Seguro que cuando John Bolwby formuló su teoría del apego no pensaba que ésta iba a tener tanta trascendencia. Su modelo ha sido fundamental para entender cómo las relaciones que se establecen entre el bebé y su madre o padre son un elemento clave para entender el desarrollo social a lo largo del ciclo vital. Como ya he tenido ocasión de comentar en entradas anteriores (ver aquí ), cuando estas relaciones se caracterizan por la sensibilidad, el afecto y la disponibilidad, el niño crea un modelo de esta relación caracterizado por la seguridad y confianza en sí mismo y en los demás sobre el que se construirán sus relaciones sociales posteriores. Así, hay una importante evidencia empírica que indica que cuando el modelo de apego construido en la infancia es seguro, las relaciones con los amigos, primero, y con la pareja, más adelante, estarán marcadas por la seguridad y la confianza. En cambio, en aquellos casos en los que las relaciones tempranas con el cuidador/a llevó a la inseguridad en el modelo de apego, por su rechazo o indisponibilidad, estas relaciones posteriores serán emocionalmente frías o estarán caracterizadas por la ansiedad y los celos.
Pero parece que la cosa no se queda ahí, ya que algunos estudios recientes han apuntado la posibilidad de que ese modelo de apego forjado en la temprana infancia también puede generalizarse a las relaciones con Dios. Tal vez el lector agnóstico se esté preguntando cómo es posible que se traslade ese modelo a una relación con algo que sólo existe en la mente del sujeto creyente. Pues de eso se trata, de que es una figura ficticia que existe para la persona religiosa y que posee algunas de las características de las figuras de apego: proporciona seguridad, busca la proximidad con ella, experimenta ansiedad cuando no la siente cercana, es decir, es como si fuera una madre o un padre atento y protector. De hecho la tradición judeo-cristiana ha caracterizado a Dios como una figura materna, o más bien paterna, cariñosa y protectora, aunque también puede llegar a mostrarse severa.
Algunos autores, como Kikpatrick, encontraron que la relación con Dios podía servir como una especie de compensación para unas relaciones afectivas pobres. Es decir, aquellos sujetos que habían construido un modelo de apego inseguro, y que por ello tendrían dificultades para establecer relaciones íntimas de tipo seguro, se refugiarían en la relación con Dios, en una especie de compensación de esa carencia.
Sin embargo, un estudio más reciente (Beck y McDonald, 2004) cuestionó esa hipótesis de la compensación, ya que halló que había una cierta continuidad entre el tipo de apego hacia la pareja y el apego hacia Dios. Ambos tipos de apego fueron evaluados mediante sendos cuestionarios que incluían dos dimensiones: ansiedad y evitación en estas relaciones. Es decir, los resultados indicaron que aquellos sujetos adultos que mostraban más ansiedad y preocupación en sus relaciones románticas también tendían a mostrarse ansiosos en sus relaciones con Dios. En el caso de la evitación, la relación no fue tan clara. Supongo que no hará falta aclarar que el estudio se llevó a cabo con sujetos adultos creyentes (cristianos para ser más precisos), ya que no cabe pensar que una persona no creyente establezca una relación de apego con una figura sobrenatural en la que no cree.
La evidencia sobre este asunto aún es limitada, y el estudio mencionado deja abierta muchas interrogantes, pero puede servir para entender cómo las relaciones que establecen los creyentes con su Dios imaginario pueden ser una fuente de apoyo, seguridad e incluso salud. Aunque eso en el caso de que el modelo de apego sea seguro, ya que si la inseguridad domina esta relación sobrenatural, es muy probable que no se trate de una relación saludable, y no aporte nada positivo al esforzado creyente, sino sea más bien una fuente adicional de frustración.
Beck, R., & McDonald, A. (2004). Attachment to God: The Attachment to God Inventory, tests of working mmodel correspondence, and an exploration of faith group differences. Journal of Psychology and Theology,32, 92-103.
McDonald et al. (2005). Attachment to God and Parents: Testing the Correspondence vs. Compensation Hypotheses. Journal of Psychology and Christianity, 24, 1, 21-28.
qué interesante esta reflexión... estoy bastante de acuerdo en que unas relaciones seguras y de confianza y afecto entre el niño y sus padres le aportan seguridad en el futuro y en sus relaciones con el entorno, amigos futuros etcétera... o sea, supongo que también sobrevive y puede ser un adulto psicológicamente sano sin esos apoyos, pero más difícilmente... también considero que unos padres obsesionados con su hijo y demasiado pendientes de él y de sus necesidades de él (por ejemplo una madre que se haya quedado sola y cuyo único punto de apoyo sea su hijo) también pueden perjudicar el crecimiento 'sano' del niño porque le supongan una pesada carga que no tiene porqué soportar... o sea, que en cualquiera caso las relaciones con los padres determinan mucho del carácter y actitudes del hijo y de su desarrollo personal... pero nunca había pensado en lo de Dios, y sí que conozco a una persona en concreto con muchas carencias afectivas que durante un tiempo se refugió en un Dios omnipotente porque consideró que Dios nunca 'la iba a dejar tirada', o sea con Dios es perfecto el planteamiento porque en caso de que sientas que te ha abandonado, no es El que te abandona, eres tú que estás perdiendo la Fe, con lo cual El jamás te deja, en cambio las personas, los seres humanos, sí te pueden abandonar... muy interesante también creo que un artículo de Saramago que hablaba del 'factor Dios', porque quien lo tiene en su cabeza, si deja de creer deja un hueco ahí adentro que es muy difícil de llenar con otros conceptos...
ResponderEliminarManuela, es interesante el caso que comentas, ya que de alguna manera contradice los resutlados del estudio que resumo en el post, y va más en la línea de la compensación. Y tiene mucho sentido. Seguro que más de un caso de "entrega" a Dios y entrar en un convento de clausura tiene que ver con un desengaño amoroso.
ResponderEliminarUn saludo
El estudio se hace con cristianos (evangelistas?)que es de las religiones donde, valga la redundancia, el Dios Personal es más persona. No todas las religiones antropomorfizan tanto a sus deidades. El Dios Personal es con el que te puedes "relacionar" y que puede servir para compensar por las penurias de las relaciones reales.. es el dios del monoteísmo. Tanto así que me llevo la impresión que este dios debe tener una representación en el cerebro que mimetiza muy de cerca a la de cualquier relación real, y que por lo tanto se pueden sentir amor, odio, decepción o incluso tener reacciones de duelo (por ej. cuando alguien pierde la fe). Coincido pues con el autor, sin embargo habría que aclarar que se trata de conclusiones "cristianocéntricas" y que no se puede generalizar a otros conceptos de dios.
ResponderEliminarLuis, en efecto, se trata de un estudio con sujetos de distintas congregaciones cristianas. Los mismos autores advierten de que estos resultados no serían generalizables a otras religiones donde la deidades no tengan este carácter antropomórfico.
ResponderEliminarUn saludo
Todo un ejercicio de expansion y extrapolacion de un mecanismo adaptativo como el del apego, pero en este caso a figuras etereas. Y un buen analisis.
ResponderEliminarPero hay estudios contraintuitivos que dicen lo opuesto.
Que personas con estilos de apego inseguros demuesran una menor relgiosidad, y por tanto creencia en un ser trascendente, y al contrario, personas con estilos de apego optimamente desarrollados una mayor religiosidad.
Referencia: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15359016
Dicho de otro modo perosnas con un desarrollo socioemocional disfuncional por falta del "calor del otro" no buscarian refugio en una figura protectora y todopoderosa como Dios.
Y viendo esto asi, ahora entiendo por que las familias numerosas sociologicamente son religiosamente fervorosas
Anibal,
ResponderEliminarno veo que los resultados del estudio que citas sean muy diferentes. Al menos, del abstract del artículo no se puede deducir que los resultados sean distintos, ya que ese estudio también apoya la continuidad o extrapolación del modelo de apego a la relación con Dios. De hecho el abstract termina así:
"The main conclusion supports correspondence between internal working models of parents and God."
Hay que tener en cuenta que hay dos modelos principales de apego inseguro: el ambivalente, caracterizado por la ansiedad acerca de la disponibilidad del otro, y el evitativo, que huye de las relaciones emocionales estrechas. En el caso del estudio que cito, parece que fue la ansiedad en la relación, la que mostró continuidad entre la relación con personas y la relación con Dios. Tal vez en el otro estudio sean los sujetos evitativos, los que se muestren menos religiosos, es decir, quienes estén menos "apegados" a Dios.
Un saludo