lunes, 18 de enero de 2010

Maduros para abortar e inmaduros para ir a la cárcel: Una falsa paradoja



En nuestro país, la ley 41/2002 que regula la autonomía del paciente, ofrece a los adolescentes la posibilidad de tomar decisiones referentes a tratamientos médicos sin la autorización de sus padres. Entre estos tratamientos médicos se incluye la posibilidad de abortar. A priori podría parecer una insensatez, ya que la representación social de la adolescencia incluye entre los tópicos más aceptados el de su supuesta inmadurez cognitiva. Y digo supuesta porque la evidencia empírica disponible sobre este asunto es bastante clara: a partir de los 15 años las competencias cognitivas de chicos y chicas son similares a las de los adultos. Este hallazgo no es nuevo, ya en 1989 la Asociación Americana de Psicología había afirmado:

“En torno a los 14 años la mayoría de adolescentes han desarrollado capacidades intelectuales similares a las de los adultos, incluyendo aquellas habilidades específicas que la ley reconoce como necesarias para comprender las alternativas a un tratamiento, considerando sus posibles riesgos y beneficios, y dar un consentimiento legalmente competente” . (APA, 1989, p. 20)

Sin embargo, en otro ámbito, la Ley de Responsabilidad Penal del Menor aplica sanciones diferentes a las de los adultos a esos mismos adolescentes menores de edad. La razón principal de este tratamiento diferencial se basa en la atribución de una culpabilidad o responsabilidad atenuada en función de una relativa inmadurez. En relación con este asunto también se había pronunciado la Asociación Americana de Psicología:

“Dado que los adolescentes de 16-17 años tienen menores niveles de madurez evolutiva que los adultos, imponer sanciones capitales a estos adolescentes no serviría a los propósitos judicialmente reconocidos de la sanción”. (APA, 2004, p. 13)

A raíz de las dos afirmaciones anteriores la polémica está servida, y con mucha razón se podría argumentar que los psicólogos no tenemos criterios claros acerca de la madurez cognitiva de los adolescentes. Sin embargo, la contradicción entre la consideración de que los adolescentes son maduros para poder tomar decisiones con respecto a una interrupción voluntaria de su embarazo pero inmaduros para asumir una plena responsabilidad penal es sólo aparente. Podría hablarse de paradoja si las competencias cognitivas necesarias para tomar decisiones sanitarias y para la conducta criminal fueran las mismas. Sin embargo, los datos disponibles parecen indicar lo contrario.

Aunque no siempre ocurra así, en términos generales se puede decir que la mayoría de adolescentes que contemplan la decisión de abortar lo hacen tras consultar con algún adulto (al menos con el personal sanitario), hablar de ello con otros compañeros, contemplar otras alternativas, etc. Es decir se tratará de una decisión que, sin estar libre de componentes emocionales, suele ser meditada.

En cambio, no puede decirse lo mismo del comportamiento antisocial ya que los actos criminales, salvo excepciones, suelen tener lugar de forma impulsiva, no planificada, en compañía de los iguales, y sin la presencia de adultos. Así, aunque algunas de las capacidades relevantes para la toma de decisiones en ambos contextos pueden ser similares, las circunstancias que definen la conducta madura en cada uno son claramente diferentes, ya que resistir a la influencia de los iguales, pensar antes de tomar una decisión o considerar las consecuencias futuras de una acción son determinantes más claros en el caso del comportamiento criminal. Y esas competencias no están desarrolladas por completo a los 16 años, muy al contrario y como bien ha mostrado la investigación, presentan claras limitaciones,.

Por lo tanto, podríamos decir que mientras que las capacidades que podrían englobarse en lo que se denomina “cold cognition” –necesarias para tomar decisiones en el ámbito sanitario- muestran un nivel similar en adolescentes y adultos, las competencias que configuran la “hot cognition” –más importantes para prevenir conductas criminales y de riesgo- distan mucho de haber madurado antes de los 18 años. Es decir, mientras que los estudios que analizan las habilidades de razonamiento lógico y procesamiento de información en situaciones estructuradas encuentran pocas ganancias a partir de los 15-16 años, otras competencias psicosociales, como la búsqueda de sensaciones, la orientación al futuro, la impulsividad o la susceptibilidad a la presión del grupo, continúan desarrollándose hasta la adultez temprana.


Steinberg, L., Cauffman, E., Woolard, J., Graham, S., & Banich, M. (2009). Are adolescents less mature than adults? Minors’ access to abortion, the juvenile death penalty, and the alleged APA “flip-flop.” American Psychologist, 64, 583–594.
Alfredo Oliva

8 comentarios:

  1. Entonces, siguiente el razonamiento, podríamos decir entonces que los delitos de menores deberían juzgarse de forma diferente si son delitos puntuales (tomadas por impulsividad o por busqueda de aceptación dentro del grupo) o si son delitos sistemáticamente repetidos (donde ya respondería a una decisión meditada), ¿no es así?

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  2. No estoy de acuerdo con que un adolescente tenga la misma madurez de un adulto. El idealismo y la falta de responsabilidad (no tienen más obligaciones, en el noventa 90% de los casos, que sus estudios) son dos parámetros importantes. Incluso en el componente sexual, él adolescente está encandilado con lo que descubre y se centra en su propia explotación sexual, con lo que eso tiene de abstracción de la realidad social que le envuelve.

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  3. Klosewaitz,
    lo que sugieres tiene mucho sentido. Es cierto que la mayoría de crímenes y conductas delictivas de los adolescentes no son planificadas, y están más cerca de la agresividad de tipo reactivo, que depende de circuitos cerebrales inmaduros durante la adolescencia. No obstante, hay algunas excepciones de delitos cometidos con mucha frialdad y planificación, que se asemejarían más a la conducta agresiva de tipo instrumental. En estos casos no hay una evidencia clara de que estos actos sean más frecuentes en la adolescencia como consecuencia de cierta inmadurez. De hecho este tipo de conductas suele mostrar una prevalencia muy constante a lo largo del ciclo vital, y está muy relacionada con la carencia de empatía y la frialdad emocional, pero no con la falta de capacidad para tomar decisiones o pensar en el futuro (si acaso con la impulsividad).
    Creo que no sería descabellado que los crímenes de este tipo cometidos por sujetos de 16 ó 17 años tuviesen sanciones similares a las de los adultos.

    Anónimo,
    depende del tipo de madurez del que estemos hablando. Algunas habilidades cognitivas maduran antes que otras, y en algunas de ellas no hay diferencias entre adultos y adolescentes de 16 años.

    Un saludo y gracias por los comentarios

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  4. No entiendo la polémica sobre si una adolescente está preparada para decidir sobre el aborto. Porque la adolescente embarazada TIENE que decidir. Quién esté seguro de que un aborto es más traumáticao que pasar por un embarazo no deseado, que tire la primera piedra.

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  5. Estoy de acuerdo con klosewaitz. Habría que aplicar las leyes con más cabeza, y no fijarse simplemente en la edad del delincuente. Incluso me parece contraproducente que se imponga una pena menor por el mero hecho de la edad, porque lo que se consigue es crear en el individuo una cierta sensación de impunidad (que le puede llevar a repetir el delito o a cometer otro/s más graves), además de dolor en las víctimas y/o sus familiares e indignación social, que lleva a la pérdida de confianza en el sistema de justicia.
    P.D. Cuidado, no abogo por el "ojo por ojo", que tampoco beneficia a la reinserción, a las víctimas ni a la justicia.

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  7. Otro de los errores es considerar que todos los adolescentes son iguales o tienen medios similares. Un adolescente de 16 años es considerado apto para la vida laboral, aunque no todos trabajen.

    En el caso del sexo la eduación en España es tan deficiente que se centra en trasladar una información de adultos a adolescentes como si para ellos el sexo fuera lo mismo, además de basada en evitar la reproducción casi con exclusividad. El tema de la delincuencia tiene más que ver con el medio en el que uno se desarrolla y con la falta de atención en el núcleo familiar, sea de las características que sea. Ambos aspectos al final son el fracaso de la integración social y el derecho al desarrollo en codiciones de vida aceptables. Aparentemente el daño social es mayor en el caso penal; naturalmente ahí no se tiene en cuenta el género, por ejemplo, a la hora de cuantificar.

    Un tema interesante. Saludos

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