fundamental de prevenir la infección por enfermedades de transmisión sexual.
miércoles, 24 de febrero de 2010
¿ERES UNA MADRE O UN PADRE DEMOCRÁTICO?

A continuación aparecen una serie de situaciones que probablemente te sean familiares. Señala si ante ellas crees que sueles comportarte como el padre/madre "a" o como el "b".
1. Después de clase tu hijo llega a casa enfadado, dice que no tiene hambre y se encierra en su cuarto. ¿Qué crees que harías?
a. Dejo que se desahogue, ya se le pasará el enfado.
b. Intento hablar con él, y le animo a que me cuente por qué está enfadado.
2. Los sábados, tu hija debe llegar a casa antes de las 2 de la madrugada, pero anoche llegó pasadas las 4. Es domingo por la mañana, tú...
a. La dejas por imposible, siempre hace lo que le da la gana.
b. Le preguntas por qué llegó tarde, le explicas que estabas muy preocupado y le pides que no vuelva a hacerlo más.
3. Tu hijo lleva unos días muy triste. Te ha confesado que ha roto con su novia, y se encuentra destrozado porque nunca querrá a nadie como quiere a esta chica. ¿Qué harías?
a. Le dices que ya se le pasará. Le insistes en que no vale la pena estar triste por eso, que la vida ya le enseñará cuales son los problemas de verdad.
b. Le animas a que te hable de sus sentimientos y lo escuchas de verdad, dándole importancia lo que está viviendo.
4. Es sábado por la mañana, día de hacer las tareas de la casa. Tu hijo dice que hoy no puede hacerlas porque juega un partido de fútbol y que ya limpiará su cuarto por la tarde.
a. Le dices que limpiar su habitación es una obligación, así que hasta que no limpie no puede irse.
b. Le pides que se comprometa de verdad a hacerlo por la tarde. Llegasteis a un acuerdo y mantener limpia su habitación es su obligación.
5. Tu hijo llegó anoche bastante mareado, evidentemente había bebido porque andaba dando tumbos y no paraba de hablar. Hoy es domingo y es la hora del almuerzo, así que tu:
a. Olvidas el tema, beber es normal, de hecho, a su edad tú también lo hacías.
b. Le preguntas dónde estuvo por la noche, y qué había bebido. Intentas hacerle ver que beber alcohol en exceso es peligroso.
6. Una amiga te ha dicho que ayer vio a tu hija de 14 años besándose con un chico en un parque. En cuanto tu hija llega de clase
a. La castigas y le dices que es muy joven para andar ya besándose con chicos.
b. Le preguntas si es cierto lo que te ha dicho tu amiga, y, si es así, te interesas por saber quién era ese chico.
7. La misma discusión de siempre con tu hijo: quiere que le compres una moto.
a. Tú te niegas a comprársela, es peligroso y punto.
b. Después de escucharle le explicas las razones por las que no se la quieres comprar.
8. Tu hija está cansada de las clases de inglés y de música. Quiere dejarlas porque no tiene tiempo para estar con sus amigas y prefiere apuntarse a un gimnasio.
a. Le dices que de dejar las clases ni hablar. Si quiere, puede apuntarse al gimnasio, y a las amigas ya las verá en el fin de semana.
b. Le hablas de la importancia que tienen los idiomas hoy en día y tratas de convencerla para que no lo deje. En cualquier caso, tratas de llegar a un acuerdo con ella.
Las opciones tipo b son las que corresponderían a un estilo democrático. Cuantas más opciones tipo b hayas elegido, más democrático es tu comportamiento.
miércoles, 13 de enero de 2010
Monitorización parental y consumo de cánnabis

Los resultados fueron concluyentes, ya que indicaron que la relación entre la información que los padres tenían sobre aspectos de la vida de sus hijos (amistades, actividades) y el consumo de marihuana alcanzó un tamaño del efecto de -.21, lo que apoya la eficacia de la monitorización parental para prevenir el consumo de esta sustancia. Aunque resulta razonable pensar que los estudios que encuentran relación significativa entre estas variables tienen más probabilidad de publicarse que los que no hallan relación (file-drawer effect), los autores especifican que hubieran sido necesarios 7.358 estudios en los que se encontrase un tamaño del efecto nulo para poder compensar a los estudios que sí encontraron una relación significativa.
El meta-análisis también aportó algunos datos interesantes, como que el tamaño del efecto referente a la asociación entre monitorización y consumo fue mayor en chicas que en chicos; o cuando los estudios eran transversales, ya que en los longitudinales, la magnitud del efecto bajó a -.10. Este decremento no debe sorprendernos, ya que cabe pensar que la asociación entre conocimiento parental y consumo de marihuana puede deberse, al menos en parte, a que los consumidores serán menos proclives a informar a sus padres sobre quiénes son sus amigos, o qué hacen en su tiempo libre, pues anticiparán que muchas de sus actividades no serán del agrado de sus padres. En los estudios transversales sólo es posible confirmar la asociación no el sentido de la influencia, mientras que en los longitudinales sí es posible controlar si el conocimiento influye sobre la reducción del consumo, o si es el bajo consumo en que lleva a los adolescentes a informar más a sus padres, pues tienen menos que ocultar.
Por lo tanto, los resultados de este meta-análisis sugieren que una estrategia eficaz para reducir el consumo de estas sustancias es que los padres muestren interés por estar informados sobre las actividades y amistades de sus hijos, y, como apuntaron Stattin y Kerr (2000), la mejor fórmula para estar informados es la revelación, es decir, cuando los hijos informan a sus padres por propia iniciativa. Ello será más probable en un clima de confianza interparental, lo que nos lleva de nuevo a destacar la importancia de la comunicación y el afecto en las relacines entre padres e hijos adolescentes, no sólo para fomentar su ajuste emocional y su autoestima, sino también para evitar el consumo de sustancias.
Lac, A. & Crano, W. D. (2009). Monotoring matters. Meta-analytic review reveals the reliable linkage of parental monitoring with adolescent marijuana use. Perspectives on Psychological Science, 4 (6), 578-585.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Discusiones entre padres e hijos en la adolescencia

Otro elemento a tener en cuenta es la clara desidealización de las figuras materna y paterna que se va a producir, de forma que la imagen parental cercana a la perfección propia de la infancia será sustituida por otra mucho más realista. Esta desidealización suele favorecer la desvinculación emocional necesaria en esta etapa para que chicos y chicas vayan ganando autonomía personal. No es necesario recurrir al complejo de Edipo para entender que el niño y la niña tienen que “desenamorarse” de sus padres, y para esta faena nada mejor que comenzar a buscarles defectos y comprender que eran ídolos con pies de barro.
Finalmente, es importante destacar el aumento del tiempo que pasan con el grupo de iguales que va a permitir al adolescente una mayor experiencia en relaciones simétricas o igualitarias con toma de decisiones compartidas, y que le llevarán a desear un tipo de relación similar en su familia, lo que no siempre será aceptado de buen grado por unos padres que se resisten a perder autoridad. Por otra parte, en periodos de rápidos cambios evolutivos como la transición a la adolescencia, las expectativas de los padres con respecto al comportamiento de sus hijos son violadas con frecuencia, lo que causará conflictos y malestar emocional.
Aunque las transformaciones más relevantes tienen lugar en el adolescente, sus padres también están sujetos a cambios, y la pubertad de los hijos suele coincidir con la etapa de los 40-45 años de los padres. Este periodo, denominado por algunos autores crisis de la mitad de la vida, ha sido considerado como un momento difícil y de cambios significativos para muchos adultos, lo que podría suponer una dificultad añadida a las relaciones entre padres e hijos durante la adolescencia. Por lo tanto, la llegada de la adolescencia es un momento del ciclo familiar en el que coinciden dos importantes transiciones evolutivas, una en el hijo y otra en sus padres, lo que forzosamente contribuirá a enrarecer el clima familiar.
miércoles, 28 de octubre de 2009
Consejos para padres de adolescentes: Poniendo límites

En muchas ocasiones, con la llegada de la adolescencia muchos padres y madres tienden a relajar el control sobre sus hijos, porque consideran que éste ya no es tan necesario como cuando eran más pequeños. Sin embargo, al igual que el afecto, el establecimiento de límites continúa siendo muy importante durante la adolescencia, y cuando estos faltan es muy probable que chicos y chicas se sientan desorientados y piensen que sus padres ya no se interesan por ellos. Por otra parte, la ausencia de control, de normas y límites, está muy relacionada con la aparición de algunos problemas de conducta, como los comportamientos antisociales y delictivos o el consumo abusivo de drogas y alcohol. A continuación se ofrecen algunas sugerencias en relación con las normas y límites.
- Los límites deben ser claros, razonados y justificados. Es muy importante que no impongamos de forma autoritaria los límites y normas que han de regular la vida familiar y el comportamiento de nuestros hijos, tanto en casa como fuera de ella. Hay que hablar con ellos, conocer su punto de vista, explicarles los motivos de una determinada norma, y cambiarla cuando nos convenzan de que es injusta. Implicar a nuestros hijos en la toma de decisiones con respecto a los límites no significa que abandonemos la autoridad parental, sino que será una manera de reconocer que están creciendo y madurando y que tienen derecho a participar en las decisiones que les afectan.
- Debemos ser flexibles. Hay que ir ajustando las normas y límites a las nuevas necesidades y capacidades de nuestros hijos a medida que van haciéndose mayores. Los límites necesarios para un niño o niña de 10 años, no deben ser los mismos que para un adolescente de 13, y menos aún si tiene 15. El control excesivo es tan perjudicial como su ausencia, por lo que tendremos que concederles de forma gradual más libertad para actuar y tomar decisiones.
- Debemos ser coherentes y consistentes en cuanto a los límites establecidos. En determinadas ocasiones nos sentimos abrumados o cansados y podemos permitir algunos comportamientos en nuestros hijos que en otro momento no toleraríamos. Pero es importante que mantengamos las normas y los límites, y las sanciones ante su incumplimiento, independientemente de nuestro estado de ánimo. También es importante que exista acuerdo entre los padres a la hora de poner límites y castigos. Aunque en algunas ocasiones no estemos de acuerdo con nuestra pareja, debemos procurar resolver nuestras discrepancias en privado y mostrar una misma opinión ante nuestros hijos.
- Si las normas no se cumplen, hay que sancionar. En primer lugar, es conveniente mantener la calma y no reaccionar de una forma demasiado emocional. Después deberemos escuchar tranquilamente la justificación que nuestro hijo nos da. Por último, habrá veces en las que será conveniente sancionar su conducta. Es importante que el chico o la chica tenga claro que es su comportamiento y no a él lo que rechazamos. No obstante, puede haber alternativas al castigo, como hacerles ver lo decepcionados que estamos por su comportamiento o la falta de confianza que tendremos hacia ellos. Otra posibilidad es no sancionarlos y dejar que experimenten las consecuencias de sus errores, por ejemplo un suspenso les obligara a estudiar o una resaca les hará sufrir los efectos del abuso de alcohol.
jueves, 8 de octubre de 2009
Algo que los padres y madres de adolescentes deben conocer: una nueva forma de pensar

En este momento los jóvenes tienen más capacidad para pensar sobre su propio pensamiento y sobre el pensamiento de los demás, lo que a veces puede provocar dificultades a la hora de diferenciar ambas perspectivas y originar fenómenos como la audiencia imaginaria y la fábula personal. Con la audiencia imaginaria el adolescente piensa que es el centro de atención de cualquiera que se cruce en su camino. Todos están pendientes de cómo se viste y de las cosas que hace o dice, y por ello no debe resultarnos extraño que en estos años aumente la timidez Por otro lado, la fábula personal le lleva a considerar que su vida es única y muy diferente a las de los demás. Lo que le ocurre a él nadie lo ha experimentado antes, y las cosas que le suceden a otros (accidentes, embarazos no deseados) no le pasarán nunca a él, aunque asuma ciertos riesgos. Es como si creyese que él dispone de una protección especial que le hace invulnerable e inmortal.
Afortunadamente estos primeros titubeos en el manejo del pensamiento formal o abstracto, que es como se denomina a esta nueva forma de razonar, serán relativamente pasajeros, y en pocos años chicos y chicas se habrán consolidado en el manejo de esta nueva herramienta cognitiva.
sábado, 6 de junio de 2009
Exposición a los media y problemas en la infancia y adolescencia

Y comento lo anterior porque leo en ScienceDaily la reseña de un artículo publicado en JAMA sobre cómo la facilidad de acceso a los media aumenta el riesgo para desarrollar numerosos problemas de salud. En ese artículo el profesor de la Universidad de Nuevo Mexico, Victor C. Strasburger, explica cómo cada vez es más frecuente que los niños tengan un fácil acceso a videojuegos, Internet, DVDs y televisión, ya que cada vez es mayor el número de menores que disponen de estos aparatos en su propia habitación y que pasan más de 6 horas diarias en contacto con estos divertimentos de nueva generación.
El problema, según argumenta el doctor Strasburger, es que hay una clara evidencia empírica acerca de la influencia que el acceso a los media tiene sobre muchos trastornos propios de la infancia y adolescencia. Por ejemplo, la relación entre el consumo de televisión o videojuegos y la conducta agresiva está muy bien documentada. Aunque habría que precisar que esta relación se da sólo cuando el contenido de juegos y programas es violento. También se apuntan en el artículo otros riesgos como la influencia que el visionado de escenas de cine o televisión en las que se consume tabaco u otras drogas tiene sobre la iniciación en este hábito. Lo mismo puede decirse del sexo. O cómo los trastornos de la alimentación han aumentado de forma dramática en algunos países como consecuencia de la introducción de series americanas en la programación de TV. O la relación entre la obesidad y los anuncios sobre comida basura que asaltan la tranquilidad de nuestro salón.
En fin, un buen ramillete de amenazas que penetran en nuestro hogar a través de los canales más variados, y que supone que madres y padres tengamos que supervisar de cerca muchas de las actividades que nuestros hijos realizan en su tiempo de ocio.
La verdad es que no sé cómo tranquilizar a cualquier padre inquieto ante tanto peligro potencial, puesto que la evidencia apuntada por Strasburger parece inapelable. No obstante, creo que a veces a muchos psicólogos y educadores se nos va la mano en esa apelación que hacemos a la importancia de la supervisión parental. O si no juzguen ustedes mismos echándole un vistazo al artículo en ScienceDaily (aquí), seguro que notan como empiezan a temblarles las piernas según avanza la lectura.

domingo, 10 de mayo de 2009
Sobre el papel de los padres en el rendimiento escolar de sus hijos
Hace unas semanas la Fundación de Cajas de Ahorro presentó en Madrid el estudio Educación y Familia: los padres ante la educación general de sus hijos en España, realizado por los profesores de la Universidad Complutense Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez. El estudio recoge la opinión de padres y madres a partir de 820 encuestas, y aunque se trata de una investigación modesta, ofrece algunos resultados interesantes. Por ejemplo, según este estudio, los padres que se implican más en la educación tienen hijos que obtienen mejores calificaciones. Bien, ya sé que no es ninguna novedad, pero está bien disponer de más datos que destaquen el importante papel que desempeñan los padres.
Otro resultado de esta investigación puede parecer algo más sorprendente: contrariamente a lo que algunos piensan, cada vez son más los padres y madres que se implican de forma activa en la educación de sus hijos. Así, cuando se comparan los datos de este estudio con los de otro realizado en el año 2000, se observa un significativo aumento de la participación parental en tareas como apoyar en las tareas escolares o acudir a reuniones con los profesores. Por lo tanto, volvemos a encontrar alguna evidencia que contraría las ideas de que los mundos de la escuela y la familia se están resquebrajando y de que “cualquiera tiempo pasado fue mejor”.
Desde este blog me gustaría ofrecer algunas sugerencias que pueden ser de interés para padres y madres que quieran ofrecer ese apoyo a sus hijos, pero que no tengan claro cómo hacerlo, especialmente para quienes tienen hijos que se encuentran al comienzo de la educación secundaria, ya que a medida que niños y niñas van cumpliendo años sus madres y padres pueden tener más dudas sobre cómo ayudarles.
Algunas cosas que podéis hacer:
Mantened contactos con el centro escolar. Existen diferentes formas de hacerlo, desde hablar con el tutor/a, colaborar con el centro, o participar en los órganos de gestión como el Consejo Escolar o las AMPAS.
Hablad con vuestro hijo o hija de las cosas relacionadas con el colegio. De las asignaturas y actividades, de sus compañeras y compañeros, del profesorado... Es importante que sienta que os interesáis por lo que vive en el instituto.
Ayudadle a organizar su tiempo. Muchas veces no obtienen el máximo rendimiento de sus horas de estudio porque no saben cómo hacerlo. Madres y padres nos interesamos, pero a veces no vamos más allá del “trabaja duro”, y no les explicamos cómo hacerlo. Ayudadle a organizar su tiempo libre y supervisad su trabajo.
Prestad atención durante todo el curso a su trabajo y su rendimiento escolar, y no sólo cuando llegan las notas al final de cada trimestre.Mostraros atentos ante una disminución en su rendimiento. Las malas notas pueden significar muchas cosas: poco esfuerzo, desinterés, problemas personales –peleas con los compañeros o un desengaño amoroso- o dificultades de carácter más cognitivo, como problemas de comprensión lectora o con las matemáticas. Escuchad sus razones del suspenso, hablad con su tutor o tutora, no dramaticéis y animadle a seguir trabajando.
Apoyadle en las tareas escolares. Podéis hacerlo de distintas formas: ayudándole en tareas concretas cuando no entiende algún problema, cuando necesita ayuda para estudiar algún contenido, sugiriéndole dónde puede encontrar información... Preguntadle por lo que está estudiando, revisad sus esquemas y resúmenes..., pero ¡ojo!, no hagáis sus tareas. Es él o ella quien tiene que trabajar. Podéis darle vuestro apoyo y consejo, pero sin duda, el principal esfuerzo es suyo.
Motivadle y fomentad su interés. Hacedle ver lo importante que es lo que aprende en la escuela, y no sólo porque le va a servir en el futuro, sino que los contenidos escolares tienen un sentido y una utilidad aquí y ahora. Por ejemplo, la importancia que tienen los idiomas para navegar por internet, o la historia para entender los problemas sociales actuales.
Aportadle material y situaciones que favorezcan su aprendizaje. Es importante pueda disponer de recursos educativos como libros u ordenador. Igualmente, es fundamental hablar con vuestro hijo o hija sobre temas sociales, culturales e interpersonales y planificar algunas salidas o visitas de carácter cultural a museos, cines o conciertos.
Facilitad un ambiente de apoyo y confianza. Un contexto familiar positivo, en el que se combinen las exigencias con el apoyo, es fundamental para el buen ajuste escolar.
miércoles, 11 de marzo de 2009
Madres y padres importan, y mucho.

El artículo del que les voy a hablar en este post ha transitado por esa senda vergonzosa, hasta que esta misma semana ha visto la luz en Anxiety, Stress and Coping. No es que el artículo sea excepcional, no diría yo tanto, pero en mi muy parcial opinión no merecía tanto mareo por parte de revisores hiper-exigentes.
El artículo tiene su cosa, y es que en estos tiempos de tanto descreimiento en el poder socializador de la familia, cualquier estudio que aporte evidencia empírica al respecto, a partir de algo más que meras correlaciones, debería ser mejor recibido. Y no es que estemos de acuerdo con las afirmaciones desmedidas de John B. Watson sobre las posibilidades de moldear la naturaleza humana a su antojo. Pero es que las opiniones de popes de la psicología, como Steven Pinker, sobre la escasa capacidad de influencia que padres y madres tienen sobre sus hijos va a llevar a muchos padres a abdicar de su papel de educadores: “total, si todo es cosa de los genes”.
El trabajo recién publicado se basa en un estudio longitudinal en el que hemos seguido, y aún continuamos haciéndolo, a una muestra de 100 adolescentes desde los 12 hasta los 18 años, entrevistándolos en 3 ocasiones. En el artículo aportamos evidencia acerca del papel protector que las relaciones entre padres y adolescentes caracterizadas por el apoyo, el afecto, la comunicación y la supervisión tienen sobre la manifestación de problemas de conducta en aquellos adolescentes que experimentan sucesos vitales estresantes (SVE).
El hecho de que el diseño de nuestro estudio fuese longitudinal nos posibilitó trabajar con un modelo autoregresivo que permite controlar el nivel de la variable dependiente en un tiempo anterior, de forma que podemos tratar de explicar el cambio que se produce en dicha variable (en este caso los problemas de conducta) a partir de algunas variables incluidas en el modelo, y teniendo en cuenta la interacción entre ellas.
Los resultados fueron muy claros, pues aquellos adolescentes que habían sufrido más SVE vieron como aumentaban sus problemas comportamentales entre la adolescencia media y la tardía, pero sólo en el caso de que sus relaciones familiares fueran de calidad media o mala. En cambio, los chicos y chicas que gozaban de buenas relaciones con sus padres mantuvieron estable su nivel de problemas de conducta, incluso en el caso de que hubiesen tenido que hacer frente a muchos SVE (ver figura). Es muy probable que el apoyo parental influya sobre la percepción que los adolescentes tienen de las situaciones estresantes a las que tienen que hacer frente, aumentando su confianza en los recursos de que disponen para manejar esas situaciones, y manteniendo un mayor equilibrio emocional que se traduce en un mayor ajuste comportamental.
Si tenemos en cuenta que estamos hablando del papel protector que el apoyo parental a los 15 años desempeña sobre el ajuste conductual adolescente a los 18, tenemos razones para pensar que el tipo de relación entre padres e hijos tiene su importancia no sólo en la infancia, sino incluso bien entrada la adolescencia. Y es que el hecho de que el ser humano no sea una hoja en blanco sobre la que la experiencia pueda escribir cualquier cosa no equivale a considerar que el desarrollo es insensible al ambiente de crianza en el que viven niños, niñas y adolescentes. Así que nada de mirar mano sobre mano cómo se desarrollan nuestro hijos, lo que hagamos los padres importa, y mucho.
Oliva, A., Jiménez-Morago, J. M. y Parra, A. (2009). Protective effect of supportive family relationships and the influence of stressful life events on adolescent adjustment. Anxiety, Stress and Coping, 22 (2), 137-152 (aquí).

jueves, 26 de febrero de 2009
Cuando controlamos demasiado a nuestros hijos

Sin embargo, y como suele ocurrir cuando nos movemos en el escurridizo terreno de la educación y socialización, el exceso suele ser tan malo como la carencia, y algunos padres y madres llevan hasta tal extremo este control sobre sus hijos que se convierte en un freno para su desarrollo saludable. Así, también podremos encontrarnos con la etiqueta de control parental aplicada a la presión que los padres ponen sobre sus hijos para que piensen, sientan y, sobre todo, actúen de una determinada manera.
Aunque el sentido común nos hace pensar que tanto control e intromisión no deben ser nada buenos para niños y niñas, los datos disponibles hasta la fecha no eran demasiado abundantes. Sin embargo, un estudio publicado por The Journal of Child Pyschology and Psychiatry aporta una contundente evidencia empírica sobre los efectos perniciosos de tanto control. Un meta-análisis llevado a cabo sobre un total de 23 estudios que habían utilizado técnicas de observación de la interacción madre/padre e hijo/a para evaluar esta presión parental ha encontrado una significativa e importante asociación (d= .58) entre el control y la ansiedad, tanto en el niño como en sus padres. Esta asociación puede interpretarse como una influencia del control parental sobre la ansiedad infantil que puede seguir diversas vías. Por ejemplo, padres que están continuamente asustando a sus hijos sobre los riesgos de ciertas actividades “no te montes en bicicleta que te puedes caer y hacer daño”, y que aumentan de forma exagerada la percepción de amenazas del menor y disminuyen su confianza en sí mismos para controlar esas situaciones “de riesgo”. Además, estos padres controladores y sobreprotectores están reduciendo las oportunidades para que el niño o la niña explore su contexto y desarrolle nuevas habilidades para hacer frente a los retos o amenazas que tarde o temprano se cruzarán en su camino.
No obstante, estamos hablando de asociación o correlación, por lo que el sentido de la influencia puede ser el contrario: la ansiedad de los hijos aumentaría el control ejercido por sus padres. Es decir, los padres, conocedores de la ansiedad y exceso de miedo de sus hijos tratarían de sobreprotegerles para evitarles situaciones dolorosas.
El estudio también encuentra una relación entre el control y la ansiedad parental. Es decir, padres con una ansiedad muy elevada que procuran que sus hijos no se impliquen en actividades que, sin serlo, ellos perciben como amenazantes. Este sería el mecanismo que explicaría cómo la ansiedad y el miedo a determinadas situaciones se transmitiría de padres a hijos, lo que no excluye la posibilidad de cierta influencia genética.
En definitiva, un interesante estudio que aporta evidencia empírica sobre algo que ya sospechábamos: que tenemos que dejar que nuestros hijos crezcan sin excesiva intromisión y control por nuestra parte. Aunque, seguro que muchos padres se estarán preguntado cuánto control es excesivo.
Van der Bruggen, C. O.,Stams, G. J. & Bögels, S. M. (2008). Research Review: The relation between child and parent anxiety and parental control: A meta-analytic Review. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 49:12, 1257-1269.

sábado, 8 de noviembre de 2008
El apoyo a madres y padres de adolescentes
En una entrada anterior me he referido a la importancia que tiene que los padres y madres de adolescentes muestren un estilo democrático, es decir sean afectuosos y comunicativos con sus hijos, les apoyen, establezcan límites razonables, les exijan responsabilidades, traten de mantenerse informados de qué hacen en su tiempo libre y quiénes son sus amigos y amigas, promuevan su autonomía, etc. Pero también es necesario reconocer que la adolescencia es un periodo en el que no es fácil mostrar ese estilo democrático, ya que las relaciones entre padres e hijos tienden a empeorar con la llegada de la pubertad, que en muchas familias trae consigo un aumento de los conflictos y una disminución de la comunicación (aquí). Las causas de esas dificultades tienen mucho que ver con los cambios tan llamativos que chicos y chicas experimentan en torno a la pubertad:
● Cambios hormonales importantes que tienen una repercusión evidente sobre el estado emocional del adolescente generando irritabilidad e inestabilidad afectiva.
● Nuevas capacidades cognitivas que le llevan a cuestionar muchas de las normas y regulaciones familiares; algo que los padres pueden interpretar únicamente como un ataque a su autoridad.
● Necesidad de establecer un cierto distanciamiento emocional con respecto a sus padres.
Si añadimos a todo lo anterior que el momento en que los hijos llegan a la adolescencia puede coincidir con una etapa también de crisis vital en unos padres que ya han podido cumplir los cuarenta, tenemos todos los ingredientes para que esos momentos iniciales de la adolescencia no sean precisamente fáciles. Ante esa situación, muchos padres y madres van a carecer de recursos para hacer frente a esa situación, y pueden beneficiarse mucho de algún tipo de apoyo u orientación.
Por ello, durante los últimos años hemos estado trabajando en la elaboración de un material de apoyo a padres y madres de adolescentes en su tarea educadora. El programa ha sido financiado por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía en el marco del programa Forma Joven, y consta de una guía para que los orientadores de secundaria u otros profesionales trabajen con grupos de padres de adolescentes, y una serie de 3 revistas dirigidas a padres y madres. La guía (aquí) incluye 10 sesiones de trabajo sobre aspectos como los cambios en el adolescente y en la familia, la mejora de la comunicación, la resolución de conflictos, la sexualidad, las drogas, etc. Cada sesión recoge una pequeña introducción teórica, una serie de actividades para realizar en grupo y las transparencias para que el coordinador del grupo de padres pueda sacar el máximo provecho de las actividades realizadas.
En cuanto a las revistas, inciden en los mismos contenidos de la guía y ofrecen un formato atractivo y parecido a las revistas comerciales, incluyendo secciones como artículos de opinión, entrevistas a expertos, consultorios, consejos, etc. Aquí podéis encontrar la primera de estas revistas. Aquí la segunda y aquí la tercera.