
No sé si seréis seguidores incondicionales de esta serie de televisión tan amable. Yo no lo soy, pero he tenido la ocasión de ver algunos episodios sueltos a lo largo de los últimos años. Hay que reconocer que son una familia compleja pero divertida, en la que, aunque hay conflictos, la comedia predomina de forma clara sobre el drama. También es indudable que la serie ha contribuido a retirar el estigma que, como una losa, pesaba sobre las familias reconstituidas. Así, muchos menores han podido contemplar una imagen bien diferente a la de la malvada madrastra de Blancanieves. También hay que reconocerle el interés por promover valores relacionados con la tolerancia y por combatir prejuicios de carácter sexista. Aunque tal vez se les haya ido la mano con el estereotipo de varón español.
Pero no todos son parabienes, y junto a esos probables beneficios quiero destacar un indeseable efecto secundario: la divulgación de una imagen demasiado idealizada y optimista acerca de lo que supone la reconstitución familiar. Y es que formar una nueva familia no es una tarea fácil, y exige un enorme esfuerzo y un claro compromiso por parte de la nueva pareja. Tendrán que fortalecer su vínculo marital a la vez que renegocian las relaciones con el padre no custodio; establecer relaciones con la familia extensa; construir una nueva historia familiar sobre la previa; y, lo más complicado, iniciar unas nuevas relaciones entre el nuevo padre o madre y el menor. Aunque muchas familias consiguen superar con éxito todas esas pruebas de fuego, también hay que reconocer un importante número de fracasos. Y algunos de los factores que abren el camino del fracaso son las expectativas excesivamente optimistas, como la ingenua idea de que los menores aceptarán de inmediato al nuevo padre, o de que los nuevos hermanos se llevarán bien desde el primer día. Cuando se va hacia la reconstitución con esa ilusión la decepción no suele tardar mucho en llegar.
En cambio, unas expectativas realistas, una buena formación sobre el asunto, la adopción por parte del nuevo padre de un papel cercano pero poco intrusivo, el apoyo de la familia extensa y la disponibilidad de recursos de apoyo serán factores que contribuirán al éxito de la reconstitución familiar. En nuestro país existen escasos programas preventivos o de formación para este tipo de familias, pero algunas experiencias llevadas a cabo en otros países son bastante prometedoras.
