domingo, 27 de marzo de 2011

Aprendiendo a controlar nuestras emociones y estados anímicos


Como comentamos en una entrada anterior la capacidad para regular la emociones y estados de ánimo es un buen factor de protección ante los trastornos depresivos. El asunto no tiene demasiado misterio: si eres capaz de comprender y regular tus emociones, y si sabes cómo cambiar tu estado de ánimo cuando está algo bajo, es más probable que tengas más sentimientos positivos y goces de una mayor satisfacción vital. En cambio, si rumias y piensas mucho sobre tus emociones, pero no sabes cómo manejarlas y cómo moverte con destreza en ese complicado laberinto sentimental, lo tendrás más difícil para disfrutar de la vida y serás más vulnerable a los trastornos depresivos. No todos tenemos la misma capacidad para comprender y regular nuestras emociones y estados anímicos y existen importantes diferencias individuales, aunque también de género. Estas diferencias entre personas tienen una base temperamental, pero también obedecen en parte a las experiencias infantiles en la relación con los padres. Los niños expresan sus necesidades mediante sus expresiones (ira, tristeza, alegría...), que son interpretadas por sus cuidadores. Y en función de cómo sean atendidas estas necesidades se establecerá un modelo de apego seguro o inseguro en esta relación parento-filial. Como han apuntado algunos autores es muy probable que el sistema infantil de apego evolucione a lo largo de la infancia y adolescencia hacia algo más complejo y de mayor alcance: un sistema de regulación de las emociones. Pero también hay datos que indican que esta inteligencia emocional puede entrenarse, y se pueden aprender técnicas para comprender y controlar nuestro mundo sentimental. Aquí van algunas sugerencias que pueden servir para regular o controlar el estado anímico cuando no es muy positivo.

Estrategias centradas en la situación

1 Acciones dirigidas al problema: ¿qué está causando mi mal humor y cómo puedo cambiarlo?

2 Hacer planes para evitar este problema en el futuro

3 Hablar con alguien, buscar consejo de un amigo o mentor

4 Alejarme de la situación

Estrategias centradas en el estado de ánimo

1 Hacer algo que me distraiga

2 Recompensarme a mí mismo haciendo algo divertido o agradable

3 Buscar compañía

4 Expresar la emoción, darle rienda suelta

5 Inhibir la expresión de la emoción, suprimirla

6 Hacer ejercicio, bailar o escuchar música

7 Ingerir sustancias naturales que mejoren mi estado de ánimo

Estrategias cognitivas que cambian la forma de pensar sobre la situación

1 Cambiar la forma de ver la situación

2 Pensar en éxitos o cosas que vayan bien para poner la situación en perspectiva

3 Pensar en personas en situaciones peores que la tuya para comprobar que no te va tan mal

4 Usar la meditación o la relajación

5 Pensar que la adversidad te fortalecerá

6 Fantasear sobre un futuro mejor

7 Olvidar de forma activa, renunciar a pensar sobre sentimientos negativos.

lunes, 21 de marzo de 2011

Cuando se protege en exceso



Los hijos necesitan para cerecer felices del apoyo y afecto de sus madres y padres, de eso no hay ninguna duda, pero no es ese el único ingrediente de un buen estilo educativo parental. También es necesario exigir, poner límites, decir no....

Sin embargo, cada vez es más frecuente encontar padres excesivamente permisivos y sobreprotectores. Se trata de padres y madres que desde la primera infancia han creado un entorno totalmente libre de obstáculos y han tolerado la mayoría de los caprichos de sus hijos, bien porque creen que es importante evitarles las frustraciones, o bien porque les ha resultado más cómodo mantener esa actitud sobreprotectora. Este estilo puede llevar a los padres a pensar que han educado bien a sus hijos rescatándoles de todo tipo de situaciones complicadas y resolviéndoles sus problemas, y no han tenido en cuenta la importancia que tiene aprender de los propios errores, experimentar frustraciones, demorar la gratificación, etc.

Sin embargo, las consecuencias del estilo sobreprotector pueden ser bastante negativas, ya que estos chicos y chicas no han tenido la oportunidad de desarrollar una adecuada tolerancia a la frustración, y se mostrarán muy irritados en todas las situaciones en las que la realidad no se ajuste a sus deseos, ya que no han aprendido a encontrar un equilibrio entre sus propias necesidades y las de los demás. Tampoco se sentirán capaces de resolver por sí mismos los problemas y las situaciones complicadas que puedan presentárseles, por lo que se verán agobiados y necesitados del apoyo de otras personas para resolverlos. Son muchas las tareas que chicos y chicas tendrán que afrontar durante estos años, y sus padres no estarán siempre a su lado para ayudarles. Por lo que es esperable que estos hijos sobreprotegidos se muestren extremadamente vulnerables, inmaduros y caprichosos, y terminen tiranizando y controlando emocionalmente a sus padres.



¿Cómo puedo actuar con mi hijo o hija adolescente?


Deja que resuelva sus propios problemas. ¿Vas a estar toda la vida sacándole las castañas del fuego?.


Deja que aprenda de sus errores. Equivocarse puede ser una magnífica oportunidad para madurar.


Deja que experimente algunas frustraciones. Poco a poco se irá haciendo más resistente y no se rendirá ante las situaciones difíciles.


Deja de permitirle que se salga siempre con la suya. No cedas a todos sus caprichos y exigencias.