Sigo dándole vueltas al asunto de la envidia, sobre todo desde que un colega me comentó que mi interpretación sobre el experimento de Fehr (véase entrada anterior) era muy retorcida, y que deducir que lo que aumenta con la edad es la envidia, y no la búsqueda de la igualdad y la justicia, no iba en la línea de la psicología evolutiva. Aunque no sé muy bien qué quiere decir, empiezo a preocuparme. Tal vez me haya embarcado durante las vacaciones en demasiadas lecturas ajenas a mi área profesional y esté perdiendo el norte.
En esas estaba cuando leí el artículo que ayer sábado Milagros Pérez Oliva publicaba en El País acerca de los trabajos del neurólogo Álvaro Pascual-Leone (estupendos los reportajes que está sacando esta periodista en la Revista de Verano del País, ¡a doble página!). Pascual-Leone comenta otros trabajos de Fehr, aunque utilizando una situación experimental distinta: el Ultimátum Game. Se trata de un dilema en el que participan dos sujetos a los que se ofrece una cantidad de dinero que podrán repartirse entre ellos, pero sólo si se ponen de acuerdo con el reparto. Uno de ellos será el que propone la partición, mientras que el otro tiene dos opciones, aceptarla, con lo que cada uno se llevará su parte, o rechazarla. En este último caso nadie se llevará nada. Por lo tanto, la opción más ventajosa, aunque sea injusta y poco igualitaria, para este sujeto es aceptar siempre lo que le ofrezca el otro, aunque sea sólo un 5%, ya que de lo contrario se quedará sin nada. Pues bien, parece que la mayoría de los sujetos empiezan a sentirse molestos y a rechazar la oferta si esta es inferior al 40%, y cuando está por debajo del 20% el cabreo es colosal y no hay quien la acepte. En cambio, si juegan con un ordenador siempre aceptan la oferta, por muy baja que sea.
Pascual-Leone interpreta la conducta de rechazar las ofertas injustas como un indicador de desarrollo moral que lleva al sujeto a ir en contra de sus propios intereses, por defender un principio moral. Esta interpretación se apoya también en estudios con técnicas de estimulación magnética intracraneal que muestran cómo es la corteza prefrontal, y no la amígdala, quien toma la decisión moral de rechazar el reparto desproporcionado e injusto, ya que cuando se bloquea el prefrontal, los sujetos aceptan cualquier oferta, predominando el interés egoísta (Knoch et al., 2006). En el mismo sentido apuntan los estudios que aplican el Ultimatum Game a chimpancés (de menor desarrollo prefrontal), ya que estos siempre aceptan cualquier reparto por injusto que sea (Jensen & Tomasello, 2007).
Pues sigo sin verlo claro. La envidia tiene muchos matices y grados, y algunos de ellos precisan de un buen dominio de la teoría de la mente, y por tanto de la corteza prefrontal. Tendré que leer más sobre ello, pero ¿no será que los chimpancés son más inteligentes que los humanos?
Knoch, D., Pascual-Leone, Meyer, K., Treyer, V. y Fehr, E. (2006). Diminishing Reciprocal Fairness by Disrupting the Right Prefrontal Cortex, Science, 314, 5800, 829-832.
Jensen, K. Call, J. y Tomasello, M. (2007). Chimpanzees Are Rational Maximizers in an Ultimatum Game, Science, 318, 5847, 107-109.
"¿no será que los chimpancés son más inteligentes que los humanos?"
ResponderEliminarY los bonobos todavía más .
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarUno de los rasgos más curiosos de los bonobos es su comportamiento sexual. Creo que el la única especie, además de la humana, cuya actividad sexual esta desligada de la ovulación. Como afirma García Leal (La conjura de los machos), el bonobo es el único antropoide que supera la afición humana al sexo. Mantienen relaciones sexuales a diario durante casi toda su vida, pero no establecen parejas estables... Pues sí que parecen listos.
Uf, y no es un poco arriesgado sacar esas conclusiones de estudios de psicobiología? ¿la neurona de la envidia? ¿córtex prefrontal y teoría de la mente? Aunque parece todo muy lógico parece que es saltar alégremente entre dos niveles de análisis diferentes y eso siempre hay que tomárselo con precaución.
ResponderEliminarAlexandra, si te refieres a mis comentarios, no debes tomártelos demasiado en serio. Esto es un post y aquí puedo permitirme plantear algunas hipótesis "atrevidas" e irónicas.
ResponderEliminarNo obstante, las relaciones entre el cortex prefrontal o las neuronas espejos y la empatía o el desarrollo moral son muy claras y hay bastante evidencia empírica al respecto.
No, si ya te entiendo hombre. Solo que me gusta reflexionar sobre eso, la búsqueda del nexo de unión entre conducta y biología. Creo que a veces (a veces) se sacan conclusiones muy precipitadas de los estudios de psicobiología y tal. Sólo era un comentario-auto reflexión.
ResponderEliminarUn saludo.
Las neuronas espejo me recuerdan algo....
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